Escape hacia la utopía. Julián Schvindlerman

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Escape hacia la utopía - Julián Schvindlerman

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Brindará como ejemplo de que este es el enfoque adecuado al cuarteto ya mencionado quienes, “aparte de su genio”, pudieron crear sus teorías a partir de su “participación personal en la práctica de la lucha de clases y de la experimentación científica de su tiempo”. Asegura que durante buena parte de la historia el hombre tuvo una comprensión unilateral de ella puesto que, en parte, “las clases explotadoras la deformaban constantemente debido a sus prejuicios”. Una vez que nació el proletariado moderno junto con las grandes fuerzas productivas “pudo el hombre alcanzar una comprensión global e histórica del desarrollo de la sociedad y transformar este conocimiento en una ciencia, la ciencia del marxismo”.

      Según su mirada, la ciencia no admite deshonestidad ni presunción, sino que reclama honestidad y modestia. Conocer significa participar en la práctica transformadora de la realidad. “Si quieres conocer el sabor de una pera, tienes tú mismo que transformarla comiéndola”. Análogamente, “si quieres conocer la teoría y los métodos de la revolución, tienes que participar en la revolución”. El conocimiento auténtico nace de la experiencia directa pero como el hombre no puede abarcar de manera recta toda la experiencia histórica de la humanidad, es válido absorber por experiencia indirecta la que fuera experiencia directa de nuestros antepasados. No obstante, el hombre debe involucrarse en su propio tiempo. “Un antiguo proverbio chino dice: «Si uno no entra en la guarida del tigre, ¿cómo podrá apoderarse de sus cachorros?». Este proverbio es verdad tanto para la práctica del hombre como para la teoría del conocimiento. No puede haber conocimiento al margen de la práctica”. Mao refuerza su idea del equilibrio entra la teoría y la práctica al reconocer mérito a ambas, aunque cree que una ha de ser funcional a la otra. Se opone a la escuela racionalista que destaca la relevancia de la teoría solamente, la que “solo reconoce la realidad de la razón y niega la realidad de la experiencia” a la par que rechaza el empirismo excluyente, que solo da crédito al “conocimiento sensorial y no [al] racional”. No obstante, indica que el marxismo da importancia a la teoría porque esta puede servir de guía para la acción. El “marxismo-leninismo es reconocido como verdad no solo porque esta doctrina fue elaborada científicamente por Marx, Engels, Lenin y Stalin”, señala Mao, “sino porque ha sido comprobada en la ulterior práctica de la lucha de clases revolucionaria y de la lucha nacional revolucionaria”.

      A la vez, Mao hace un llamamiento a la virtud de la adaptación. Durante los períodos revolucionarios, la situación cambia velozmente y también debe cambiar rápidamente el conocimiento de los revolucionarios en conformidad con los hechos, de lo contrario no podrán triunfar. “Nos oponemos a los testarudos en las filas revolucionarias cuyo pensamiento no progresa en concordancia con las circunstancias objetivas cambiantes y se ha manifestado en la historia como oportunismo de derecha.” También critica el “pensamiento de los «izquierdistas»” que saltea “una determinada etapa de desarrollo del proceso objetivo”, donde “algunos toman sus fantasías por verdades”. Mao asegura que ha llegado el momento de “acabar completamente con las tinieblas en China y en el resto de la Tierra, y transformar nuestro mundo en un mundo luminoso, nunca visto antes”. Y claro está que tal era mesiánica será advenida por la victoria del comunismo. “La época en que la humanidad entera proceda de manera consciente a su propia transformación y la del mundo”, asegura el ideólogo chino, “será la época del comunismo mundial”.

      Apenas un mes después de Sobre la práctica, Mao nos legará Sobre la contradicción, ensayo dos veces más extenso, armado a partir de una serie de conferencias dictadas en el Instituto Político y Militar de Yenan. Si el tratado previo mostraba a un Mao zambullido en las aguas turbulentas de la teoría marxista, aquí toca fondo, y nos sumerge en un remolino terminológico asfixiante. Uno siente mareos cada vez que el autor hace uso de un léxico innecesariamente complicado y apela a grandes enunciados formales. Para entender la “esencia misma de la dialéctica materialista”, aduce el pensador chino, debemos tener una clara noción de sus “problemas filosóficos”, a saber: “Las dos concepciones del mundo, la universalidad de la contradicción, la particularidad de la contradicción, la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción, la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción, y el papel del antagonismo en la contradicción”. Todo el ensayo consiste en una larga, sofocante explicación de estos conceptos.

      Conforme él propone, hay dos enfoques opuestos para entender el desarrollo del universo: la concepción metafísica y la concepción dialéctica. La primera, también conocida como “evolucionismo vulgar”, ve a las formas y especies del universo como algo aislado e inmutable, y al desarrollo social le atribuye factores externos. Para la segunda, el desarrollo del universo obedece a sus “contradicciones internas”. La decadente clase dominante feudal y la burguesía adhieren a la lectura metafísica; los comunistas, a la dialéctica. “La causa fundamental del desarrollo de las cosas no es externa sino interna; reside en su carácter contradictorio interno.” Eso es también aplicable a las plantas y los animales: “El simple crecimiento de las plantas y los animales, su desarrollo cuantitativo, también se debe principalmente a sus contradicciones internas”. Mao se pregunta si la dialéctica materialista excluye a las causas externas y responde por la negativa. “La dialéctica materialista considera que las causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas internas, su base, y que aquellas actúan a través de estas”. E ilustra: “A una temperatura adecuada, un huevo se transforma en pollo, pero ninguna temperatura puede transformar una piedra en pollo, porque sus bases son diferentes”.

      Mao la carga contra los “dogmáticos” que “no entienden que es precisamente en la particularidad de la contradicción donde reside la universalidad de la contradicción” y subraya que nada está exento de contradicción, “sin contradicción no existiría el mundo”. En este trabajo cita a Lenin:

      En matemáticas: + y –. Diferencial e integral. En mecánica: acción y reacción. En física: electricidad positiva y negativa. En química: combinación y disociación de los átomos. En ciencias sociales: lucha de clases.

      La contradicción existe en el proceso de desarrollo de cada cosa y lo recorre desde el comienzo hasta el fin; tal es la universalidad o carácter absoluto de la contradicción. Contradicciones cualitativamente diferentes solo pueden resolverse por métodos cualitativamente diferentes. Según Mao, la contradicción entre el proletariado y la burguesía se resuelve por el método de la revolución socialista; la contradicción entre las grandes masas populares y el sistema feudal, por el método de la revolución democrática; la contradicción entre las colonias y el imperialismo, por el método de la guerra revolucionaria nacional; la contradicción entre la clase obrera y el campesinado en la sociedad socialista, por el método de la colectivización y la mecanización de la agricultura; las contradicciones en el seno del Partido Comunista, por el método de la crítica y la autocrítica; la contradicción entre la sociedad y la naturaleza, por el método del desarrollo de las fuerzas productivas. “Negar la contradicción es negarlo todo”, afirma.

      También hay que distinguir entre la contradicción principal y la secundaria, entre la que tiene un papel “dirigente y decisivo” de aquella que ocupa un lugar “subordinado”. Si el imperialismo invade un país, por ejemplo, la contradicción central será entre los invasores y los invadidos, mientras que las múltiples contradicciones existentes dentro del pueblo invadido (entre la oligarquía y el proletariado lumpen, por caso) quedarán subordinadas a esta contradicción principal. “Ahora bien, en cada contradicción, sea principal o secundaria, ¿cabe tratar de un mismo modo sus dos aspectos contradictorios?” Tampoco, explica Mao. “En toda contradicción, el desarrollo de los aspectos contradictorios es desigual. A veces ambos parecen estar en equilibrio, pero tal situación es solo temporal y relativa, en cuanto la desigualdad es el estado fundamental.” El estudio de las distintas modalidades de la desigualdad en las contradicciones, la distinción entre la contradicción principal y la secundaria, y la diferenciación de sus aspectos principales y no principales es crucial para fijar una estrategia partidaria; “todos los comunistas deben prestar atención a este método”, sentencia.

      Luego

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