Alamas muertas. Nikolai Gogol
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Los personajes de la ciudad pertenecen al ámbito de la pose y la especulación. Las formas de la vida social urbana son la fenomenología de la muerte de sus almas. Por otro lado, la ciudad, corrompida y abotargada es incapaz de impartir la justicia que se le supone: ha de juzgar el comportamiento de Chichikov y muestra tan mal tino que no entiende siquiera si la compra de almas muertas es un delito, pero se desquita imputándole a Chichikov un intento de rapto de la hija del gobernador del todo imaginario.
Lotman establece su propio criterio para clasificar los personajes: unos estarían en movimiento: Chichikov, Nosdriov y las almas fugitivas (los campesinos prófugos); otros permanecerían estáticos: todos los demás, incluidas las almas muertas (véase 1997, p. 657). El propio Chichikov se vería a sí mismo como un «alma fugitiva»... una de esas que, sobre el papel, es como si estuviese muerta (véase el capítulo 6). La división de Lotman podría llevarnos incluso a proponer otra, en razón de un criterio espacial muy acorde con la idea de Gogol de reproducir en Almas muertas el esquema de la Divina comedia de Dante[13]: 1) almas muertas; 2) almas fugitivas, y 3) almas vivas, lo que correspondería con el esquema paralelo de 1) infierno = «primera parte», en la que predominan las almas muertas: los terratenientes y los funcionarios de la ciudad que aparecen; 2) purgatorio = «segunda parte», con algunas almas fugitivas (Tientietnikov, Platon Platonov, Jlobuyev), auxiliadas por santos como Kostansoglo, Vasilii Platonov, Murasov o el príncipe; y 3) paraíso = hipotética «tercera parte» en la que todos habrían de haber sido buenos. El problema estructural de la «segunda parte» era el de qué hacer con las almas muertas que seguían apareciendo por doquier: las «reales» que compra Chichikov y las simbólicas de Bietrisiev, Pietuj, Koskariov, los funcionarios de la ciudad...
En general, como dice Andriei Bielyi, cada uno de los personajes cuenta con muchas particularidades imperceptibles que dan fe en realidad de lo difícil que era retratar a esos señores. Es más, «el propio Gogol no ofrece ningún retrato de ellos sino su esquema gestual y lo planta como si fuera una pantalla o, más bien, como un disfraz» (1996, p. 99). Conocer más de cerca a algunos de los personajes permitirá valorar mejor la complejidad de su construcción.
Chichikov
Pese a la sugerente propuesta de Morson que dice que el verdadero héroe de Almas muertas es el proceso de explicación (véase p. 209), el papel central y conductor de la obra lo posee Pavel Ivanovich Chichikov. Chichikov es el prototipo de personaje ambiguo y gris de Almas muertas. Se lo describe como a alguien que carece de rasgos que lo individualicen, curiosamente lo mismo que el gobernador de la ciudad (que no es ni un santo ni un bandido) o que Napoleón, que no es ni gordo ni flaco... con quien se le llegará a identificar (véase Bielyi, 1996, pp. 102-103). Ahora bien, pese a su carencia de rasgos, a Chichikov se lo asocia de un modo u otro con la redondez: es una rueda que se desplaza; la misma rueda de su brichka, sobre la que discuten un par de campesinos al comienzo de la obra. Chichikov, el héroe sin atributos, ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco, ni viejo ni joven, que recorre un tiempo «homogéneo y vacío», funcionaría, según Donald Fanger, como un espejo que condensaría en sí las peculiaridades de los diferentes personajes que aparecen en la obra.
Manilov aparece ahora como una parodia hiperbólica de la principal cualidad de Chichikov, el decoro; Korobochka representa una variante naif de su suspicaz astucia en el regateo; Nosdriov muestra una inventiva algo más que comparable en la prevaricación, aunque la suya sea instintiva y carente de motivación; Sobakievich manifiesta el lado calculador de Chichikov, con su misantropía implícita puesta al descubierto; y Pliuskin representa la parte pasional de su codicia, mostrando cómo, si no se le pone freno, puede destruir la vida familiar que Chichikov anhela tanto. Hasta Pietruska, el lacayo, con su gusto indiscriminado por la lectura [...] parodia a su amo, al que, en el primer capítulo, se le muestra cogiéndose un anuncio teatral para examinarlo mejor cuando no tuviera otra cosa que hacer [...]. (Fanger, p. 461.)
Guippius reconoce también en Chichikov la mezcla de los grupos decisivos que aparecen en Almas muertas: es el funcionario con historial corrupto; el aventurero que vive en el camino; pero también el que sueña con convertirse en terrateniente, primero falsamente (en la «primera parte»), luego de verdad (en la «segunda») (véase Guippius, p. 507). En todo caso, habría de suponerse que su carácter quedaría aún más complicado por el anuncio que se hace en la «primera parte» de que su imagen no se vería completada hasta que vinieran las partes subsiguientes de Almas muertas. Los torsos conservados de la «segunda parte» no permiten atisbar, sin embargo, muchos cambios en Chichikov, ni en cuanto a su personalidad ni en cuanto a sus proyectos.
En Chichikov, se ha percibido en ocasiones la imagen de una especie de patético Odiseo, aunque tal vez sea más manifiesto su parentesco con Hermes. Fusso alude, en este sentido, al capítulo 7, en el que Chichikov y algunos terratenientes acuden a la Cámara Ciudadana a ejecutar la compra de las almas; allí se presenta el que había de ser el reino de la justicia y el orden, el reino de Temis, como un lugar en el que la propia diosa les recibe en un estado lamentable («en negligé y bata»). El mensaje implícito, según esta autora, es que el eclipse de Temis supondrá la ascensión de la primera mujer de Zeus, Metis, diosa del engaño (dolo) y de la inteligencia astuta (metis), indispensables ambos, como señala Bermejo Barrera, para el ejercicio del poder real. Tanto el dios Hermes como el pícaro Chichikov se valdrían de esa metis para sus manejos. Pero Chichikov tendría otros puntos en común con el dios Hermes; la asociación de Hermes al cruce de fronteras tiene que ver seguramente con el perpetuo viajar del héroe y con su anterior trabajo como inspector de aduanas. En la época de Gogol, el pícaro se había adueñado de la persona de Metis. Chichikov, como Hermes (o como Kopieikin), no se resigna a aceptar su suerte y su medianía, si el mundo no le da lo que merece él buscará los medios de conseguirlo valiéndose de su inteligencia y su virtuosismo verbal (véase Fusso, 1993, pp. 34-35 y Bermejo Barrera, 1996, pp. 47-53).
Para Nabokov, en cambio, Chichikov es ante todo un imbécil cuya falta de cálculo le lleva a entrar en tratos con gente tan timorata como Korobochka o tan poco fiable como Nosdriov. Este autor cifra el valor del héroe en su posición en el universo de personajes gogolianos.
El propio Chichikov no es otra cosa que el representante mal pagado del demonio, un viajante del Hades, «nuestro Chichikov», como cabría imaginar que la firma Satanás & Compañía llamara a su gente afable y saludable, pero por dentro desmedrada y putrefacta. La пошлость (poslost, trivialidad, vulgaridad) que Chichikov personifica es uno de los atributos principales del demonio, en cuya existencia, permítasenos añadir, Gogol creía con mucha más seriedad que en la de Dios. La grieta de la armadura de Chichikov, esa grieta herrumbrosa que despide un olor débil pero espantoso [...], es la abertura orgánica de la armadura del demonio. Es la estupidez esencial de la пошлость universal. (Nabokov, 1997, pp. 62-63.)
En sus visitas a los terratenientes, el objetivo de Chichikov es siempre el mismo. El narrador prepara un tanto el terreno antes de que Chichikov lance su propuesta, de forma que el lector y el héroe captan los hábitos y las obsesiones de los terratenientes; éstas casi nunca son demasiado complicadas.
La tarea de Chichikov es la de aprender el algoritmo de cada persona, lo que hace al principio de cada visita. Él tiene entonces que convencerlos de que este trato no es diferente de cualquier otro, ayudándoles a aplicar sus algoritmos respectivos a este nuevo problema. Hasta el punto de que si hay alguna diferencia, él ha de mostrar que ésa juega en favor del vendedor. (Morson, p. 210.)
Chichikov tiene una personalidad camaleónica que se adaptará a la forma de negociar de cada terrateniente. Pese a ser un cuerpo extraño en medio de esos propietarios, se afana por cumplir las normas sociales por las que, en cierta medida, está obsesionado.
Chichikov además está representado, según Karlinsky (véase 1976, pp. 226 ss.), como un personaje asexuado cuya única libido se proyecta sobre el cofrecito que lleva, que tanto para Bielyi como para Nabokov sería