La visión teológica de Óscar Romero. Edgardo Antonio Colón Emeric
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Finalmente, está la versión liberacionista. Para Cardenal, no hay duda de que esta es la versión más auténtica. “Mientras la Iglesia institucional se desentendía de Mons. Romero, otros sectores eclesiales mantuvieron viva su memoria y cultivaron su tradición. La obstinación de las comunidades, de grupos de laicos, sobre todo de mujeres, de unos cuantos sacerdotes, de religiosos y de religiosas, y en general, de los pobres, mantuvo viva la memoria del arzobispo mártir”.46 A pesar de que Romero pertenece a la iglesia universal y al mundo, la responsabilidad principal de salvaguardar su memoria recae en la Iglesia salvadoreña y en particular en los pobres. El Salvador tiene un largo camino por recorrer antes de que los brillantes títulos atribuidos a Romero se puedan declarar sin sonrojarse. Romero será en verdad “el santo de todo El Salvador” y un “símbolo de paz” recién cuando se haga justicia, se pida perdón y se ofrezca un abrazo sincero. “Solo entonces, Monseñor dejará de ser piedra de tropiezo y de escándalo, porque habrá pasado a ser la roca sobre la cual se levanta un El Salvador reconciliado con su pasado y su presente y abierto al futuro del reino de Dios”.47
Esta visión general del romerismo describe una tradición viva que no se puede reducir a algunos lemas o leyendas. Además de las obras escritas de Romero (homilías, diarios, cartas y columnas en periódicos) y el testimonio de quienes lo conocieron, hay una vasta producción de obras culturales que llegan a una audiencia mucho mayor que los dos primeros medios de comunicación.48 La cara de Romero se puede ver en todo El Salvador en murales, retratos, carteles y remeras. Su historia se cuenta a través de la música en diversos géneros, desde la clásica Violeta para Monseñor Romero hasta el popular Corrido a Monseñor Romero. Se han escrito novelas y se han hecho películas sobre él. Es importante señalar que al transmitir la historia de Romero su historia no es solo de él, sino también de las personas a quienes sirvió y por quienes murió. La densidad y diversidad del romerismo son signos de vitalidad, no de incoherencia, y no nos impiden identificar sus temas recurrentes. Óscar Romero es un profeta. Esta es una de las imágenes más comunes y duraderas de él. La canción El profeta del grupo musical Yolocamba-Ita (el mismo grupo que escribió la música para el Gloria ya mencionado), nos ofrece una imagen vívida:49
“Por esta tierra del hambre
yo vi pasar a un viajero.
Humilde, manso y sincero,
valientemente profeta,
que se enfrentó a los tiranos
para acusarles el crimen
de asesinar a su hermano,
pa’ defender a los ricos”.
En la imaginación popular, el solo acto de elevar la voz contra el status quo se considera una acción profética, ya que un profeta es alguien que le habla al poder. Romero encaja en el modelo popular pero lo excede porque también es un profeta en el sentido bíblico. En las Escrituras, un profeta es un heraldo de Dios para el pueblo de Dios. Los profetas no son simplemente críticos sociales piadosos; también son soñadores que se atreven a imaginar un mundo donde Dios es rey y por esta razón son perseguidos. Las homilías de Romero denuncian enérgicamente las injusticias en la sociedad salvadoreña pero aún más enérgicamente anuncian las buenas nuevas de Jesucristo. Quienes mejor confirmaron la vocación profética de Romero fueron sus enemigos; al asesinar su carácter y su cuerpo, irónicamente confesaron, con los dientes apretados, que él era un profeta.
Óscar Romero es un mártir. En El Salvador las numerosas historias de abusos, desapariciones y muertes giran en torno a una sola historia, la de Óscar Romero.50 Hay otros testigos heroicos y muchas más muertes injustas. Pero la historia de Romero cristaliza la relación entre el heroísmo de los mártires y el sufrimiento de la gente. Las narraciones del martirio en El Salvador están reunidas en una especie de orden jerárquico: Óscar Romero, Rutilio Grande, los mártires de la UCA, las hermanas Maryknoll, las masacres de El Mozote, etc. El orden se vio en las predicaciones de Romero en los funerales, donde se destacó el papel de los sacerdotes. El orden también se ve en las tradiciones populares sobre los mártires locales, cuyas historias siempre están relacionadas de alguna manera con la historia de Romero. En la historia de Romero, dos cosas se manifiestan de manera eminente: “tanto la identificación con la suerte del pueblo pobre como la entrega incondicional por la causa de su salvación en todos los niveles, comenzando por el más inmediato y urgente, el mero hecho de vivir, hasta la participación plena en la vida de Dios”.51 En otras palabras, no es que la vida y la muerte de Romero sean más importantes que las de los miles de salvadoreños que vivieron y murieron en esas décadas, sino que la vida y la muerte de Romero arrojan luz sobre esas otras vidas y muertes.
Óscar Romero es hijo de la iglesia. Con esto quiero decir que creció en el seno de la iglesia. Amaba a la iglesia como madre y al Papa como padre. Su adopción del lema ignaciano sentir con la iglesia en 1970 fue una expresión apropiada de su adhesión filial a la iglesia en su rica complejidad. Como hijo, Romero estaba dispuesto a trabajar donde sus padres eclesiales lo necesitaran. En su caso, esto significaba ser un pastor. Es importante recordar que sus tres años como arzobispo representan una pequeña fracción de la vida de ministerio de Romero. Cuando asumió este rol de liderazgo en 1977, Romero ya había pasado veinticinco años en el servicio sacerdotal en la parroquia de San Miguel y ocho años de servicio episcopal divididos entre San Salvador y Santiago de María. Estos treinta y tres años no deben dejarse de lado en la idea errónea de que representan al viejo Romero, conservador y tradicionalista. Por el contrario, creo que estos años son cruciales para comprender al hombre que fue conocido simplemente como Monseñor. Por mucho que cambió a lo largo de su vida y de la transformación que experimentó la noche que estuvo frente al cadáver de su amigo el Padre Rutilio, el arzobispo de San Salvador siempre fue y siguió siendo hijo de la iglesia.
Óscar Romero es un padre de la iglesia latinoamericana. ¿Qué es un padre de iglesia? En el Nuevo Testamento la figura de Pablo presenta un importante precedente para este título posbíblico. Pablo llama a los cristianos en Corinto sus “hijos amados”, y les dice “…aunque tengáis diez mil maestros en Cristo, no tendréis muchos padres, pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Cor 4, 15). Pablo llama a los gálatas “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gal 4, 19). Tradicionalmente, el término padre de la iglesia se ha reservado para los obispos ejemplares que dirigieron a la iglesia a través de las controversias políticas y teológicas de los primeros seis siglos. Si bien no hay una lista oficial, ciertos rasgos comunes caracterizan a los padres de la iglesia. José Comblin identifica cuatro: una vida santa, una fe ortodoxa, una comprensión de los signos de los tiempos y el reconocimiento popular.52 Los padres de la iglesia no eran teólogos académicos sino pastores o monjes dedicados a la edificación de la iglesia.
El título padre de la iglesia es una manera correcta de recordar a Romero. En la era patrística, los obispos de Asia Menor que asistían a los Concilios de Nicea fueron llamados padres porque su enseñanza fue recibida como apostólica por la iglesia universal. En la era contemporánea, Elmar Klinger argumenta: “Los obispos de América Latina ayudaron a establecer el rumbo futuro de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, que según Pablo VI compartió el mismo estatus que el Concilio de Nicea”.53 En particular, los obispos de América Latina han ayudado a la iglesia universal a asumir la opción por los pobres y reconocer la centralidad de la liberación en el mensaje del Evangelio. Los obispos de la era patrística a menudo pagaron un alto precio por su ortodoxia. Muchos de ellos sufrieron persecución, tortura e incluso fueron asesinados por defender las doctrinas de la iglesia. Estas historias están tan