La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales. Enrique Vásquez H.

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La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales - Enrique Vásquez H.

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Por ello, los sectores participantes más importantes en el proceso son el de salud y nutrición y, principalmente, el de educación de cada país (Araujo et al., 2013, p. 15). Sin embargo, la intervención de los responsables de los diferentes niveles de gobierno es aún más gravitante.

      Para la salud, por ejemplo, en el Perú se coordinó que las familias recibieran suplementos con multimicronutrientes en el Servicio de Cuidado Diurno de Cuna Más y se buscó que los menores contaran con el Seguro Integral de Salud (SIS) (Sanabria et al., 2016, p. 47). Sin embargo, no se encontró evidencia de que se hubiera establecido una alianza con el programa «Bienvenido a la Vida» del Ministerio de Salud, que operaba de manera experimental y que, justamente, apuntaba a los más pequeños. En cambio, en Colombia, el Ministerio de Salud y Protección Social diseñó el Esquema de Atención para los Primeros Mil Días de Vida, para asegurar una continua atención y seguimiento al desarrollo de los niños (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013, pp. 64-65), siguiendo un esquema de intervención multisectorial. Similarmente, como parte de Chile Crece Contigo, en este país se planteó el Programa de Apoyo al Desarrollo Biopsicosocial, a cargo de los Servicios de Salud (MDS, 2015a, p. 41), el cual involucraba que diferentes actores públicos y privadas complementen sus intervenciones. Por lo tanto, en la línea de atención en salud y nutrición, la intervención se puede articular desde los primeros días de nacido para poder desarrollar una atención sostenida en la primera infancia. Sin embargo, siempre existirán dificultades de establecer arreglos institucionales fluidos y eficaces al 100%.

      En el caso de la educación, se ha buscado la cooperación interinstitucional entre direcciones especializadas. Por ejemplo, en el Perú, estos convenios se han centrado en el uso de locales del sector educación (Sanabria et al., 2016, p. 48) y en la promoción del uso de un currículo nacional (Midis, 2013d, p. 2). En Chile, el sector educación ha sido el encargado de brindar la información y capacitación a menores y sus cuidadores (Minedu, 2015a, p. 42). En Colombia, el Ministerio de Educación Nacional estuvo a cargo de proveer los estándares de educación inicial a partir de los cuales se diseñaron programas para todo el país, como el ICBF (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013, p. 89). Sin embargo, y aunque no parezca que deba suceder, muchos programas en la región seguían un currículo independiente del currículo del ente de educación (Araujo et al., 2013, p. 64). Pese a ello, este último caso no representa el mayor problema con la articulación, pues la falta de coordinación institucional (horizontal o vertical) se presentaba en general en la mayoría de los programas o instituciones y a nivel intergubernamental.

      Para otras labores, se consideró también la necesidad de trabajar y manejar la información de los participantes con fines de articulación de diversas intervenciones. Por ejemplo, en el Perú, Cuna Más promovió, con el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), que los participantes pudieran obtener el documento nacional de identidad (DNI) (Sanabria et al., 2016, p. 48). Este era un punto de partida clave por el cual el Estado debía intervenir a fin de asegurar que el niño o niña «existiera» como sujeto de derecho en los registros oficiales del Perú. Colombia ya había hecho notar la necesidad de mejorar dichos sistemas de información para mantener actualizados los datos de los menores (Comisión Intersectorial de Primera Infancia, 2013, p. 102). En este país, se resaltó la necesidad de estructurar y dirigir bien los procesos dentro de esquemas intersectoriales como este. De manera similar, en el Perú, se planteó la necesidad de «generar mayor interacción con las instituciones locales para mejorar la operatividad del servicio» (Sanabria et al., 2016, p. 48). Para ello, el registro de identidad se convertía en el primer paso clave para asegurar una adecuada intervención.

      En síntesis, una buena articulación es necesaria para poder reforzar y mejorar el desarrollo de los objetivos planteados para los beneficiarios. Cuna Más ha demostrado que es posible el trabajo coordinado no solo en el ámbito de la salud y la educación, sino también con los diversos programas sociales bajo la dirección del Midis y otros sectores. Un ejemplo de esto es la articulación que presenta la iniciativa con el Programa de Apoyo a los más Pobres «Juntos» para compartir buenas prácticas respecto a la prevención de la desnutrición crónica y la anemia (MEF, 2018b, p. 18). Es vital continuar este camino, es decir, que los organismos puedan buscar una mayor coordinación y articulación entre ellos, pues así se facilitarán los procesos dentro de la provisión del servicio al usuario. De la misma manera, esta facilitaría la puesta en marcha de futuras evaluaciones, así como mejoras que se quieran implementar sobre la base del aprendizaje institucional.

      1.7 Conclusiones

      El desarrollo de una persona en la primera infancia es clave, pues determinará los rasgos y habilidades que pueda tener a futuro. En el Perú y en otras regiones, se han identificado grandes brechas en lo que respecta a resultados académicos cuando se comparan los sectores pobres o rurales con los de mejor nivel (Cueto & Miranda, 2015). El entorno familiar y quienes participan en este son importantes, y las consecuencias de estos factores se verán no solo en el desarrollo físico, sino también en el cognitivo y socioemocional; factor que, desde el siglo XXI, ha ganado cada vez más importancia, sobre todo para entender la probabilidad de que el joven se inserte en el mercado laboral.

      Para el caso peruano, el primer programa de atención a la primera infancia se creó en la década de 1990 y, tras cerca de dos décadas del Wawa Wasi, en 2012 se fundó el Programa Nacional Cuna Más. Para ello, se rescató el aprendizaje institucional de una diversidad de intervenciones. Algunas resultaron positivas y otras no, pero siempre se buscaba corregir las limitantes o fallas. Con distintos enfoques, objetivos e instrumentos, programas similares se han dado en la región, así como en el mundo. Dos modalidades son identificables: un servicio de cuidado en centros especializados o una atención dirigida a hogares ante la presencia de alguna dificultad. Para identificar beneficiarios, se aplica la focalización, que, aunque es el método más usado, debe estar técnicamente especificada y, sobre todo, apoyada en un óptimo sistema de información. Tanto en los bienes y servicios provistos, como en la información, educación y capacitación ofrecidas, se observa un debate sobre cuál es la mejor forma de atención por brindar en cada caso, y cómo garantizar e incentivar a la persona encargada para que esté capacitada y brinde la atención requerida.

      La preocupación sobre reducir las brechas que se presentan cuando un niño entra en edad escolar ha incentivado a definir estos estándares y, posteriormente, hacer un seguimiento con los indicadores correctos para evaluar los resultados. Se ha observado que la primera infancia requiere de atenciones estrechamente coordinadas con organismos de educación y salud, y articuladas entre los diferentes niveles de gobierno. A pesar de los esfuerzos desplegados, preocupaba aún que el Perú se posicionara como uno de los países que menos gastaba por infante en la región (Alcázar & Sánchez, 2016, p. 22), por lo que mejorar la calidad de estos servicios más allá de la cobertura era uno de los factores por priorizar a futuro.

      1 Con apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo, la Comunidad Europea y el Programa Mundial de Alimentos (MEF, 2009a, p. 2).

      2 A 2017, el presupuesto institucional modificado del programa fue de S/ 371.704.764 (MEF, 2018).

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