La potencia del talento no mirado. Carlos March
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«Las generaciones anteriores se quedaron con mucho guardado adentro y eso les pesa en la forma de ser».
«La generación vieja nos ve raros porque somos más libres, nos expresamos más. No queremos seguir el mismo hilo conductor que el de la década de los 80».
«Son muy estructurados y cerrados. Dicen que aceptan o “te entiendo”, pero mucho no entienden. Quieren compararse, pero somos diferentes. Somos más liberales. Antes había mucho tema tabú y ahora se habla más abierto».
«Nuestros padres tuvieron hijos porque era lo que la sociedad imponía, pero no saben qué hacer con nosotros».
«A los adultos no les gusta que los saquen de la rutina, de lo repetitivo, no quieren ideas ni pensamientos nuevos. Desde que nacemos, tienen una expectativa de lo que debemos ser en función de lo que ellos creen y, cuando vos sos vos mismo, no te aceptan».
«Me sumé a un grupo donde la mayoría era gente de mi edad, gente que le gustaba las inversiones. Éramos diez personas que estábamos en temas de divisas, fuimos aprendiendo de a poco cómo invertir en el mercado. Los adultos me decían: “Es peligroso, vas a perder toda la plata”».
«Que se jubilen los adultos es casi imposible. Los adultos están acostumbrados a responsabilizar a otras personas, a no hacerse cargo. Se viven quejando».
«Sería bueno que los adultos cambien su pensamiento, siguen diciendo que las cosas son así y no van a cambiar».
«A mi familia la veo estancada. Yo hago mi propio camino y no me acompañan. Prefieren ir a lo seguro en lugar de intentar cosas nuevas. No se animan a cambiar un trabajo o de carrera. Yo pruebo otras cosas. Antes era moza. Cuando llegué acá no sabía muchas cosas y lo intenté».
«El futuro es tecnológico. Los adultos van a tener que capacitarse. Hay que crear una Arbusta para adultos. Los adultos tienen talentos que ni ellos saben, pero le tienen miedo a la tecnología».
«Todos los dueños de empresas de tecnología es gente adulta y necesitan millennials. Nosotros les solucionamos la vida a ellos. Una persona de 60 años puede ser un empresario muy bueno en organizar la empresa, pero los millennials son los que llevan adelante las tecnologías».
«Poder intercambiar con profesionales es una oportunidad genial. Nos da la oportunidad de mostrar el talento. No hay muchas posibilidades de poder decir tengo estas capacidades iguales a las tuyas».
«No soy menos importante que alguien más grande. Tengo 23 años y poder interactuar con alguien que tiene 40 años de profesional y saber que estoy a ese nivel me encanta. Mi project manager trabajó en una empresa grande y me enseña a ser como él y yo le enseño a otras personas y eso genera una cadena de compartir la información, enseñar y que te enseñen. Yo sé que mis hermanos chicos me van a enseñar a mí cuando sean más grandes».
«En mi generación, hasta ahora no hubo guerras. Las generaciones pasadas provocaron guerras, dictaduras y, en mi generación, no hubo nada de eso. Pasaron muchas cosas malas antes de que yo naciera. Nos dejan un legado horrible y, ahora, yo tengo que mejorar las cosas. Se quejan de lo nuevo, pero ¿qué hicieron las generaciones pasadas?».
«Estamos preparando un mundo mejor para nuestros hijos. Se supone que los que vienen estarán más agradecidos con nosotros que nosotros con nuestros padres».
La educación que deforma
Uno de los ámbitos dominados por los adultos que más cuestionamientos genera en los jóvenes, tal vez porque los tiene como víctimas directas, es el sistema educativo. Mucho de lo que frustra a la juventud tiene que ver con la educación que reciben y con todo lo que dejan de recibir en materia de formación. Un sistema diseñado en el siglo XIX, con docentes del siglo XX para formar jóvenes para el siglo XXI. Todos sabemos que esto no puede funcionar, más aún los jóvenes que no tienen conflicto de intereses con las estructuras actuales. Entonces, les irrita las pedagogías obsoletas, los enerva la cantidad de información inútil, los indigna la soberbia del profesor, los aburren las formas de enseñanza, los frustra ver que nada cambia porque ven que, en la realidad, todo cambia. Los enfurece estar dentro de un sistema educativo que saben que los deja afuera de las oportunidades.
De nuevo, se activa la escucha en Arbusta para garantizar que esa convicción de que se aprende a trabajar trabajando, sea el eje del diseño de los entrenamientos y el centro de la formación de los arbusters centennials que hacen oír sus comentarios sobre las debilidades del sistema educativo que debería formarlos. Aprovechamos entonces para compartir una síntesis de esas reflexiones.
«Los jóvenes tenemos un problema para progresar porque el sistema educativo falla por todos lados: si te toca un profesor bueno, es por suerte y no porque se deba a un sistema organizado. Es un sistema que te pone una nota que no sirve para nada. La escuela es todo lo opuesto a un lugar donde deberías aprender».
«Los profesores no acompañan a los jóvenes en su desarrollo. Los profesores bajan línea de un modo que hay que cambiarlo, te imponen que las cosas son de una determinada manera y eso hay que cambiarlo. Eso te desanima. Entonces, te impulsa la ira, porque hay mucha gente que la pasa mal».
«En el sistema educativo, al profesor no le interesa lo que te gusta sino que entiendas. Son pocos los profesores que dan clase; la mayoría son aburridos y no aprendés. En Historia había un profesor que hacía juegos en grupo para que aprendieras y era gracioso. Entonces, te llamaba la atención y aprendías más. Un profesor que está continuamente escribiendo y hablando, me aburre».
«Los programas de estudio, las ganas del profesor de dar las clases, los sueldos, hay que cambiar todo. Los requisitos para aprobar, los requisitos para entrar a las universidades. No puede ser que evalúen a treinta personas por el mismo conocimiento y no se consideren sus aptitudes, sus gustos. Yo no puedo estudiar Psiquiatría en la universidad porque no tengo aprobada Matemática del secundario».
«El gobierno da cosas, ofrece programas para potenciar habilidades técnicas y blandas. Si uno busca, siempre algo hay. Si buscás, podés encontrar. Lo que pasaba antes era que la gente, capaz, no divulgaba tanto esas alternativas por miedo a que, al hacerse conocidas, no fueran a estar más o perdieran sus propias oportunidades. Ahora, la gente divulga todo por todos lados. Pero, si no tenés conexión con esas cosas, no llegás».
«Con la educación en mi secundaria estoy disconforme. Te causa rechazo para cosas que luego tenés que estudiar en el futuro. El inglés lo odié en la secundaria y, ahora, no quiero saber nada. Con Matemática lo mismo: a mí me gusta, pero hay chicos que la odian. La educación es toda repetitiva. Todo se achicó: mi mamá tenía francés en el colegio y yo ya no tuve. Todo es más compacto. No ves ciertas cosas que podrían expandir tus posibilidades».
«No se respetan los tiempos de aprendizaje. Te exigen que aprendas algo para cierta fecha y se olvidan del objetivo que es aprender. Hay profesores que te hacen reflexionar, que te lo hacen más divertido y simple. En la enseñanza normal te dan mucha información en lugar de que sea algo más concreto».
«Hay muchos chicos a los que les pegan, que están solos en la calle y necesitan más un psicólogo que una escuela».
«Hay chicas jóvenes en mi barrio que dejan el estudio y después tienen pareja e hijos. Pero eso no sucede con mis compañeros y compañeras del colegio Bermejo, fuera del barrio. En el Bermejo, la mayoría de mis excompañeros están estudiando y trabajando; les cuesta un