La dignidad. Donna Hicks

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу La dignidad - Donna Hicks страница 11

Автор:
Серия:
Издательство:
La dignidad - Donna Hicks

Скачать книгу

o despreciados. Los neuro-científicos han encontrado que una herida psicológica como, por ejemplo, el ser excluido, estimula la misma parte del cerebro que una herida física.21 No nos han roto ningún hueso, no sale sangre, no hay señales visibles de una herida. Hay daño, pero éste es experimentado interiormente.

      ¿Qué es, exactamente, lo que se lastima? Nuestra dignidad. Los efectos dolorosos de las heridas a nuestra dignidad no son imaginarios. Persisten, con frecuencia acumulándose uno sobre otro hasta que un buen día hacemos erupción en un ataque de ira, o nos hundimos en depresión, o renunciamos a nuestro trabajo, nos divorciamos o fomentamos una revolución. Violaciones repetidas de nuestra dignidad socavan no solo nuestra valoración de nosotros mismos sino nuestra capacidad para formar parte de relaciones con otros que hacen aflorar lo mejor en nosotros y lo mejor en ellos. ¿Qué costos nos traen nuestra inacción y nuestra ignorancia acerca de estas heridas psicológicas? ¿Qué costos nos traen las frecuentemente destructivas reacciones emocionales que detonan? Es mucho lo que está en juego.

      ¿Qué está en juego? En el nivel cotidiano, los efectos posteriores a que se haya violado nuestra dignidad —la vergüenza y el sufrimiento que perduran— afectan la calidad de nuestras vidas. Scheff y Retzinger señalan que esa vergüenza no procesada o “esquivada” —vergüenza que las víctimas de violaciones no reconocen porque causa demasiada vergüenza admitir que uno se siente avergonzado— provocan una desconexión en las relaciones aún para aquellos que deciden permanecer juntos.22 No estamos libres para disfrutar de nuestras vidas ni para extendernos hacia nuestras familias y otras personas significativas en nuestras vidas si estamos demasiado ocupados protegiéndonos y lamiendo nuestras heridas en vez de disfrutar estando con ellas. El sufrimiento pone a nuestras vidas en suspenso.

      En una mayor escala, la vergüenza evitada disminuye nuestra capacidad para florecer juntos como seres humanos. Aún cuando hemos desarrollado nuestros intelectos a niveles asombrosos, estamos, emocionalmente hablando, atrapados en un modo de existencia de mera supervivencia, porque no hemos aprendido a manejar nuestras respuestas emocionales primitivas frente a violaciones de nuestra dignidad, ni hemos aprendido cómo honrar explícitamente la dignidad de otros. Si seguimos ignorando la verdad y las consecuencias de estas violaciones, permaneceremos en un estado de desarrollo emocional detenido, esclavizados por aspectos no reconocidos de quiénes somos como seres humanos.

      Al no asumir la responsabilidad de nuestras respuestas, por inconscientes que sean esas respuestas, permitimos, por omisión, que nuestros instintos destructivos estén en control de nuestra toma de decisiones. Veremos más corazones rotos, más familias destruidas, más conflictos imposibles de resolver en todo el mundo, hasta que comprendamos y aceptemos la verdad acerca del tóxico poder emocional que es liberado cuando experimentamos amenazas a nuestra dignidad. Mientras seguimos ignorando este poderoso factor que contribuye al conflicto y al sufrimiento humano, seguiremos nuestra existencia en modo de subsistencia. Solo será posible un cambio cuando asumamos el tema de la dignidad y hagamos elecciones conscientes acerca de cómo manejamos nuestras reacciones mentalmente programadas.

      Sin embargo, no me cabe duda de que somos capaces de sobreponernos a este desafío crítico en el camino de nuestro desarrollo. He visto ocurrir milagros cuando las personas deciden educarse a sí mismas acerca del poder de la dignidad. He sido testigo de extraordinarias reconciliaciones entre quienes habían sufrido años de desconfianza mutua, que se habían tratado mutuamente de las maneras más poco dignas. He visto el alivio en los rostros de la gente cuando les digo que se sienten mal porque han sufrido una dolorosa violación de su dignidad. Les digo que sentirse mal luego de una violación de su dignidad es normal. No significa que algo está mal en ellos: lo que estuvo mal fue lo que les ocurrió.

      Un participante en uno de mis talleres sobre la dignidad dijo que cuando leyó el material que le había enviado en preparación para el evento, lloró. Sintió que yo había articulado una sensación muy profunda en él, que no sabía cómo llamar. El lenguaje de la dignidad le había ayudado a darle nombre y a pensar acerca de sus heridas interiores de una manera que no le hacía sentir ni avergonzado ni vulnerable. Legitimó su sufrimiento. Mientras contaba al grupo de las ocasiones en las que había sentido que su dignidad había sido violada, no se contuvo. Hablar le hizo sentirse liberado. Con el lenguaje de la dignidad, hombres y mujeres se sienten capaces, por primera vez, de hablar de esas dolorosas heridas internas que nunca han sanado, heridas que les impiden vivir la vida en toda su extensión.

      Cuando presento el modelo de la dignidad, uno de los mayores desafíos que enfrento surge cuando digo que todos tenemos la capacidad de ser violadores de la dignidad. Las personas no tienen ningún problema con ver cómo ellas han sido violadas, pero si sugiero que ellos probablemente son, a su vez, violadores inconscientes, les resulta una verdad difícil de aceptar.

      La única manera de persuadirles que acepten esto es tratar de quitarles la intolerable vergüenza que provoca el haber cometido violaciones de la dignidad. Les explico que todos tenemos un impulso mentalmente programado de no querer ser vistos como malhechores, y un deseo igualmente fuerte de querer salvar las apariencias cuando hemos hecho algo malo. Aunque la experiencia de la vergüenza intolerable puede conducir a un comportamiento violento, un nivel tolerable de vergüenza —un nivel que promueve la auto-reflexión y el deseo de cambiar el propio comportamiento— puede conducir a una reconexión con aquellos a quienes uno ha dañado, así como al crecimiento personal. No es revisar las maneras en las que violamos la dignidad de otros, pero ese tolerable sentido de malestar el que nos ayuda a cambiar.23 Muchas culturas van a extremos excesivos con el tema de la vergüenza. Puede que sea útil enfatizarla en el corto plazo, pero los efectos dañinos pueden durar mucho tiempo, y pueden devastar nuestra dignidad y destruir el proceso de aprendizaje necesario para una cabal comprensión de las violaciones de la dignidad.

      Otro desafío que dificulta el aprendizaje del modelo de la dignidad es que se requiere más que solo conocer nuevos hechos y adquirir nuevas habilidades para mejorar las interacciones con otros. Aunque algunos hechos y algunas habilidades útiles provienen del modelo, lo esencial del aprendizaje consiste en una transición evolutiva de nuestra comprensión —de cómo hacemos sentido y cómo llegamos a conocernos a nosotros mismos y al mundo a nuestro alrededor. Nuestra interpretación de lo que ocurre en el mundo depende de nuestra experiencia en él.24 El modelo exige que expandamos este punto de vista egocéntrico, que nos extendamos y expandamos para tomar en cuenta las perspectivas de otros.

      La integración a nuestra visión del mundo de las experiencias de otros puede parecer simple, pero lo que debemos agregar a la tarea no es solo una comprensión cognitiva de los puntos de vista de otros, sino también “la sensación de lo que les está ocurriendo”.25 La restauración de nuestra capacidad para la empatía primaria —la conexión emocional mentalmente programada que fomenta la apertura con otros y es fundamental para absorber la totalidad de la experiencia de otros— está en la médula del ajuste social saludable. Las transiciones evolutivas de la consciencia no ocurren sin ella. La identificación emocional con otros es la condición sine qua non de este proceso.

      No obstante estos obstáculos reales, he encontrado que la mayoría de personas está dispuesta y lista para hacer lo que tenga que hacer para experimentar la mejor calidad de vida que resulta de una comprensión de la dignidad. Están cansadas de no sentirse bien consigo mismas, cansadas de ser parte de relaciones que no funcionan, y cansadas de vivir sus vidas sin la experiencia profunda de un sentido y un propósito. Quieren ser lo que son capaces de ser.

       LOS DIEZ ELEMENTOS ESENCIALES DE LA DIGNIDAD

image

Скачать книгу