Géneros y psicomotricidad. Mara Lesbegueris

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Géneros y psicomotricidad - Mara Lesbegueris

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modos particulares de leer. Leer es hacer texto. Leer “entre” es tomar cada palabra como si fuese un objeto que se puede lanzar, picar, estirar, encoger, transformar, inventar… no para borrar lo que el otro dice, sino para que lo escrito por el otro devenga en texto significante propio y provisorio para mí.

      Acciones

      Y, así, leer puede amalgamarse con otras acciones. Leer-correr para informarse, leer-saltar de párrafo en párrafo para encontrar algo, leer-soñar imaginando, leer-descansar para confirmar lo ya sabido, leer-conversar para contar con alguien, leer-picotear para endulzar los oídos, leer-arrojar para sacarse de encima ideas tormentosas, leer-bucear para profundizar en algo, leer-caer buscando un sostén, leer-viajar… viajar errante sobre las palabras, viajar sin amenazas por caminos inesperados, libre de absolutos y eternos saberes.

      Pasiones

      Leer apasionadamente (no solo con entusiasmo) es una aventura dionisíaca que nos potencia corporalmente. Leer sintiendo que el texto late en el cuerpo, aun sintiendo que se escapan líneas de significación.

      Leer de forma obligada despotencia y mecaniza la lectura. La máquina de leer nos convierte en recitadores y nos garantiza su reproducción. Territorio sedentario en el que se asientan los cánones doctrinarios y disciplinadores del cuerpo.

      Sabores

      Leer con la lengua, lamer un texto –no con las yemas digitales que pasan las hojas–, sino leer comiendo las palabras. El placer por un texto nos hace devorantes de imágenes e ideas. Cualifica nuestros sabores y gustos lectores. Leer y saborear se unen en un acto, como si cada palabra se estacionara en la boca y se digiriera lentamente transformando lo incorporado en sentidos propios.

      Leer corporizando la letra es leer con placer (un encuentro erótico con una lengua otra). Leer con placer y como encuentro que alimenta y me permite crecer. Leer, comer de la hoja, aunque sepamos que nos deja siempre hambrientos de significación.

      Poder

      En los textos también es posible analizar la distribución desigual de las competencias lectoras, que suponen un tipo de lector y no otro. Un párrafo extenso se dirige a un público más selecto que un texto organizado en párrafos breves. No solo el contenido del texto sino el tamaño de las letras, el uso de las itálicas, de las mayúsculas, etc., refieren a los aspectos simbólicos del diseño gráfico que tienen como intención orientar y “manipular” la recepción/lectura.

      Leer en clave feminista

      Es interpretarnos desde la propia experiencia como niñas, niños, niñes, mujeres, discapacitadas, discapacitados, migrantes, lesbianas, trans, trabajadoras, indígenas, afrodescendientes; como productoras de sentidos y de valor, en luchas comunitarias por la vida y los territorios, con particulares modalidades de interpretación que impone cada coyuntura, en contrahegemonía del poder patriarcal.

      Leer en clave feminista es rodear al escrito con preguntas que permiten, con suerte e insistencia, que ese texto y nuestro propio cuerpo se abran un poco más.

      1. Calméls (2019c: 17) señala que la presencia de las manifestaciones corporales son la prueba de la existencia del cuerpo. Es a partir del contacto, los sabores, la actitud postural, los gestos expresivos, la mirada, la escucha, la voz, la expresividad del rostro, las praxias, etc., como el cuerpo cobra existencia. Por ello afirma que “el cuerpo «es» en sus manifestaciones”.

      2. Desde la perspectiva del análisis del discurso, la presencia de múltiples voces en el interior de un discurso es interpretada a la vez como una huella del fenómeno de heteroglosia descripto por Mijaíl Bajtín (2002) y como una huella de “la regulación de la formación discursiva” en la enunciación señalada por Michel Foucault (1980).

      2. Escribir con la fuerza del cuerpo

      Advertencia

      En este texto la lectora o el lector no encontrarán reflexiones sobre cómo enseñar a escribir de manera alfabética. Tampoco encontrarán tips o fórmulas para estimular la escritura. No hay ejercicios morales de caligrafía para la “mala letra”, ni un camino correctivo para las disortografías del decir.

      Menos aún se homologará el escribir al copiar, al registrar o al duplicar la palabra del otro.

      También transmito mis precauciones para aquellos que quieran realizar un trabajo mono-gráfico. A ellas y ellos les digo: no hay un único camino, ni una única forma para el decir. Las citas no son formalidades sino lugares de hallazgo y de encuentro, por eso deben ser habilitadas, más que respetadas. No teman jugar y ensayar con las palabras: ese puede ser un potente camino académico que garantiza la pluri-grafía. “Existe una acción humana que une literalmente cuerpo y palabra: el acto de escribir” (Calméls, 2014: 20).

      En este texto, mi intención es trabajar con los aspectos corporizantes de la escritura. Lo que el cuerpo impulsa para poder escribir, y lo que se inscribe corporalmente en el mismo acto del escribir.

      Dice Marguerite Duras (1994: 26): “Uno se encarniza. No puede escribir sin la fuerza del cuerpo”.

      … y la fuerza del cuerpo ¿a qué fuerza cuando escribe?

      Posición y palabra

      Escribir no es solo comunicar ni expresar, sino elegir un modo particular de hacerlo. Dice Daniel Calméls (2013):

      Podríamos pensar, entonces, que al escribir elijo un modo particular de poner el cuerpo y la palabra, un modo de suspender algunas de las manifestaciones corporales y de potenciar otras. Un modo de posicionarme en el tiempo y en el espacio (toda posición es ideológica).

      una mirada desde la alcantarilla

      puede ser una visión del mundo

      la rebelión consiste en mirar una rosa

      hasta pulverizarse los ojos. (Pizarnik, 2001: 125)

      Escribir, entonces, no es solo trabajar con las palabras sino con las imágenes. Hay que escribir pintando, esculpiendo, dándoles formas a aquellas palabras que como materia están a disposición para devenir en otra figuración. Las palabras están para ser combinadas de tal modo que adquieran movimiento, profundidad, color, espesura, ritmo, un nuevo orden.

      Para ello, Calméls (2014: 100) dice que las experiencias corporales “son fuente de alimentación de las imágenes. Las vivencias primarias son material para nuestras metáforas verbales. El cuerpo siempre es reservorio”.

      El trabajo de la escritura nos corre de la idea de genialidad artística. La escritura como un trabajo corporal “profano”, y no ya como inspiración divina, sagrada o suprema. De este modo, Calméls (2013) expresa: “La escritura no es idea que se exporta al papel,

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