Observando observadores. Rodrigo Flores

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Observando observadores - Rodrigo Flores

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cierta medida, es coincidente con el análisis realizado por la metodología cualitativa, pues por medio de la utilización de las técnicas nos interesa rescatar la semántica que se encuentra presente en la sociedad (Gutiérrez y Delgado, 1994) en cuanto dicha comunicación es tributaria de un nivel de emergencia distinta a la individual, creencia sociológica que lleva más de cien años (Durkheim, 2003).

      Analizar la comunicación permite aislarla como fenómeno social y observar en ella otras distinciones; por ejemplo, su mecanismo especializado de transmisión, el lenguaje, dispositivo que permite hacer reflexiva la comunicación. Es con el lenguaje que la comunicación puede referirse a sí misma (Luhmann, 1993) y completarse como “cierre” comunicativo. Ello no siempre ha sido bien entendido, pues nuestras técnicas cualitativas habitualmente se despliegan en ambientes interaccionales y tendemos a personalizar la información. La misma idea tan arraigada en metodología cualitativa de “actor social” que tiene cabida en un “escenario”, confunde y personaliza el análisis. Muchos consejos y directrices pretenden justamente hacer tratable esta complejidad personal; por ejemplo, la misma idea de Rapport. El análisis debe hacerse sobre la comunicación que emerge por medio de la aplicación de las técnicas y ella debe ser entendida como distinta de las disposiciones personales que le dieron origen. Por ejemplo, cuando realizamos/analizamos historias de vida, nos interesan los casos particulares en cuanto ellos son el reflejo de la semántica que tiene cabida en la sociedad y no necesariamente en sus características estructurales. De ahí la importancia del muestreo teórico, tal como lo realizó Lewis en sus obras La cultura de la pobreza y Los hijos de Sánchez. Si la comunicación es selectividad coordinada (Luhmann, 1993), entonces la doble contingencia hay que entenderla como productora de emergencia social, no como la puesta en juego de significados intersubjetivos, y que puede ser rescatada por medio de técnicas cualitativas.

      b) Si centramos nuestro análisis cualitativo en la comunicación, entendemos que ella es “generada” (Maturana, 1997) y co-construida entre un observador y un sistema observado (Rodríguez, 1992). Se entiende que no es una realidad externa “observada” o “levantada”; no es una cosa ni tampoco un dato que está allá afuera, lejos de la experiencia del observador como se ha propuesto desde la sociología clásica (Durkheim, 2003). En este sentido, nos atrevemos a proponer el reemplazo de la idea de dato empírico, que explicita una idea de realidad inmanente, externa al investigador, por el concepto de información, la que debe ser generada por medio de la utilización de las técnicas cualitativas. Para ello, seguimos a algunos autores (Maturana, 1997), que plantean el reemplazo de la idea de objetividad tradicional —entendida como un argumento explicativo que tiene por fin la obligatoriedad de aceptación de los enunciados—, por la de objetividad, que reúne las características antes descritas por nosotros; y la noción de realidad representada, por la noción construcción de conocimiento. En tal tránsito, se debe tratar la observación de distinciones presentes en la comunicación como fuente de análisis, ya que ellos son la expresión de los medios observacionales e interpretativos disponibles en el repertorio de la sociedad.

      c) La metodología cualitativa genera conocimiento, estableciendo distinciones pertinentes sobre las comunicaciones que realizan los sistemas sociales parciales en la sociedad. La distinción es el trazo que marca una diferencia, la cual denota dos lados de un fenómeno (Spencer-Brown, 1979). No es posible conocer sin establecer una distinción, pues la distinción permite “crear diferencias”. Lo que hace la distinción es interrumpir un continuo entre lo que se observa y lo que permanece en el trasfondo: se refiere a algo que se indica (indication) y simultáneamente se distingue del resto (distinction). La operación de la observación siempre comprende los dos momentos de indicación y distinción, que aparecen conjuntamente: cuando se tiene una indicación se tiene siempre una distinción y viceversa. Tales reflexiones son consistentes con la idea de codificación abierta de la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967). La función de los códigos es justamente realizar una abstracción, altamente conceptual, del material objetivado —sea una transcripción o una imagen— que dispone el investigador. Por medio de los códigos se realiza un proceso de “síntesis” del material registrado, uniendo propiedades y dimensiones (Glaser, 1978). Este proceso no deja de ser creativo y altamente construido por el investigador.

      Como lo sugiere la lógica del observador (Maturana, 1997; Rodríguez, 1992), no se pueden generar explicaciones sobre fenómenos sociales, si ellos son considerados en forma independiente de las operaciones mediante las cuales se generan. De este modo, la investigación cualitativa permite y hace posible el conocimiento mediante la observación y descripción de observaciones; es decir, haciendo distinciones e indicaciones cuyos resultados constituyen horizonte o piso para la emergencia de nuevas distinciones e indicaciones en forma recursiva (Spencer-Brown, 1979). Sabemos que una vez trazada la primera distinción, todas las distinciones siguientes tienen su base en ella; sin embargo, no puede ser traída a la sociedad sino en cuanto comunicación.

      d) En cuarto lugar, si aceptamos la centralidad de la comunicación, entonces es objetivo de la metodología cualitativa buscar sus elementos comunes en los sistemas propios de la diferenciación vertical establecidos por la teoría de sistemas: interacción, organizaciones y sociedad (Luhmann, 1998). Ello supone evidenciar una serie de problemas, los que deberían ser salvados por nuestras técnicas. Por ejemplo, el acceso a los sistemas funcionalmente diferenciados de la sociedad no es directo. Sabemos sus problemas y su comunicación dominante, pero no sus características específicas. Asumimos que la tradición indica que nuestras técnicas se encuentran ancladas en sistemas interaccionales. En este sentido, las técnicas cualitativas, desde la perspectiva de una metodología de sistemas fundamentada, debería generar estrategias que permitieran encontrarse orientadas a relevar la comunicación dominante de los sistemas parciales de la sociedad, no sólo dando cuenta de sus códigos, sino también programas y operatorias específicas. Este trabajo se encuentra en fase de desarrollo por diversos autores, aunque reúnan otras perspectivas metodológicas (Mascareño, 2006).

      Menos problemáticos resulta el acceso de las técnicas cualitativas a sistemas de menor complejidad, como organizaciones e interacciones. En el caso de las organizaciones, algunos autores han propuesto el desarrollo de estrategias cualitativas que sean capaces de dar cuenta de la recursividad de las decisiones y sus premisas latentes (Rodríguez, 1992). Ello obliga a abordar en forma adecuada el problema de la formalidad/informalidad organizacional. La formalidad se representa en el ámbito decisional como lo previsto que ocurra, lo formal, lo que debe suceder. Asociado a su estructura, procesos y procedimientos. Lo informal recae en lo no previsto, no decidido y esperado; es decir, contingente (motivaciones específicas, satisfacción, liderazgo, identificación y compromiso, etcétera). Las técnicas cualitativas aparecen como adecuadas para dar cuenta de las comunicaciones de decisiones y expectativas condensadas.

      En el caso de las interacciones, se debe reconocer la ventaja evidente que poseen nuestras técnicas cualitativas al desplegarse en estos ambientes, lo que no implica necesariamente que no puedan capturar información de otras complejidades sistémicas. Con tal afirmación contradecimos las propuestas desarrolladas por otros autores, quienes ven en las técnicas cualitativas una limitante estructural para dar cuenta de su complejidad (Mascareño, 2006). Nuestra propuesta es entender que cuando realizamos investigación cualitativa, nos encontramos desplegando técnicas que nos permitan generar información en la sociedad que no requiera necesariamente copresencia, aunque la suponga. Los medios técnicos de registro y el despliegue de instrumental virtual comienzan a dar luces de que estos procesos de indagación son posibles de realizar por medio de nuestras técnicas.

      e) En quinto lugar, quisiéramos relevar la importancia de la utilización de técnicas grupales. Si seguimos los postulados del punto b) y d), las técnicas cualitativas debieran ser reconceptualizadas para dar cuenta de la complejidad de la sociedad moderna. Los instrumentos deben focalizarse en una observación que apunte a desentrañar las formas del ver y del leer cotidiano —de acuerdo a las operaciones en las cuales basan sus observaciones; es decir, quedar desplegadas en la búsqueda de la semántica comunicacional. Desde nuestra perspectiva, este es el caso de las técnicas grupales que aparecen como más apropiadas para

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