Platón en Anfield. Serafín Sánchez Cembellín

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Platón en Anfield - Serafín Sánchez Cembellín Logoi

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que los hombres de los que he hablado antes, los que simbolizan el logos griego, son capaces, en su mayoría, de hacer también esta función pero no es su principal trabajo, que básicamente consiste en sostener al equipo. Hay en cambio otros jugadores que sí encuentran en el último pase su razón de ser. Me refiero a gente como Iniesta, Guti, Laudrup, Zidane, Valerón, Silva, Özil, Riquelme, Aimar...

      Estos futbolistas, Zidane y Riquelme, Pirlo, y quizá Iniesta, aparte, no tienen siempre la constancia ni la capacidad de esfuerzo necesarias como para llevar el peso de un equipo, pero tienen algo absolutamente especial, mágico, distinto... ellos no llegan al orden a través de lo estrictamente racional y necesario. Su forma de entender el fútbol se acerca más a la pura y genuina creación, a sacar algo de la nada, es lo más parecido a hacer magia en un campo de fútbol.

      En el Génesis se dice que Dios Creó el cielo y la tierra. Es curioso pero los jugadores de este segundo grupo crean en el campo. Crean porque sacan una jugada de donde no existe, es decir, de la nada. El concepto que trae aquí el orden es luz. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Es efectivamente la luz que aclara, la que coloca cada cosa en su sitio, para disipar el caos separando el día de la noche y permitiendo que haya un día primero.

      Yo creo que en la mente de este tipo de jugadores también se hace la luz, pero solo en su mente y de repente son capaces de ver algo que los demás no podemos, ni siquiera estando tranquilamente en el sofá frente a la pantalla de la televisión.

      Pongámonos en situación: un montón de jugadores en la frontal del área, delanteros y defensas mezclados en un amasijo informe. No hay quien se entere de nada, pero de repente la pelota le llega a Guti, a Iniesta, Pirlo, o le llegaba a Laudrup y a Valerón, y ahí todo cambia, en su cabeza amanece, se hace la luz y se disipa el caos.

      Es un fogonazo, casi una intuición, no es puramente racional, sino una visión diferente, algo que va más allá de eso y se parece a crear con la mirada. Nosotros no nos damos cuenta muy bien de lo que pasa, pero de repente el delantero está solo frente al portero rival.

      Ya está. El milagro es claramente perceptible. La jugada ha aparecido a partir de la nada. La luz, de golpe, se ha hecho y ha separado la claridad de las tinieblas.

      Pensemos bien en esto último porque merece la pena. Cuando la luz aparece, aparece el orden y eso significa el espacio y el tiempo. La luz es capaz de colocar cada cosa en su sitio, pero también diferenciar la mañana del anochecer y eso es introducir el concepto de tiempo. Espacio y tiempo son pues elementos básicos del orden.

      De manera similar, estos jugadores administran el espacio y el tiempo a su antojo. Daría la impresión de que tienen su espacio y tiempo particulares. Ven el hueco donde no existe y casi es así porque ellos lo inventan, lo crean. Están preparados para meter el pase justo cuando el espacio se abre o el delantero tira el desmarque; y a veces ni eso, porque el delantero solo ve la jugada después del pase y ya no llega al balón.

      Con esta gente parece cumplirse la máxima kantiana según la cual el espacio y el tiempo son subjetivos, están en nosotros, son formas a priori con las que ordenamos las sensaciones. Para el filósofo alemán solo así el conocimiento es posible, y lo es en la medida en que nosotros aportamos algo al mismo: esos elementos a priori como forma que tenemos los seres humanos de estructurar todo aquello que nos llega mediante los datos de los sentidos.

      Así son estos jugadores, ellos disponen de un conocimiento especial, porque, de alguna forma, lo crean. Su privilegio es ver el fútbol desde más dimensiones que el resto de los mortales.

      De todos los futbolistas con este perfil el que más me ha impresionado, junto con Iniesta, ha sido Guti. No es porque sea madridista, es porque era capaz de sacar unos pases puramente asombrosos.

      Respecto de los nombres, repito lo de antes, cada uno que escoja los suyos. Yo he mencionado aquellos que más impresionan y que se ajustan a las características de lo que quiero explicar.

      En cualquier caso, a la mayoría le pasa como a otros muchos jugadores de ese estilo, son inconstantes, no tienen la capacidad para ordenar un equipo de manera permanente, por eso entiendo que este tipo de futbolistas son diferentes a los primeros.

      Los unos simbolizan el logos griego. Estos otros me recuerdan más a la luz del Génesis.

      Me imagino que algunos, con derecho, podrán interrogarme acerca de jugadores que no he mencionado, los llamados craks, es decir, hombres como Pelé, Maradona, Ronaldo Nazario, Cristiano Ronaldo, Messi, Di Stéfano...

      Bueno, pienso que estos jugadores son diferentes. Cierto que pueden hacer en determinados momentos lo que hacen los dos tipos de peloteros que ya he mencionado; pero no son especialistas en eso.

      Estos jugadores tienen más que ver con la etapa prefilosófica, a saber, mítica. Son como los dioses o los héroes, fuerzas sobrenaturales capaces de gestas impensables para los humanos. Agarran la pelota desde cualquier parte del campo y se meten con ella dentro de la portería. Eso no es racional, ni es orden, ni nada que se le parezca. Es fuerza bruta, poder inmortal, autoridad incontenible, capricho divino del cual depende el equipo propio y contrario. Es puro mito y no logos.

      Supongo que por eso muchos de ellos se convierten en leyendas inmortales para todos nosotros...

      7

      El fútbol es cultura

      El fútbol no es otra cosa que veintidós tíos en calzoncillos corriendo detrás de un balón. Y punto. ¿Quién no ha oído alguna vez tan categórica e impactante afirmación?

      Yo desde luego, muchas, aunque justo es reconocer que también la versión que terminaba afirmando que los tíos en calzoncillos se daban patadas entre sí era habitualmente muy socorrida.

      Cuando uno era más joven, aparentaba además de menos años cierta indiferencia ante estas sesudas afirmaciones. Pero en realidad, de tanto oírlas acababas pensando si, tal vez, no serías un absoluto y primitivo descerebrado por tener semejantes gustos.

      Sin embargo el paso del tiempo te acaba ayudando a superar esos complejos intelectuales y a reconocer, primero que el fútbol no es exactamente eso; y segundo que por mucho que les pese a algunos, tiene todo que ver con la cultura en el más estricto sentido de la palabra.

      Desde luego quien dice eso de que el fútbol es veintidós tíos corriendo tras un balón, demuestra que sabe poco de esto, porque el fútbol es todo menos correr detrás del balón. Antes que eso, es correr delante de él, tirar un desmarque y abrir un hueco en la defensa que antes no existía. Pero también es controlar una pelota y mirar, mandar y templar, anticiparse a una jugada y sacar con categoría el balón jugado desde atrás.

      En

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