Querido Timoteo. Группа авторов

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Así también, cuando David pecó cometiendo adulterio con Betsabé y cuando confesó el pecado en el salmo 51, él estaba muy preocupado por la prosperidad de Jerusalén: “Haz bien con tu benevolencia a Sión. Edifica los muros de Jerusalén.” (Salmos 51:18). El pecado es un “lujo” que el pastor no se puede dar: el costo para su pueblo es extremadamente alto. Por tanto, cuando el diablo merodee cerca de ti, buscando destruir tu familia y todo lo que has plantado en el ministerio, y tu misma vida también, recuerda que el Señor Jesucristo contestó al diablo con un versículo memorizado tras otro: “Vete, Satanás, porque escrito está…” (Mateo 4:10)

      Esto me lleva a otro aspecto de tu camino personal con Dios que será un cimiento en que tu ministerio pastoral sea fructífero: seguir el liderazgo y guianza de Dios con una obediencia absoluta momento a momento. Los pastores sienten constantemente la necesidad de guianza en sus ministerios: “¿Qué debo hacer ahora Señor?” La respuesta de Cristo nos muestra el camino. Mientras estaba en el desierto, el diablo tentó a Cristo: “Se le acercó el tentador y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: —Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mateo 4:3-4). Timoteo, por mucho tiempo, yo sentía que este versículo estaba sencillamente enseñándome que necesitaba tener un tiempo devocional diario. Recientemente he escarbado dentro del Antiguo Testamento y he llegado a la conclusión que esa aplicación no es lo suficientemente profunda. Jesús estaba citando Deuteronomio 8:3, y el contexto de ese versículo es vital:

      Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, seáis multiplicados y entréis a poseer la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu Dios, estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

      Dios llevó a Israel paso a paso por el desierto, humillando al pueblo y provocando que miraran a Dios por cada necesidad y para cada dirección fuera a la izquierda o a la derecha. De hecho, Dios entrenó a Israel para que miraran hacia Su boca y vivir y moverse solo con las palabras de la boca de Dios. Esto quedaba resaltado igualmente en sus movimientos de lugar a lugar como por cuando seguían la dirección de Dios por medio de la columna de humo y fuego:

      Cuando se alzaba la nube del Tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel. Al mandato de Jehová los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el Tabernáculo permanecían acampados. Cuando la nube se detenía sobre el Tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová y no partían. Y cuando la nube estaba sobre el Tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían. Cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, y a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían. (Números 9:17-21).

      Así que, en efecto el Señor Jesucristo estaba diciendo, “Satanás, no comeré sino solamente cuando Dios lo mande. No vivo solamente de pan sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. ¡Cuando Dios lo diga, entonces comeré nuevamente!”. Claro que nosotros ahora, esperamos que Dios “dé la palabra” de dirección para nuestras vidas específicamente a través de la Palabra escrita de Dios. Pero este entendimiento del contexto del Antiguo Testamento que está citando Jesús ha hecho que el aferrarse a “cada palabra que sale de la boca de Dios” sea algo más vivido en lo que respeta a la obediencia personal y diaria. Aquí es de donde vendrá la guía que buscarás para cada aspecto de tu ministerio.

      La memorización de la Escritura es por tanto, beneficiosa para tu vida privada delante de Dios. También es beneficiosa para la salud de tu familia. ¡Estoy encantado que Dios los este bendiciendo a ti y a Mary con otro niño! El ser padres es un gozo tan grande y un desafío también. Pero comprende esto, parafraseando a Jesús, “¿de qué le servirá a un pastor ganar una ‘iglesia exitosa’ si pierde su familia?” O, para ponerlo más bíblicamente, “pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:5). Tu esposa necesita tu amor y afecto constante, Timoteo. El memorizar Efesios 5 ha bendecido mi matrimonio constantemente. Cuando conduzco a casa después de un arduo día en la iglesia y mis ojos se ponen egoístamente sobre mi mismo, el Espíritu Santo coloca nuevamente sobre mi las palabras de la Escritura como un toque de corneta: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella…” y “El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, (Efesios 5:25, 28). En efecto, el Espíritu dice “Quita tus ojos de ti mismo, Timoteo, y ama a tu esposa”. A menudo, Dios ha usado cualquier pasaje que he estado memorizando para bendecir mis momentos de oración con mi esposa o como un medio para guiarme cuando actúo como cabeza espiritual del matrimonio. Esta disciplina también protegerá tu matrimonio de las increíbles tensiones que vienen con el ministerio pastoral.

      De la misma forma, el saturar tu mente con la Escritura te permitirá enseñársela a tus hijos y discipularlos apropiadamente. Tus hijos son tus discípulos principales: no los pierdas a ellos mientras tratas de ganar al mundo para Cristo.

      Nuevamente, la sabiduría de Deuteronomio te guía como padre y sacerdote de tu familia:

      Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. (Deuteronomio 6:4-7)

      Timoteo, en realidad no sé como puedes obedecer esto de una forma practica si no te dedicas a memorizar la Escritura. Para hablar “de ellas estando en tu casa y andando por el camino”, tienes que tenerlas en la memoria, o sino, llevar contigo una Biblia. Aun más contundente es la palabra “repetirás” (en la NVI; en muchas otras versiones “Enséñalas diligentemente”). Esta misma palabra es usada refiriéndose al sacar filo a la reluciente espada de Dios en Deuteronomio 32:41 y significa “afilar”. ¿Recuerdas aquel viaje de discipulado donde acampamos junto con otros hombres de nuestro estudio Bíblico? ¿Recuerdas a Kevin, como sacó su piedra de afilar y comenzó a afilar su hacha antes de preparar la leña para nosotros? El rozaba la piedra de afilar con el filo, una y otra vez, hasta que la orilla del hacha estaba filuda. Esto es exactamente lo que le pasa a tu mente cuando memorizas versos de forma perfecta: es tan sencillo y tan difícil como la repetición a través del tiempo, día tras día, mes tras mes. Eso es precisamente lo que Dios quiere hacerle a la mente de tus hijos: afila la Palabra de Dios dentro de ellos por medio de la repetición.

      Eso me recuerda otra ilustración de ese mismo viaje para acampar. ¿Recuerdas cuando les pedí a todos que consiguieran una piedra pequeña del río y otra del bosque? Hice que sostuvieran en la mano izquierda la piedra del bosque y en la derecha la del río para que todos pudiéramos ver. ¿Recuerdas la diferencia evidente entre la piedra del río y la del bosque? Steve dijo, “Sí, la del bosque está toda sucia”. Así que les pedí a todos que lavaran las piedras del bosque en el río, ahora todas estaban sin polvo u hojas. ¿Pero eran idénticas? No. Timoteo, tú fuiste el primero en notar la diferencia. La piedra del bosque era filosa y puntiaguda pero la piedra del río era perfectamente suave. Entonces, hice que pusieran sus piedras del bosque dentro del río mientras cenábamos (frijoles según recuerdo). Después de cenar, sacaron las mismas piedras del río y aun se miraban filosas y puntiagudas. Se podía entender el punto que quería comunicar: una piedra del bosque solo se vuelve suave después de años y años de estar sumergida en la corriente. Así es con tu mente y la Palabra de Dios. La santificación ocurre cuando has saturado tu

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