Estrategias de lucha contra el despojo:. Kelly Johanna Ariza Arias
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De esta manera, el corpus documental constituido solo contiene una parte de toda la interlocución, y esta parte se caracteriza por que la mayoría de sus documentos datan de la época entre 1960 y 1972. Esto se debe a que dichos documentos provienen de los archivos de las comunicaciones de la División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, la cual inició sus labores en 1960 y desde el principio su jefe, el señor Gregorio Hernández de Alba, prestó atención a los reclamos presentados por indígenas arhuacos. Con el envío por parte de la División de la Comisión de Asistencia y Protección Indígena a la ciudad de Valledupar en 1963, la comunicación con los arhuacos se facilitó y la interlocución fue más continua. Esta amplia cantidad de documentos recopilados de las décadas de los sesenta y setenta, tanto de las correspondencias indígenas como de las comunicaciones interinstitucionales de la División de Asuntos Indígenas y la Comisión de Asistencia y Protección Indígena, permiten tener una aproximación más completa a las dinámicas de la interlocución, algo que no es posible en las décadas anteriores.
Otra de las limitaciones del corpus, y específicamente de la interlocución entre indígenas arhuacos y entidades del Estado, es que en esta se omiten o son pocas las voces de otros actores, como los colonos o los misioneros capuchinos, e incluso de otros indígenas arhuacos. Por su naturaleza, en la interlocución trabajada solo se tienen los reclamos, denuncias y versiones de los hechos de aquellos indígenas que escribieron a entidades y funcionarios y cuyos documentos lograron recopilarse en el corpus. En el caso de los capuchinos, son pocas las fuentes que se tienen y que pueden dar luces de las posiciones de los misioneros con respecto a las problemáticas con los indígenas. Algunas de estas fuentes son los informes que la misión debía presentar ante el Gobierno para dar cuenta de sus procesos, así como algunos intercambios de correspondencias con la División de Asuntos Indígenas.
Una situación similar se presenta en el caso de los colonos, pues, aunque algunos de ellos, siendo ciudadanos particulares o autoridades civiles, también se comunicaron con diferentes entidades del Estado para presentar sus reclamos o respuestas a las acusaciones hechas por los indígenas, estos documentos son escasos en el corpus. En cuanto a las voces de otros indígenas, se debe tener en cuenta que enviar una carta, un memorial o un telegrama implicaba tener conocimiento de la escritura en castellano y tener los recursos para viajar al pueblo o la ciudad más cercana para hacer el envío. Esto hacía que los arhuacos tendieran a escribir sus comunicaciones de forma grupal, ya que la consecución de recursos económicos no siempre era sencilla y muchos indígenas no sabían escribir ni firmar; incluso en algunos documentos se delegaba a unas cuantas personas para que firmaran “a nombre de” otras o se “firmaba” con la huella dactilar.
Si bien estas dificultades pudieron ser superadas por algunos indígenas, seguramente con la ayuda de algunas personas u organizaciones aliadas, muchos otros arhuacos no presentaron sus reclamos ante el Estado, ya fuera porque no lo deseaban o porque no tenían los conocimientos ni los recursos para hacerlo. Entre estas otras voces indígenas se encuentran las de aquellos arhuacos cuyas perspectivas no coincidían con las de los líderes indígenas o con las de organizaciones como la Liga Indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta. Aunque son pocos los casos, en el corpus conformado se encuentran documentos en los que arhuacos se remiten a entidades estatales para refutar o contradecir los reclamos y las denuncias presentadas por líderes u organizaciones indígenas, por lo que siempre se debe considerar que dentro de la misma comunidad existieron diversas opiniones y experiencias, muchas de las cuales no se pueden divisar desde las fuentes analizadas.
Lo anterior se relaciona con otro aspecto que puede considerarse una limitación de los documentos trabajados: la dificultad para entender quiénes hablaban, especialmente en las correspondencias que fueron firmadas a nombre de la comunidad. Estos documentos, cuyos autores no son identificables y que son una parte importante de la totalidad de fuentes de autoría indígena del corpus, hacen que el reconocimiento o el seguimiento de los líderes indígenas no siempre sea posible, principalmente en aquellas décadas de las que no se tienen muchos documentos, como las de los años veinte y cuarenta.
Una última limitación de las fuentes de interlocución recopiladas en el corpus documental es la dificultad para identificar la colaboración de los aliados, entendidos como personas u organizaciones vinculadas y no vinculadas al Estado que ayudaron a los líderes arhuacos con la presentación de sus reclamos o la búsqueda de soluciones a sus problemáticas. El caso más representativo de estos aliados es la División de Asuntos Indígenas y su Comisión de Asistencia y Protección Indígena, pues sus funcionarios se mostraron dispuestos a dar solución a los reclamos de los arhuacos que se remitían a esta entidad, ya fuese que las soluciones a las problemáticas estuviesen en las manos de la División y la Comisión o que no. En los casos en los que la División de Asuntos Indígenas no estaba en capacidad de resolver los reclamos, estos eran remitidos a las instituciones que sí podían hacerlo, y se hacía un atento acompañamiento a los procesos llevados por estas instituciones para así brindar información oportuna a la comunidad sobre el estado de sus requerimientos.
Esta colaboración de la División de Asuntos Indígenas es fácil de seguir por la amplia cantidad de comunicaciones internas e interinstitucionales de esta entidad que forman parte del corpus; sin embargo, no se cuenta con la misma información de otros aliados estatales en las décadas anteriores a 1960, ni de los aliados no estatales. Entre estos aliados no estatales se encuentran diferentes organizaciones sindicales y federaciones que también presentaron las problemáticas del pueblo arhuaco ante diversas entidades. Sobre estos aliados no estatales se sabe por otras fuentes que se relacionaron directamente con varios líderes indígenas, pero esto no se aprecia desde la interlocución compilada, por lo que es difícil establecer desde cuándo, cómo y con cuáles líderes dichos sindicatos y federaciones se relacionaron y, además, qué tanta fue su incidencia en los reclamos presentados por parte de estos líderes.
Por otro lado, en cuanto a los alcances, desde los documentos del corpus es posible reconstruir una parte importante del proceso de despojo sufrido por el pueblo arhuaco durante el siglo XX. Las fuentes, especialmente las de autoría indígena, permiten comprender más a fondo las consecuencias que trajo la colonización, la evangelización y el abandono del Estado en la comunidad arhuaca desde diversos ámbitos, como el territorial, el político, el económico y el cultural. Además, estas fuentes posibilitan entrever las dinámicas de dominación y de resistencia arhuaca durante dicho proceso de despojo, lo que a su vez ayuda a que los indígenas no sean vistos únicamente como sujetos a los que les “pasaron” cosas y que vivieron bajo la autoridad de otros, ni como individuos que se enfrentaron a todo y a todos sin temor a las represalias.
Al tener documentos de las diferentes décadas, entre 1916 y 1972, es posible identificar los cambios que se dieron en los contenidos y en los argumentos de los reclamos presentados por arhuacos en este periodo. Si bien no se cuenta con toda la interlocución y se recopilaron más documentos de algunas décadas que de otras, desde las fuentes que se tienen se pueden encontrar tendencias y concordancias, tanto en la forma como en el fondo, de las reclamaciones en ciertos momentos particulares. Junto con esto, la interlocución y los documentos interinstitucionales que conforman el corpus permiten examinar los efectos reales que tuvieron las cartas, los memoriales, los telegramas y las visitas hechas por arhuacos. Estos efectos se traducen no solo en las respuestas de las entidades a dichas acciones, sino también, por ejemplo, en el envío de la Comisión de Asistencia y Protección Indígena o la expedición de normas, como el Decreto 68 de 1916, el cual es una muestra de que en varias ocasiones la interlocución trajo efectos adversos para la comunidad, pero sobre esto se ahondará en el tercer capítulo.
Para concluir, el corpus documental conformado para esta investigación contiene parte de la interlocución entre indígenas arhuacos y diferentes entidades del Estado entre 1916 y 1972, la cual se dio a partir del envío de cartas, memoriales y telegramas. Así mismo, en el corpus se encuentran comunicaciones internas e interinstitucionales de algunas de estas entidades estatales con las que los indígenas se comunicaron,