La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales. Enrique Vásquez H.

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La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales - Enrique Vásquez H.

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todo esfuerzo por identificar, atender y monitorear a menores de 3 años en la Sierra, y sobre todo en las zonas rurales, será siempre un mérito que reconocer.

      Se sabe que la entidad nacional está logrando atender a cada vez más niños, pero ¿cuántos de ellos se estimaba que todavía estaban fuera de la cobertura de Cuna Más? En la memoria anual de 2018 del programa nacional, se presentó la evolución tanto de la población objetivo como de la población meta para cada año en particular. A partir de estas cifras, se pudo calcular la proyección de la cantidad de niños desatendidos a 2018, como se ve en la tabla siguiente (Midis, 2019).

      Tabla 1.2 Evolución de la población objetivo dejada de lado por el programa Cuna Más, 2012-2018

2012201320142015201620172018
Población meta62.20289.875109.094135.367136.582160.258170.610
Población objetivo822.446814.741807.104807.046800.260794.709789.810
Dejados de lado760.244724.866698.010671.679663.678634.451619.200

      Fuente: Midis (2019); elaboración del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

      La urgencia de ampliar la cobertura de un programa tan estratégico, por lo que implica atender a la primera infancia, es incuestionable. Aunque se observa que Cuna Más ha aumentado la cantidad total de niños atendidos a lo largo de los años, a 2018 más de 600.000 aún no lograban gozar de los beneficios: solo uno de cada cinco niños pobres menores de 3 años era atendido por Cuna Más (Midis, 2019).

      Definitivamente, el programa peruano ha avanzado, pero necesita ampliar y mejorar su capacidad de intervención. Por ello, resulta interesante analizar qué herramientas de identificación se han desarrollado a nivel internacional con el objetivo de identificar mejor a sus usuarios. En términos generales, en el exterior se ha buscado priorizar la atención de niños de hasta 3 años (en algunos casos, hasta los 5) que requerían este tipo de intervención. Por ejemplo, en países como Uruguay, aunque se especificaba que el límite máximo de la edad de atención era hasta los 3 años, se buscaba dar énfasis y ampliar la cobertura principalmente a los niños menores (de alrededor de 1 año) (INAU, 2017).

      Una de las principales herramientas usadas, tanto para estos como para otros tipos de programas, es la focalización, para poder atender primero a los más vulnerables. Normalmente, se puede hacer focalización de tipo geográfico, en espacios rurales, aunque los criterios por seguir pueden variar según la modalidad de la atención. Un criterio de focalización interesante aplicado en Colombia, que contaba con el Sistema de Identificación y Clasificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales (Sisben), era un índice de pobreza multidimensional con el cual se podían priorizar las intervenciones que impactaban directamente a la primera infancia (González & Durán, 2012, p. 190).

      No cabe duda de que la alternativa de priorizar una o varias localidades específicas en un país, como ocurrió en Bolivia, también puede ser válida. Por ejemplo, el programa Crecer para Vivir Bien solo se implementó en un principio en municipios dentro de los departamentos de Chuquisaca y Potosí, por el alto nivel de pobreza evidente y sus necesidades de salud (Bedregal et al., 2016, p. 16). Cuando las desigualdades son obvias, no hay tiempo de esperar, sobre todo cuando las amplias brechas por condiciones socioeconómicas afectan a todos, y en particular desde esta temprana edad (Guerrero & Demarini, 2016, pp. 192-193). Sin embargo, tampoco se debe ir al extremo de la universalización de intervenciones de algún AEPI, sino que siempre corresponde priorizar a las poblaciones en pobreza o con limitaciones, es decir, las más vulnerables. Asimismo, cabe resaltar que, en el Perú, muchos de los departamentos más vulnerables en la Sierra rural son también aquellos más difíciles de alcanzar. Esto tanto por su lejanía como por diferencias culturales (Boyd & Rentería, 2018).

      Mirando formas particulares de identificar beneficiarios, se halló la óptica de intervenir a los padres o tutores que no podían atender de manera adecuada a sus hijos menores por condiciones laborales o de pobreza. Este enfoque se dio en el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras en México, en su modalidad de Apoyo a Madres Trabajadoras y Padres Solos (Sedesol, 2017b, p. 1). Sin embargo, el programa se basaba principalmente en transferencias monetarias condicionadas. Por ello, cabe analizar una modalidad vinculada más estrechamente con Cuna Más. Esta es el Impulso a los Servicios de Cuidado y Atención Infantil, que seguía los lineamientos de cualquier AEPI. En este caso, se ponía énfasis en las personas que deseaban encargarse de un centro (Estancia Infantil), ya que se les financiaría la adecuación del lugar y otros gastos necesarios (Sedesol, 2017b, p. 2). Cuando no se empleaba la focalización, como en estas modalidades, se solicitaba a los padres o tutores (primera modalidad) o a las personas interesadas (segunda modalidad) hacer la solicitud a las autoridades, quienes debían comprobar y evaluar que se cumplieran ciertos criterios para poder brindarles el servicio. Nuevamente, para el caso peruano, las diferencias culturales entre las diversas regiones dificultan la expansión del programa. En diversas áreas de la Sierra y la Selva hay un alto grado de dispersión entre los focos de población, así como dificultad de acceso (Betalleluz, Nadramija, & Sanabria, 2016).

      En general, la focalización ha sido un método muy empleado. Asimismo, se optó por abordar a los padres o tutores como mecanismo para generar impactos positivos en los niños, o intervenir a adultos y niños de manera simultánea. Esta última alternativa ha sido la de mayor uso. Cuando la focalización se centraba solo en los padres, se descuidaba que el verdadero objetivo debían ser los niños menores de 3 años (Baker-Henningham & López-Boo, 2013, pp. 32-33). Esto es importante para los servicios de atención rural, en los que hay que considerar que la focalización es geográfica (Araujo et al., 2013, p. 47) y que en algunas oportunidades las distancias viales y culturales impiden la fluidez del programa. Por lo tanto, la focalización (individual o geográfica, según corresponda) puede tomarse en cuenta para ambas modalidades de los programas, dado que otros criterios u indicadores (pobreza, riesgo, trabajo de madres) pueden producir resultados heterogéneos.

      1.2 Modalidades de intervención

      La atención a la primera infancia demanda una intervención diversa y especializada a la vez. Las diferencias en las características de la población generan la necesidad de implementar enfoques variados para atender las vulnerabilidades. Para ello, es importante tener en claro qué tipos de productos y/o servicios son pertinentes para cada grupo de menores (y sus familias), respetando sus lenguas, contextos y culturas particulares. Esto explica que existan diferentes modalidades de intervención, a saber:

      Visitas al hogar, reuniones de grupos de padres, guarderías o salas-cuna con componentes educativos, información sobre el desarrollo infantil integrada a la rutina de visitas de atención a la salud y/o difundida a través de los medios de comunicación. (Baker-Henningham & López-Boo, 2013, p. 35)

      El primer modelo de atención implica establecer centros del programa para niños de una comunidad. En el Perú, se los clasificaba como Servicio de Cuidado Diurno dentro del Programa Cuna Más y estaban enfocados en el ámbito urbano. Los niños menores de 3 años asistían de lunes a viernes de 8 a. m. a 4 p. m. con la finalidad de recibir una atención alimentaria y nutricional y ser monitoreados en actividades conducentes a su crecimiento (Programa Nacional Cuna Más, 2017).

      Los centros infantiles debían contar con características de seguridad y salubridad adecuadas, además de los servicios básicos, tanto en lo que respecta al ambiente como en los materiales que se asignaba a los menores, como en el caso del Perú (Midis, 2013d, p. 3). En lo que respecta a la alimentación y nutrición de los niños, los distintos centros se diferenciaban en cuanto

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