¿Por qué siempre faltan dólares?. Группа авторов
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Dado que el déficit en la cuenta corriente no fue compensado por un ingreso de capitales equivalente, desde 2011 el Banco Central utilizó las reservas internacionales acumuladas en los años previos (gráfico 1.4), y llegó a diciembre de 2015 con menos de la mitad del stock existente cinco años antes (25.563 millones de dólares frente a 52.145 millones en 2010).[10] Este deterioro del saldo en cuenta corriente se debió sobre todo al sostenido déficit en las transacciones de servicios y rentas (gráfico 1.5), situación que se vio agravada por la mencionada reducción del superávit en el intercambio de mercancías registrado a partir de 2013.
Gráfico 1.5. Saldo comercial de servicios y de rentas, 2006-2019 (en millones de dólares)
Fuente: Elaboración propia sobre la base del Indec.
El deterioro del balance de servicios se debió en buena medida al aumento de los viajes de argentinos al exterior, cuyo gasto superó desde 2011 al realizado por los turistas extranjeros en el país.[11] Al respecto, el turismo emisivo se vio impulsado tanto por la mejora en los ingresos de amplios sectores de la sociedad argentina –véase el capítulo 3– como por la persistente apreciación que registró el tipo de cambio real multilateral a partir de 2008 (gráfico 1.6). Sin embargo, este resultado no solo se debió a un incremento cuantitativo de los viajes de argentinos al exterior –ante una relativa estabilidad en la llegada de turistas extranjeros al país–, sino también a un efecto contable a partir de la imposición a fines de 2011 de nuevos controles y restricciones a la adquisición de divisas en el mercado de cambios;[12] dadas estas limitaciones, muchos de los gastos que hacían quienes viajaban al exterior en efectivo pasaron a realizarse con tarjetas de crédito y débito o a través de agencias de viajes en el país, y quedaron registrados en la cuenta de servicios.
Gráfico 1.6. Tipo de cambio real multilateral, 2001-2019 (17/12/2015 = 100)
Fuente: Elaboración propia sobre la base de información del BCRA.
Por su parte, dentro del déficit registrado en las rentas de la cuenta corriente del balance de pagos se destaca la remisión de utilidades y dividendos, en tanto el pago de intereses de la deuda externa, si bien siguió siendo significativo, se vio reducido por efecto de las distintas reestructuraciones (tanto del sector privado como sobre todo del sector público). En cambio, las elevadas ganancias que registraron las firmas extranjeras –que mantuvieron su predominio en los núcleos centrales de la actividad económica (Azpiazu, Schorr, y Manzanelli, 2012; Gaggero y Schorr, 2017; Gaggero, Schorr, y Wainer, 2014)– no fueron en su mayor parte reinvertidas, lo que dio lugar a un significativo drenaje de divisas al exterior, salida que en muchos años ni siquiera fue compensada con el ingreso de nuevas inversiones (cuadro 1.1).
Cuadro 1.1. IED, utilidades y dividendos e IED “neta”, 2003-2019 (en millones de dólares)
IED(1) | Utilidades y dividendos(2) | Ingresos “netos” por IED (1 – 2) | |
2003 | 902 | -959 | -57 |
2004 | 991 | -928 | 64 |
2005 | 1493 | -1408 | 84 |
2006 | 1391 | -1564 | -172 |
2007 | 2388 | -1883 | 506 |
2008 | 3736 | -3552 | 184 |
2009 | 2225 | -3183 | -958 |
2010 | 2471 | -4230 | -1758 |
2011 | 3849 | -4495 | -646 |
2012 | 3964 | -253 | 3711 |
2013 | 2584 | -1344 | 1240 |
2014 | 1746 | -1316 | 429 |
2015 | 1351 | -100 | 1250 |
2016 | 2561 | -2996 | -435 |
2017 | 2497 | -2125 | 372 |
2018 | 2570 | -1085 | 1485 |
2019 | 2442 | -901 | 1540 |
Fuente: Elaboración propia sobre la base del BCRA.
Como se puede observar en el cuadro de referencia, el ingreso neto de divisas a partir de las inversiones extranjeras directas –es decir, descontando la remisión de utilidades– fue un aporte realmente significativo solo entre 2012 y 2015. Sin embargo, ello no se debió a una mayor entrada de capitales bajo esta modalidad (que cayó año a año), sino a una baja pronunciada en la remisión de las utilidades. Este comportamiento “atípico” se debió fundamentalmente a dos factores. Por un lado, a las medidas cambiarias y a las negociaciones encaradas durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tendientes a frenar de manera transitoria la salida de divisas para evitar un mayor deterioro del patrimonio del Banco Central. Por otra parte, la reestatización parcial de la petrolera YPF en 2012 –la empresa más grande del país– determinó un cambio en el management de la compañía que redujo de forma significativa la distribución de dividendos entre los y las accionistas en favor de una mayor reinversión de las ganancias.
Más allá de este corto período de excepción, como se puede observar, el aporte de la IED en términos netos de divisas fue poco significativo y podría ser menor o incluso negativo de computarse la salida de divisas que establecen las corporaciones transnacionales por otros medios, como el pago de royalties y honorarios, la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación de importaciones y/o el pago de intereses a empresas vinculadas.[13]
La persistencia de la fuga de capitales
Todos los elementos hasta aquí analizados que incidieron en la reaparición de la restricción externa a comienzos de la década de 2010 son, con mayor o menor intensidad, comunes a los que operaban durante la etapa sustitutiva (deterioro del saldo comercial, déficit en servicios, remisión de utilidades). Sin embargo, en este período tuvo un peso fundamental un elemento prácticamente inexistente durante la ISI: la fuga de capitales. Se trata de un fenómeno que irrumpió con fuerza tras las reformas encaradas por la última dictadura cívico-militar y cuyos protagonistas centrales han sido los grandes grupos económicos locales y extranjeros (Bona, 2018).
Sin embargo, a diferencia de lo ocurrió durante el período dictatorial y en los años noventa, en este caso la fuga no formó parte de un mecanismo de “valorización financiera” a partir del endeudamiento externo, sino que predominó en ella la dolarización de las ganancias corrientes obtenidas en la “economía real” (véase el capítulo 2). Cabe señalar que, si bien en el país la fuga de capitales es una práctica extendida, dado que la moneda local no opera como reserva de valor, no se trata de un fenómeno singular de la economía argentina, sino que es un elemento común a otros países periféricos cuyas monedas no son validadas para las transacciones internacionales. En un escenario de creciente internacionalización comercial, financiera y productiva, el grado de valorización del circuito de acumulación del capital en su conjunto ha quedado establecido en términos del dinero-divisa (Astarita, 2010).
Sin embargo, la persistencia del fenómeno no debe soslayar las diferencias que registró en las distintas etapas que aquí analizamos: mientras que durante la “valorización financiera” la fuga fue financiada sobre todo con endeudamiento externo, durante los ciclos kirchneristas se sustentó con las divisas obtenidas del superávit comercial hasta que este se volvió insuficiente. De allí el intento por frenar la fuga a través de la aplicación de los controles cambiarios a fines de 2011.
Gráfico 1.7. Evolución de la fuga de capitales locales al exterior*, 2002-2019