Los años setenta de la gente común. Sebastián Carassai
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Claudio: Leía todo lo que caía en mis manos, pero en aquella época era muy famoso Cortázar, era esnob el que leía Cortázar, el que leía Borges, el que leía Las venas abiertas de América Latina, El varón domado de Esther Villar, Un árbol lleno de manzanas, se leía Los burgueses de Silvina Bullrich, eran los libros de nuestra época, nos gustaba mucho tratar de leer todas las ediciones de la revista Sur, leíamos mucho la revista Sur de Victoria Ocampo, fue una adelantada en su época que quiso hacer una unión entre América y Europa, ¿eh? Como así también fue Eva Perón, una adelantada en su época. Yo siempre digo que el 75% del gobierno de Perón fue Evita. En un 75%. Porque la gente vio obras y vio que los escuchaban y que los atendían gracias a ella, que a las cinco de la mañana ya estaba en el Ministerio de Trabajo ayudando a la gente.
En ambos testimonios la figura de Eva es valorada en proporción inversa a la desvalorización de Perón. En los dos aparece el juego de espejos contrapuestos señalado. Para Ema, Eva era una mujer aguerrida (“tenía más garra” que Isabel), artífice de su marido (“Eva fue la que lo hizo a Perón”), además de un “freno” para que no se “descalabre todo”. En su relato, Perón existió gracias a la presencia de Eva y el régimen peronista se malogró en virtud de su ausencia. Eva intensificaba lo mejor y apaciguaba lo peor del peronismo. Para Claudio, Eva explica casi todo lo bueno que pueda atribuirse al gobierno de Perón. Su respuesta llama la atención porque el contexto en el que inscribe su reivindicación de Eva no guarda ninguna relación con la política. El único nexo es que, al igual que Victoria Ocampo (una mujer de letras, cultura y dinero), Eva fue, para él, una adelantada a su época. Eva puede ser reivindicada por Claudio en la medida en que es despojada de intencionalidad política.
Algunos antiperonistas no reconocen virtudes a Eva y mantienen una visión globalmente negativa de todo lo que se refiere al peronismo. Sin embargo, esa no es la actitud más común. Podría decirse que Eva es, desde hace varias décadas, un botín disputado por quienes debieron negociar la validez de sus propios discursos con el más ortodoxamente peronista. En los años setenta, por ejemplo, cuando Montoneros se opuso a Perón, Eva fue un canal para reivindicarse peronistas e impugnar a Isabel y hasta al propio líder justicialista. Si Montoneros encontró en Eva el costado antiburgués y hasta anticapitalista de la doctrina de Perón, las clases medias no militantes en los años setenta terminaron encontrando en ella una figura antiperversa, antiespeculadora y antihipócrita; en una palabra, anti-Perón. En la reivindicación actual que realizan de Eva como alma solidaria, caritativa, transparente, romántica, piadosa y de genuino amor por los pobres, las clases medias negocian la validez de su discurso antiperonista con los relatos de sus adversarios. La verosimilitud de su discurso se vería afectada si se cegara ante algunos avances sociales difíciles de negar. Sin embargo, cuando los reconoce los inserta en un discurso construido en torno a su tradicional sensibilidad antiperonista. La reivindicación de Eva reafirma esa sensibilidad; es un modo de continuar el antiperonismo por otros medios.
Analizada la cultura política de las clases medias, estamos ahora en mejores condiciones para analizar la compleja respuesta de estos sectores a las violencias social, revolucionaria y estatal. Dicho análisis debe comenzar regresando al momento anterior a la irrupción de los estallidos sociales, previo a la escalada de violencia, cuando el retorno de Perón al país no era más que una especulación –al tiempo del relativo éxito económico y calma política de los primeros años de la Revolución Argentina–.
[10] Véase Juan Carlos Portantiero, “Clases dominantes y crisis política en la Argentina actual”, en Oscar Braun (comp.), El capitalismo argentino en crisis, Buenos Aires, Siglo XXI, 1973.
[11] Algunos autores sostienen que la clase media, como identidad reconocida por quienes se consideran sus miembros, se desarrolló como una reacción al surgimiento del peronismo. Véanse, Enrique Garguin, “‘Los argentinos descendemos de los barcos’. The Racial Articulation of Middle-Class Identity in Argentina (1920-1960)”, Latin American and Caribbean Ethnic Studies, vol. 2, nº 2, 2007, y Ezequiel Adamovsky, Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003, Buenos Aires, Planeta, 2009.
[12] Maurice Halbwachs, The Collective Memory, Nueva York, Harper & Row, 1980, pp. 128-157 [La memoria colectiva, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004].
[13] Véanse, por ejemplo, Oscar Terán, Nuestros años sesentas, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013; Carlos Altamirano, “La pequeña burguesía, una clase en el purgatorio”, en Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Siglo XXI, 2011; y Juan Carlos Torre, “A partir del Cordobazo”, Estudios, nº 4, 1994, actualmente reproducido en Ensayos sobre movimiento obrero y peronismo, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012. La radicalización del catolicismo en algunos sectores juveniles fue clave en el proceso político general. Sobre el nexo entre católicos y marxistas, véase Beatriz Sarlo, La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Ariel, 2001, pp. 53-57.
[14] Centro de Investigaciones Motivacionales y Sociales (CIMS), “Estudio de la opinión pública sobre imágenes del presidente y la Revolución”, Estudio nº 47 (Colecciones Especiales y Archivos. Universidad de San Andrés. Argentina). Las categorías pertenecen al CIMS. Véase también “¿Valió la pena hacer la Revolución?”, Panorama, nº 58, marzo-abril de 1968, pp. 36-43.
[15] “Encuestas: dos años de Onganía”, Primera Plana, nº 287, 25 de junio al 1º de julio de 1968, pp. 20-22.
[16] Una reseña crítica de esa perspectiva consta en Sebastián Carassai, “Ni de izquierda ni peronistas, medioclasistas. Ideología y política de la clase media argentina a comienzos de los años setentas”, Desarrollo Económico, vol. 52, nº 205, 2012, pp. 95-117.
[17] Un análisis crítico de la bibliografía acerca de la clase media argentina en los años setenta figura en Sebastián Carassai, The Argentine Silent Majority. Middle Classes, Violence, Political Culture, and Memory (1969-1982), tesis de doctorado, Universidad de Indiana, pp. 9-42.
[18] José Enrique Miguens, “Las interpretaciones intelectuales del voto peronista: los prejuicios académicos y las realidades”, en J. E. Miguens y Frederick Turner, Racionalidad del peronismo. Perspectivas internas y externas que replantean un debate inconcluso, Buenos Aires, Planeta, 1988, pp. 209-232.
[19] Datos construidos sobre la base de Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), “Censo Nacional de Población, Familias y Viviendas 1970. Resultados obtenidos por muestra. Total del país”, Buenos Aires, Indec, 1970, pp. 19-20.