La visión teológica de Óscar Romero. Edgardo Antonio Colón Emeric

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La visión teológica de Óscar Romero - Edgardo Antonio Colón Emeric

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alma caritativa descubre y adora a Cristo.”28 Pero no todos pueden ver esta imagen. Privilegios, ideologías y prejuicios se han convertido en algo así como una segunda naturaleza: un velo grueso que impide que veamos la luz de Cristo que ilumina la vida de los marginados. San Pablo tiene razón al decir “...los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento…” (2 Cor 4, 4) pero habría que agregar a sus palabras, y también a los creyentes. La humanidad necesita aprender de nuevo a ver, y por esta razón, cree Romero, el mundo necesita de la iglesia.

      Es en el monte que es la iglesia donde es eliminado el velo de la vergüenza que envuelve a los pueblos en la oscuridad.29 Pero una iglesia ciega no sirve para un mundo ciego. La iglesia también necesita aprender a ver de nuevo. Necesita aprender a ver la gloria de Cristo en las “rostros de campesinos sin tierra, ultrajados y asesinados por la fuerza y el poder; rostros de obreros despedidos sin causa, sin paga suficiente para sostener sus hogares; rostros de ancianos; rostros de marginados; rostros de habitantes de los tugurios; rostros de niños pobres que, ya desde su infancia, comienzan a sentir la mordida cruel de la injusticia social” (Homilías, 6:346, 2/3/1980).30 Para Monseñor Romero, un lugar privilegiado de encuentro con la gloria de Cristo es en el monte que en la tradición se conoce como Tabor, el monte de la transfiguración. La luz de Cristo transfigurado tiene el poder de transformar la carne de los pobres en un ícono de gloria y de abrir los ojos de los ciegos para contemplar esta gloria y ser cambiados.

      Ver la gloria de Dios en el rostro de los pobres de Jesucristo puede ser costoso. En su última homilía dominical el 23 de marzo de 1980, Romero ofreció a su congregación una narración de los eventos más notables en la vida de la arquidiócesis. No había nada inusual en esto. Era su costumbre entretejer los anuncios de la iglesia con la proclamación del Evangelio. Ese domingo en particular, les dio un anticipo de un himno recientemente compuesto por Guillermo Cuéllar en honor al Divino Salvador del Mundo, el patrono de El Salvador (Homilías 6:445, 23/3/1980). El himno sería luego el Gloria de la Misa Salvadoreña.

      “Vibran los cantos explosivos de alegría,

      Voy a reunirme con mi pueblo en catedral.

      Miles de voces nos unimos este día

      Para cantar en nuestra fiesta patrona”.

      La letra describe al pueblo de Dios que se reúne en San Salvador para celebrar el 6 de agosto la Fiesta de la Transfiguración. Romero dice que le gusta especialmente la estrofa final:

      “Pero los dioses del poder y del dinero

      Se oponen a que haya transfiguración.

      Por eso ahora vos, Señor, sos el primero

      En levantar tu brazo contra la opresión”.

      La tarde siguiente, los sirvientes de los dioses nombrados por Cuéllar asesinaron al arzobispo. ¿Por qué? Al predicar la muerte de otros mártires, el propio Romero ofreció una explicación: “¿Por qué se mata? Se mata porque estorba” (Homilías 5:354, 23/9/1979). Lo matan porque se interpuso en el camino de aquellos que veían a El Salvador como su propiedad y actuaban de manera de mantener a sus ciudadanos como sus peones. Dicho de otra manera, el mensaje de Romero fue un escándalo. La palabra griega skandalon refiere a un obstáculo, algo que se interpone en el camino. Uno puede estar escandalizado al ver caer a alguien o al tropezar uno mismo. La reacción a la caída puede ser infantil, farisaica o justa.31 El término escándalo puede usarse para nombrar, no solo el acto de ser ofendido sino también el acto de ofender, la causa del tropiezo. El escándalo puede provenir de una persona que pone trampas para impedir el progreso de otra persona. La pobreza es un escándalo en este sentido. La pobreza es el obstáculo en el camino de la vida para la mayoría de las personas en El Salvador. Desde la conquista en el siglo XVI hasta los genocidios del siglo XX, la pobreza ha sido una de las marcas distintivas de El Salvador. Años bajo el mando de oligarquías poderosas que se veían a sí mismas como las dueñas del país llevaron a una distribución tremendamente desigual e injusta de tierras y bienes.

      En la época de Romero el 60 por ciento de la población rural no poseía tierra y el 90 por ciento carecía de los medios para el sustento diario. El “hambre de tierra” y el hambre de alimento fueron la realidad del pueblo salvadoreño.32 El escándalo de la pobreza dio lugar al escándalo de la violencia cuando la oligarquía se unió al gobierno para bloquear todos los intentos de reforma agraria. En la infame matanza de 1932, el gobierno ordenó a los militares reprimir un movimiento insurreccional que exigía una reforma agraria en la parte occidental del país. El resultado fue la matanza de aproximadamente el 2 por ciento de la población. Dado que la mayoría de los muertos eran de ascendencia indígena la matanza fue un acto de genocidio. Es debido a esta matanza que El Salvador carece de una población indígena significativa en la actualidad. Siempre parecen estar apareciendo nuevos obstáculos para el progreso del pueblo de salvadoreño. Al igual que la mítica Hidra de Lerna, el enemigo que puso estos obstáculos tiene muchas cabezas (la oligarquía, el ejército estadounidense, las multinacionales, los poderes y los principados, etc.) pero ha causado un solo escandaloso resultado: la muerte de los salvadoreños.

      El escándalo puede también provenir de Dios, cuyas marcas en el camino a la salvación pueden hacer tropezar a los que siguen el camino que lleva a la perdición. Pero los medios que Dios emplea para convertir a la humanidad de la muerte a la vida pueden ser en ocasiones ofensivos; como Pablo, Romero sabe que la cruz ha de provocar una crisis (Homilías, 3:215, 20/8/1978). La transfiguración es un escándalo en este sentido y el monte Tabor sorprende la sensibilidad del caminante. Allí se presenta una visión de la gloria que solo se puede lograr a través de la pasión. A medida que avanza hacia la cruz, la visión de Jesús transfigurado emite un imperativo para todos los seres humanos: No se conformen con este mundo. No se conformen con las mediocridades. Sean transformados.

      La transfiguración es un escándalo para los pusilánimes que subestiman sus promesas y también es un escándalo para el fariseo. El monte Tabor amenaza con alterar un orden en el que muchos tienen intereses creados ya que el escándalo de la transfiguración tiene también dimensiones políticas.33 Arroja luz sobre un mundo diferente, donde la gloria proviene de la humildad y no del poder y el privilegio. Desde las alturas del monte Tabor, la gloria de Dios brilla más en la carne cubierta de llagas de Lázaro que del suntuoso estilo de vida del hombre rico. En resumen, el escándalo de la transfiguración se expresa en el apostolado de Romero, Gloria Dei, vivens pauper, la gloria de Dios es el pobre que vive.

      Óscar Romero, padre de la iglesia latinoamericana

      ¿Quién fue Óscar Romero? Se han escrito muchas biografías excelentes sobre él.34 De hecho puede parecer que las narraciones sobre su vida, especialmente de su época como arzobispo, es todo lo que se ha escrito sobre él. En cierto modo esto es comprensible. Los años 70 y 80 marcaron un momento dramático para el pueblo en América Central. La gran desigualdad de ingresos, los intentos fallidos de reforma agraria y los rumores de una revolución al estilo cubano contribuyeron a cambiar el panorama social. Algunos esperaban que la iglesia sirviera como bastión de la estabilidad nacional, mientras que otros soñaban con un movimiento guerrillero cristiano. En este contexto, la elección de Romero para el principal cargo eclesial del país fue recibida con consternación por algunos y alivio por otros. Sin embargo, ambas reacciones leyeron mal al hombre y al momento. Días después de su nombramiento, el 12 de marzo de 1977, su amigo el padre Rutilio Grande y dos compañeros (Manuel Solórzano y Nelson Lemus) fueron asesinados mientras conducían hacia El Paisnal.

      Algunos de los biógrafos de Romero se refieren a este momento como su conversión. El camino a El Paisnal fue el camino de Romero a Damasco. Ver esos tres cadáveres convirtió al obispo conservador, tímido y ratón de biblioteca en un profeta en llamas. El propio Romero

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