En palabras del Buddha. Bhikkhu Bodhi

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En palabras del Buddha - Bhikkhu Bodhi Clásicos

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Cuando las elaboraciones perceptivas y conceptuales no existen, la preocupación no existe».

      (de DN 21: Sakkapañha Sutta; II 276-277)

      (3) La negra cadena de la causalidad

      9. «Así, Ānanda, condicionado por la sensación [se origina] el deseo; condicionada por el deseo [se origina] la búsqueda; condicionada por la búsqueda [se origina] la obtención; condicionada por la obtención [se origina] la discriminación; condicionados por la discriminación [se originan] el deseo y el apego; condicionado por el deseo y el apego [se origina] el aferramiento; condicionada por el aferramiento [se origina] la posesividad; condicionada por la posesividad [se origina] la avaricia; condicionado por la avaricia [se origina] el afán por proteger; y a causa del afán por proteger se originan muchas cosas malas y perjudiciales: el recurso a la violencia, los conflictos, las peleas, las disputas, las discusiones, los insultos, las calumnias y las falsedades».15

      (de DN 15: Mahānidāna Sutta; II 58)

      (4) Las raíces de la violencia y la opresión

      «La codicia, el odio y la ofuscación de todo tipo son perjudiciales.16 Cualquier acción que realice una persona con codicia, odio u ofuscación a través del cuerpo, de la palabra o de la mente, es también perjudicial. Cualquier sufrimiento que esta persona, dominada por la codicia, el odio o la ofuscación, con la mente consumida por ellos, inflija a otra persona bajo falsos pretextos –sea matándola, privándola de libertad, confiscando su propiedad, acusándola falsamente o desterrándola empujado por el pensamiento “Tengo poder y quiero poder–”, [todo] esto también es perjudicial».

      (de AN 3:69; I 201-202)

      4. SIN UN PRINCIPIO DISCERNIBLE

      (1) Hierba y madera

      El Bienaventurado dijo: «Monjes, es inconcebible el origen del saṃsāra.17 No se puede conocer el principio del deambular y transmigrar de los seres impedidos por la ignorancia y trabados por el deseo. Imaginad, monjes, que un hombre arrancara toda clase de hierbas, maderas, ramas y hojas que hay en esta isla de Jambūdīpa18 y las juntara en un sólo montón. Y que, tras haber hecho tal cosa, las fuera separando una a una diciendo: “Ésta es mi madre, ésta es la madre de mi madre”. Las hierbas, maderas, ramas y hojas en esta isla de Jambudīpa llegarían a descomponerse y consumirse antes de que llegara a su fin la secuencia de madres y abuelas de aquel hombre. ¿Por qué razón? Porque el origen del saṃsāra es inconcebible, monjes. No se puede conocer el principio del deambular y transmigrar de los seres impedidos por la ignorancia y trabados por el deseo. Durante mucho tiempo, monjes, habéis experimentado sufrimiento, confusión y calamidades, y habéis hecho crecer los cementerios. Por ello, monjes, es necesario desengañarse de todas las construcciones intencionales, es necesario desapegarse de ellas, es necesario liberarse de ellas».

      (SN 15:1; II 178)

      (2) Bolas de arcilla

      «Monjes, es inconcebible el origen del saṃsāra. No se puede conocer el principio del deambular y transmigrar de los seres impedidos por la ignorancia y trabados por el deseo. Imaginad, monjes, que un hombre redujera esta inmensa tierra a bolas de arcilla del tamaño de un hueso minúsculo y las fuera separando una a una diciendo: “Éste es mi padre, éste es el padre de mi padre”. Esta inmensa tierra llegaría a descomponerse y consumirse antes de que llegara a su fin la secuencia de padres y abuelos de aquel hombre. ¿Por qué razón? Porque el origen del saṃsāra es inconcebible, monjes. No se puede conocer el principio del deambular y transmigrar de los seres impedidos por la ignorancia y trabados por el deseo. Durante mucho tiempo, monjes, habéis experimentado sufrimiento, confusión y calamidades, y habéis hecho crecer los cementerios. Por ello, monjes, es necesario desengañarse de todas las construcciones intencionales, es necesario desapegarse de ellas, es necesario liberarse de ellas».

      (SN 15:2; II 179)

      (3) La montaña

      Cierto monje se acercó al Bienaventurado, le ofreció sus respetos, se sentó a su lado y le preguntó: «Venerable señor, ¿cuánto dura un ciclo cósmico?».19

      «Un ciclo cósmico da para largo, monje. No es fácil de calcular y decir tantos años dura, o tantos siglos, o tantos milenios, o tantos centenares de milenios».

      «Entonces, ¿es posible expresarlo con un símil, venerable señor?».

      «Es posible, monje», dijo el Bienaventurado. «Imagínate, monje, que hubiera una gran montaña rocosa de un yojana de largo, un yojana de ancho y un yojana de alto, sin agujeros ni grietas, una sola masa de roca maciza.20 Imagina que al final de cada siglo un hombre le pasara a esta roca una tela de seda fina de Vārāṇasi. Con tal esfuerzo aquella gran montaña rocosa llegaría a erosionarse y desaparecería antes de que el ciclo cósmico hubiera terminado. Tanto dura, monje, un ciclo cósmico. Y hemos transmigrado a través de muchos ciclos de tal duración, muchos centenares de ciclos, muchos miles de ciclos, muchos centenares de miles de ciclos. ¿Por qué razón? Porque el origen del saṃsāra es inconcebible, monje. No se puede conocer el principio del deambular y transmigrar de los seres impedidos por la ignorancia y trabados por el deseo. Durante mucho tiempo, monje, has experimentado sufrimiento, confusión y calamidades, y has hecho crecer los cementerios. Por ello, monje, es necesario desengañarse de todas las construcciones intencionales, es necesario desapegarse de ellas, es necesario liberarse de ellas».

      (SN 15:5; II 181-182)

      (4) El río Ganges

      En Rājagaha, en el Bosquecillo de Bambú, en el Santuario de las Ardillas, cierto brahmán se acercó al Bienaventurado, le ofreció sus respetos y se sentó a su lado. Una vez sentado a un lado, el brahmán le preguntó: «Maestro Gotama, ¿cuántos ciclos cósmicos han pasado y transcurrido?».

      «Brahmán, muchos son los ciclos cósmicos que han pasado y transcurrido. No es fácil calcularlos y decir que son tantos ciclos cósmicos, o tantos centenares de ciclos cósmicos, o tantos miles de ciclos cósmicos, o tantos centenares de miles de ciclos cósmicos».

      «¿Pero es posible expresarlo con un símil, maestro Gotama?».

      «Es posible, brahmán», dijo el Bienaventurado. «Imagínate, brahmán, los granos de arena que hay entre el punto donde nace el río Ganges y el punto donde desemboca en el gran océano: no es fácil calcularlos y decir que son tantos granos de arena, o tantos centenares de granos de arena, o tantos miles de granos, o tantos centenares de miles de granos. Brahmán, los ciclos cósmicos que han pasado y transcurrido son todavía más numerosas que esto. No es fácil calcularlos y decir que son tantos ciclos cósmicos, o tantos centenares de ciclos cósmicos, o tantos miles de ciclos cósmicos, o tantos centenares de miles de ciclos cósmicos. ¿Por qué razón? Porque el origen del saṃsāra es inconcebible, brahmán. No se puede conocer el principio del deambular y transmigrar de los seres impedidos por la ignorancia y trabados por el deseo. Durante mucho tiempo, brahmán, has experimentado sufrimiento, confusión y calamidades, y has hecho crecer los cementerios. Por ello, brahmán, es necesario desengañarse de todas las construcciones intencionales, es necesario desapegarse de ellas, es necesario liberarse de ellas».

      (SN 15:8; II 183-184)

      (5) El perro con la correa

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