Correr al máximo nivel. Arthur Lydiard
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Participé en un experimento inusual en Oshkosh, Wisconsin, en uno de mis viajes a Estados Unidos. Algunos de los pacientes esquizofrénicos del Hospital Psiquiátrico de Día de la Universidad de Wisconsin, la mayoría de ellos con depresión, empezaron un programa de jogging. Al cabo de diez semanas, el setenta y cinco por ciento se había recuperado de su depresión.
El objetivo de la terapia era muy simple: aprender a estirarse antes y después de correr y practicar movimientos agradables entre 30 y 45 minutos, sin cubrir ninguna distancia concreta a un ritmo determinado. Los investigadores, dos profesores adjuntos de psiquiatría de la universidad, John Greist y Marjorie Klein, un terapeuta de jogging, Roger Eischens, y un médico de Madison, John Faris, eran corredores que habían notado que su propia melancolía pasajera prácticamente desaparecía mientras estaban corriendo.
Una de sus conclusiones fue: «Si hay algún secreto en el éxito de nuestros pacientes, al tratar su depresión con el jogging, es que han intentado correr cada día y ahora quieren hacerlo al día siguiente».
La concepción del entrenamiento sin tensiones es un planteamiento excelente.
Ya hemos visto resultados parecidos en Nueva Zelanda, porque muchas personas que se apuntaron a la práctica del jogging tenían tendencia a ser neuróticas. Eran egocéntricas e introvertidas. La mayoría trataba su neurosis con nicotina y alcohol. Todo esto cambió cuando conseguimos que practicaran jogging con asiduidad. Redujeron radicalmente su consumo de tabaco y de alcohol, los efectos externos de sus neurosis. En otros casos, incluso abandonaron esos malos hábitos. Se sintieron más seguros y autosuficientes, empezaron a verse con más gente y abandonaron sus inhibiciones.
Capítulo 5: Cómo empezar a correr
Has decidido que quieres empezar una actividad o un deporte que te proporcione mayor satisfacción para disfrutar más de la vida (pero no tener grandes músculos o una gran fuerza, sino alcanzar una forma física, como la de López). Primero, hay que hacerse una revisión médica. Hay que decirle al médico lo que quieres hacer y que te haga un examen adecuado para saber lo que debes o no debes hacer. Tal y como hemos dicho anteriormente, algunos jóvenes han fallecido en carreras populares por causas insospechadas o inadvertidas. Los niños pueden también tener problemas de salud: hay casos de muchachos que han fallecido en carreras de sprint porque nadie sabía que padecían problemas cardíacos. No te arriesgues a ser uno de ellos. Hay pocos médicos actualmente que no reconozcan la importancia del ejercicio controlado o que no entiendan sus beneficios.
Una vez tengas el visto bueno, piensa si realmente quieres correr. A algunas personas no les gusta. Valora las posibilidades y decídete por algo que te haga feliz, porque disfrutar es uno de los requisitos fundamentales de este proyecto.
Una persona corpulenta, quizá con sobrepeso, debería valorar que cuando empieza a correr irá lenta y que su peso supondrá que deberá trabajar duramente. Cuanto más rápido corra, más ligera irá. El velocista, por ejemplo, no corre de talón a punta. Su centro de gravedad va por delante tan rápidamente que aterriza sobre las bolas de los pies. Su talón sólo toca levemente la pista antes de que la punta salte a la siguiente zancada.
Los pies del corredor deben bajar casi planos hacia fuera del talón, rodar sobre las bolas del pie y, luego, en una zancada ideal, volver a impulsarse con las puntas. Por eso, unas zapatillas adecuadas son un elemento fundamental del equipamiento del corredor. Hablaremos de este tema más detalladamente en otro capítulo, porque el calzado ha de soportar las sacudidas y los golpes adecuadamente. Si no, las articulaciones se resentirán.
El ciclismo es un buen ejercicio para el desarrollo cardíaco y la buena forma física general, si correr no te convence. También puedes remar y obtendrás unos resultados excelentes, porque se ejercitan movimientos de piernas-brazos y brazos-piernas. La natación es beneficiosa, pero no es tan eficaz, porque el peso corporal se aguanta contra la gravedad en el agua.
Sea cual sea la actividad que escojas, el principal requisito es que practiques el ejercicio de esta actividad dentro de unos límites estrictos. Muchas personas, por desgracia, son competitivas por naturaleza, sobre todo si tienen algún amigo o vecino que corre, va en bicicleta o rema a más velocidad que ellas. Es posible que se sientan tentadas a exigirse unos esfuerzos ineficientes e incluso peligrosos por una cuestión de orgullo o de desafío.
Comprueba la progresión de tu desarrollo cardíaco durante varios años, incluso durante toda la vida. Iremos mejorando cada vez más a medida que avanzamos, siempre que no hagamos sobreesfuerzos por competir contra los demás desde el comienzo. El objetivo debe ser conseguir una mejor forma física, no ganar a un individuo en una pista.
Busca el asesoramiento de los mejores deportistas de la actividad que quieres iniciar. No temas acudir a los campeones: a ellos les gusta ayudar a la gente. Pregunta a los preparadores más conocidos o que se han dedicado al deporte durante mucho tiempo. Ellos tienen amplios conocimientos, aunque no sean conscientes. Pídeles consejo y avanzarás más fácilmente, porque te enseñarán lo que deberás hacer y lo que deberás evitar.
Un buen preparador, por ejemplo, no tiene atletas lesionados. Sabe cómo protegerlos para que no se lastimen. Éste es un aspecto sobre el que profundizaremos y nos extenderemos más en otros capítulos.
Quien no esté habituado a correr o hacer jogging debe tener en cuenta el consejo médico de salir a correr tranquilamente durante, digamos, cinco minutos de ida y cinco de vuelta a casa. Si al volver tardas el mismo tiempo, significa que has aprendido a moverte aeróbicamente. Si tienes dificultad, es que has ido demasiado deprisa. Pero aunque te sientas bien en el camino de vuelta, no debes cometer el error de acabar con un sprint. La manera ideal de terminar es sentirte con ganas de seguir corriendo.
Este hábito de cinco minutos de ida y cinco de vuelta deberías practicarlo durante algunos días para acostumbrar a tus brazos, a tus piernas y a todos los músculos de tu cuerpo a la actividad. A partir de entonces, si eres principiante, puedes dedicar más tiempo.
Cuando puedas hacer cada día 15 minutos, o al menos día sí día no, incrementa el tiempo hasta los 30 minutos; luego, haz 15 minutos durante dos días; luego, otros 30 minutos, otros 15 minutos, etc. Permite siempre que tu cuerpo se recupere adecuadamente. Después, sal a correr 45 minutos, pero alternando carreras de 15 minutos durante dos días; y luego, corre durante una hora y añade dos intervalos de 15 segundos, si puedes aguantarlo. A continuación, vuelve a empezar alternando días, con una hora, dos medias horas, una hora, etc.
Más adelante puedes ampliar esta marcha como quieras. Es la manera más efectiva de hacerlo. Algunas personas empiezan a correr 15 minutos cada día, después 30, otro día 45. Piensan que es el modo más rápido de ponerse en buena forma. Pero lo cierto es que se tarda tres veces más para conseguir los mismos objetivos que si se tiene paciencia. No descuides los días para recuperarte, porque son fundamentales.
Tal y como hemos dicho, los primeros corredores del mundo, en Auckland, eran unos veinte ejecutivos. La mayoría había tenido anteriormente algún ataque cardíaco leve. Tenían entre 40 y 70 años. Al