Un pirata contra el capital. Steven Johnson

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Un pirata contra el capital - Steven Johnson

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en unos tejidos, como tributo al Gran Mogol. Sin embargo, la carta del rey Jaime cautivó la atención de Jahangir. “Se dirigió a mí con toda cortesía –escribiría Hawkins más tarde–, prometiéndome por Dios que me concedería de grado todo lo que mi rey solicitaba en su carta, y más aún, si Su Majestad lo requería”. Los dos hombres descubrieron que tenían un idioma en común, el turco, y en una larga conversación sobre las distintas naciones de Europa comenzó a pergeñarse una compleja amistad que se prolongaría durante casi cuatro años.

      La travesía desde Surat había despojado a Hawkins de casi todas sus pertenencias y en ella a punto estuvo de perder la vida varias veces. De la noche a la mañana, merced al Gran Mogol, se vio llevado en volandas a una vida llena de lujos. Jahangir declaró que Hawkins debía ejercer como “embajador residente” en Agra. Según el historiador William Foster, “fue nombrado capitán de una compañía de cuatrocientos caballos, se le asignó una prestación cuantiosa, desposó a una doncella armenia y ocupó un lugar entre los grandes de la corte”. Hawkins se deshizo de su raído atuendo de tafetán y empezó a vestir “de la guisa de un noble mahometano”.

      Durante su estancia en Agra, Hawkins hizo importantes aportaciones al venerable género de la literatura “orientalista” y contribuyó a que los europeos se maravillaran ante la opulencia de las élites indias. Toda la segunda mitad del diario que Hawkins escribió en la India es un minucioso inventario del extravagante estilo de vida del Gran Mogol: “Su tesoro es como sigue”, anuncia Hawkins para proceder luego a enumerar sus “monedas de oro”, las “gemas de toda clase”, las “piedras preciosas engarzadas en oro”, las “bestias de toda condición”, hasta el mobiliario incrustado de joyas de palacio:

      La fascinación de Hawkins por las riquezas sin parangón del tesoro mogol nos recuerda la importancia del marco conceptual que modeló los encuentros entre Europa y la India en este periodo: muchos europeos dan por hecho que la India era la más rica de esas dos culturas. Midiendo puramente la producción de bienes de lujo, no había punto de comparación. Los economistas, no obstante, creen hoy que el PIB per cápita de la India del siglo xvii era cercano al de la Europa coetánea, pero en aquella la riqueza estaba mucho más concentrada en manos de las élites. Puesto que principalmente se conocían los palacios, jardines y el resto de los espacios de la clase alta, pensados para hacer ostentación, la India parecía a los europeos más avanzada, rica y civilizada que su continente de origen.

      En su descripción del atuendo del Gran Mogol Jahangir, Hawkins apunta un posible origen de sus vastas riquezas:

      Sin embargo, William Hawkins no era solo el emisario del rey Jaime. También fue una especie de heraldo del futuro. Estaba en la India representando tanto a un Estado nación como a una empresa privada: la Compañía de las Indias Orientales.

      Esto es lo que, en última instancia y en perspectiva, confiere especial importancia a aquel encuentro entre Hawkins y Jahangir: fue el primer contacto entre dos estrategias muy distintas de acumulación de riquezas. La primera era un viejo truco, casi tanto como la agricultura: declararse emperador, rey o mogol y extraer las rentas de todas las personas sometidas en forma de gravámenes y aranceles. Este enfoque tenía un largo historial de éxitos: el “número infinito” de joyas y gemas que poseía Jahangir marcaba el tope de los retornos de tal estrategia, que en ese momento histórico no era raro alcanzar. Si uno quería unirse al club de los multimillonarios en el siglo xvii, la vía más rápida era aquella etiqueta, enteramente ficticia, de la “sangre real”. Pero eso estaba a punto de cambiar. En unos pocos siglos, las monarquías se convertirían en pensionistas de clase alta y vivirían de las aún cuantiosas pero siempre decrecientes ayudas públicas. El dinero de verdad había que hacerlo de otra manera.

      La mayor parte llegaría a través de sociedades, gracias a sus acciones y sus accionistas. Las familias reales apenas asoman en las listas de Forbes 100 últimamente. Hoy los escalafones superiores están ocupados casi totalmente por personas que han participado en ofertas públicas o semipúblicas de acciones empresariales, ya sea como fundadores (Bill Gates, Jeff Bezos) o como inversores (Warren Buffett). Como representante de la Compañía de las Indias Orientales y también emisario del rey Jaime, Hawkins estaba sirviendo a dos señores distintos. Había jurado lealtad a un rey británico que, en lo referido al menos al modelo económico feudal que lo sostenía, mantenía significativas similitudes con Jahangir. Hawkins, no obstante, representaba también a la Compañía de las Indias Orientales, que fue según la mayoría de expertos la primera empresa por acciones de la historia.

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