Diseño de Políticas Públicas, 4.a edición. Julio Franco Corzo

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Diseño de Políticas Públicas, 4.a edición - Julio Franco Corzo

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¡contrata a buenos consultores para tus principales proyectos de inversión! Revisa qué tipo de trabajo han realizado y no firmes ningún contrato sin que te presenten lo que se logró con sus recomendaciones para otros gobiernos. Es muy importante que te muestren los documentos que entregaron a sus clientes anteriores para que no caigas en manos de buenos vendedores —exfuncionarios o políticos sin hueso— o de amateurs con títulos académicos rimbombantes que se han convertido en consultores de política pública.

      Una investigadora de una universidad privada, egresada del doctorado en economía de la Universidad de California, Los Ángeles (ucla), le propuso a un diputado federal mexicano hacer una iniciativa para regular la actividad de las empresas que ofrecen atractivas tasas de rendimiento a ahorradores y que, con los recursos que captan, financian desarrollos inmobiliarios en el país. El problema residía en que los ahorradores no tenían protección sobre su dinero.

      —Diputado, gracias por recibirnos. Durante tres meses un grupo de cuatro especialistas y yo hemos realizado un riguroso análisis de un problema público que aqueja a muchos mexicanos y en el que usted puede contribuir a través de una iniciativa de ley —dijo mientras encendía el proyector y un silencio incómodo se apoderaba de la sala por el nerviosismo de la presentadora.

      La primera lámina tenía una plantilla azul con una estrella en el lado superior izquierdo, que seguramente pertenecía a una plantilla predeterminada de PowerPoint, lo que me hizo recordar los trabajos finales que presentan mis alumnos de la Ibero. El título de la segunda lámina era “Antecedentes” y tenía cuatro párrafos con texto tan pequeño que era difícil de leer, parecía como si sólo los hubiera cortado y pegado de un procesador de textos.

      —En México existen más de 3 mil empresas financieras que… —dijo la investigadora, quien leyó sin despegar los ojos de la pantalla, como cuando una joven de preparatoria hace su primera presentación frente a su grupo.

      Una hora después, el legislador estaba visiblemente desesperado, quería irse, pero por cortesía estuvo presente en toda la sesión. Enviaba mensajes a través de su iPhone, tomaba llamadas y seguramente su mente estaba en la playa, recordando sus últimas vacaciones.

      Escuché activamente toda la presentación y el análisis fue excelente. La propuesta era sólida. La investigadora había tomado en cuenta todas las implicaciones de política pública en el proyecto, pero desafortunadamente perdió la credibilidad en los primeros cinco minutos.

      Al terminar la reunión, el legislador me comentó:

      —Franco, si crees que vale la pena, ayúdame a revisar esta propuesta porque sólo me acuerdo del título de la presentación.

      Segunda lección de este libro: si hiciste la tarea y tienes una excelente propuesta de política pública, invierte tiempo en la presentación, de lo contrario habrás desperdiciado el tiempo de investigación. Si tu fuerte no es presentar, que lo haga el colaborador con mejores habilidades de comunicación.

      Si eres decisor, pídele a tu asistente que le deje muy claro a la persona que te va a hacer una propuesta que únicamente tiene 20 minutos y que eres muy exigente con las presentaciones, así que más vale que se prepare bien. Si es posible, solicita por adelantado una copia de la propuesta para que puedas elaborar algunas preguntas clave. El libro de Oscar Gómez Cruz 2tres15 (2016), es una excelente guía para comunicar ideas de política pública.

      Un economista, egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (itam) y asesor en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal, le propuso a su jefe crear un fondo para ayudar a las personas que reciben remesas para que eviten pagar las altas comisiones que existen en el mercado. Invirtió semanas en la investigación y especialmente, en la elaboración de la presentación.

      —Secretario, hemos identificado que en cinco entidades federativas se reciben 80 % de las remesas del país y que en la última Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares se muestra que 40 % de las familias que las cobran, viven por debajo de la línea de pobreza patrimonial —dijo el joven asesor de 34 años.

      La presentación contenía gráficas en rojo y gris. Estaba muy bien estructurada y tenía fotografías de excelente calidad. Parecía como si un despacho de diseño la hubiera elaborado pero el asesor me comentó que él la había hecho.

      —Interesante —comentó el secretario.

      —Las comisiones que se cobran por este servicio son excesivas, van de 10 % a 25% del monto total del envío. Los datos muestran… —continuó el asesor y extendió su exposición durante diez minutos más, dedicándose al análisis de datos duros.

      —Muy bien, ¿qué propones? —preguntó el secretario.

      —Que la Secretaría de Desarrollo Social haga un convenio con las empresas que captan remesas en los Estados Unidos para pagarlas con comisiones más bajas y que éste se opere a través de la estructura de Oportunidades, lo que permitiría un ahorro de… —respondió el asesor, mientras adelantaba un par de láminas a su presentación.

      —¡Espera! ¿Ya analizaste la viabilidad legal? —interrumpió bruscamente el funcionario.

      —Primero me aseguré de que la propuesta tuviera beneficios socioeconómicos positivos, además quería conocer su opinión y, si usted estaba de acuerdo, proseguiría con otros análisis —respondió tímidamente el asesor.

      —Por favor, ¡no me hagas perder el tiempo! Cuando hayas analizado todas las aristas del proyecto y creas que puede ser viable, lo piensas dos veces y, entonces, me lo presentas.

      Visiblemente afectado, el asesor apagó su laptop y salió de la sala de juntas.

      Tercera lección de este libro: si tienes una buena idea, te la comentó algún colega, la leíste en el periódico o algún político la está presumiendo, tienes dos tareas: la primera es verificar que la historia en realidad sea una buena práctica y no una anécdota, y la segunda es hacer un serio análisis de factibilidad de la propuesta.

      La actitud entusiasta del joven funcionario es loable, principalmente porque le invirtió su tiempo libre a una propuesta que pensó que podría ayudar a miles de mexicanos. Sin embargo, únicamente utilizó las herramientas de análisis económico que aprendió en la universidad.

      Cuarta lección de este libro: si eres decisor, no permitas que te presenten ocurrencias. Eso habla mal de tu liderazgo. La reacción del servidor público de alto nivel fue ejemplar, me parece que es una excelente manera de darle una lección a un colaborador que no hizo su trabajo.

      Si eres un asesor, tu trabajo es dar consejos profesionales de política pública, así que no desprestigies a la profesión. En el capítulo 6 encontrarás una metodología de análisis de factibilidad que te permitirá distinguir entre ocurrencias y propuestas serias de política pública.

      Esta es una de mis historias favoritas porque nos muestra la poca capacidad técnica de muchos funcionarios municipales. Máximo, mi primogénito, tenía seis años de edad cuando en una calurosa tarde de julio, al salir de la escuela me preguntó:

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