Utopías inglesas del siglo XVIII. Lucas Margarit
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Desde la perspectiva inglesa, la conformación de lo que se ha denominado Commonwealth, es decir un sistema de gobierno centrado en el bienestar social, ha implicado, por un lado la expansión a la que nos referíamos anteriormente, pero también la consideración de la “res pública” como objetivo central del poder político. Podríamos también considerar como antecedente lo que se ha denominado “Commonwealth of England” durante la República de Cromwell. En 1649, en el inicio del Protectorado, se declara a través del Parlamento que Inglaterra es una mancomunidad que impera también tanto en Irlanda como en Gales y que desde una visión centralista legitima la anexión de los territorios y de los dominios como parte integrante del sistema político y legal inglés. Pese a ello, deberíamos ver que la idea de bien común que estaría detrás de esta construcción, es enfatizada en muchos de los textos que aquí presentamos. Como afirmábamos unos párrafos más arriba, la posibilidad de establecer un sistema social que enaltezca al hombre implica una felicidad que se proyecte hacia toda la comunidad. A modo de curiosidad consideremos la intención del autor anónimo de The Isle of Content o las variantes utópicas de Thomas Spence como The Reign of Felicity (1796) o leamos un fragmento del texto de Hodgson La República de la Razón, como el que sigue:
Dado que la corrupción es, por lo general, el resultado de un poder que queda por largo tiempo en manos de un mismo individuo y prevenir es más humano y mucho mejor que descubrir, es mi intención, en este Plan, crear todas las condiciones para la República, a lo cual se agrega ya sea la confianza o el poder REVOLUCIONARIO o ROTATIVO, tomando, así, lo que yo concibo como el mejor remedio y prevención para el más inveterado enemigo de la felicidad pública…
Vemos en este fragmento distintas variantes a tener en cuenta, por un lado la defensa del sistema republicano cuyo antecedente podría considerarse, justamente, la noción de mancomunidad, tal como afirmamos anteriormente. Por otro lado, nuevamente el aspecto moral hace su aparición como un factor esencial en estos textos utópicos para lograr la felicidad de todos. Es decir, por lo menos tres puntos se entrecruzan en la propuesta de Hodgson, característica compartida con otros textos del período: la idea de armonía social en el marco republicano, el freno de la retención del poder de manera perdurable y los aspectos morales derivados y, por último, la “felicidad pública” que se establece con base en los dos primeros puntos, para alcanzar el estado ideal de toda la comunidad.
En esta oportunidad presentamos nueve textos utópicos que recorren todo el siglo XVIII. Desde sus inicios con un relato de Daniel Defoe The Consolidator: or, Memoirs of Sundry Transactions from the World in the Moon (1705) y una utopía anónima The Island of Content: or A New Paradise Discovered (1709) hasta finales de siglo con el texto de Horace Walpole “An Account of the Giants Lately Discovered” (1798) donde examina el papel de Inglaterra con las nuevas colonias ubicadas en América del Norte. Incluimos, asimismo, otra narración utópica anónima, A Description of New Athens in Terra Australis Incognita (1720); el relato atribuido al Capitán Samuel Brunt, A Voyage to Cacklogallinia with a Description of the Religion, Policy, Customs and Manners of that Country (1727); fragmentos del tratado de John Kirkby, The Capacity and Extent of the Human Understanding; Exemplified in the Extraordinary Case of Automathes (1745), la visión utópica de James Burgh, An Account of the First Settlement, Laws, Form of Government, and Police, of the Cessares, A People of South America (1764); una reelaboración del mito nacido de la novela de Defoe, Robinson Crusoe, por parte de Thomas Spence, A Supplement to the History of Robinson Crusoe (1781) y, finalmente, el escrito de William Hogdson, The Commonwealth of Reason (1795).
La serie seleccionada nos coloca ante propuestas heterogéneas e sugerentes a la hora evaluar el modo en que intereses y perspectivas ideológicas muy diferentes entre sí asoman a través de los textos. En todos los casos son escritos vertidos por primera vez al español y están acompañados por una introducción y un aparato crítico. Nos interesaba ante todo poder brindar al lector –no solo académico– un conjunto de textos utópicos que desplieguen intereses que exceden el siglo XVIII y que, originándose en la modernidad temprana y continuándose en los siglos XIX y XX, reflejan una manera de reflexionar acerca del realidades alternativas, de un modo que la ficción literaria hará propio en recursos y formas. Asimismo, en la variedad de textos observamos la apuesta de autores que provienen de diferentes ámbitos, en un arco que incluye al político, al periodista satírico y hasta al “hombre de letras”, desde el autor que esgrime una evidente intención política o social, al que recompone sus modos de lectura crítica a través de un nuevo texto.
La Modernidad se refleja en estos textos con una gran carga de ambigüedad que conjuga el afán científico, escenario central durante este período, con una visión de mundo gobernada por estrictos parámetros de la moral religiosa y hasta con ficciones en las que podemos reconocer el basamento para el nacimiento de la imaginación del Romanticismo. Ambigüedad que en este período se manifiesta incluso en la presencia de personajes como el alquimista Cagliostro o el navegante Dom Pernety quienes a su modo representan esa zona oscura del mundo de la razón. Podemos considerar entonces que el renacimiento del género utópico durante el período iluminista rompe con una herencia directa; en efecto ya no solo encontraremos la tradición clásica inglesa representada por Thomas More o Francis Bacon, sino también el entrelazamiento con los nuevos modelos políticos y, sobre todo, con las nuevas formas de narrar, heredadas del siglo XVII tales como The Commonwealth of Oceana de James Harrington o La Isla de los Pines de Henry Neville como variantes del sistema político o El descubrimiento de un nuevo mundo de John Wilkins o El hombre en la Luna de Francis Godwin(6) como narraciones que proyectan las especulaciones científicas del momento, aunque de un modo que hoy podríamos adjudicar al ámbito de lo maravilloso, las posibilidades de asentamientos en un ámbito más allá del terrestre.
Los otros modelos que deberíamos considerar son las obras como las aludidas al comienzo, Robinson Crusoe (1719) de Defoe y los Gulliver’s Travels de Jonathan Swift (1726) que aportan desde un marco narrativo marcadamente ficcional dos perspectivas diferentes, pero complementarias, de juzgar y pensar las relaciones del hombre con su entorno natural, con el mundo y también con los sistemas políticos en los que se insertan. Un caso interesante, donde la imaginación juega un papel central, es el pseudo-swifteano Un viaje a Cacklogallinia,(7) que, tal como su título indica, es un territorio poblado por civilizados gallináceos que –a la manera de la sátira clásica de corte aristofánico y lucianesco–interactúan con el viajero. Allí podemos leer:
A mí me sorprendió tanto oír hablar a aves como a ellas ver un monstruo como el que yo les parecía.
Como vemos, el juego de inversión especular, según comenta Riccardo Capoferro, representa al autor-personaje, “el mismo Brunt, en medio de un territorio habitado por criaturas monstruosas: gallinas gigantescas dotadas de inteligencia humana que conforman una sociedad Whig distópica” (2009: 222). A la vez que la alteridad, en este relato, se centra en la manera en que la percepción construye la figura del viajero y la del visitante, la sátira política permite asociar la corrupción de los habitantes de Cacklogallinia a la Inglaterra de las primeras décadas del siglo XVIII.
Siguiendo el esquema de la sátira política y de los viajes a territorios fantásticos y exóticos incluimos en esta selección el texto de Daniel Defoe El consolidador, o memorias de diferentes sucesos ocurridos en el mundo de la Luna. Traducido del idioma lunario por el autor de Un inglés auténtico. Nuevamente el recurso imaginativo es central en la narración de un viajero, con el aditivo insinuado en el título que asocia la promesa de un relato verídico al soporte lingüístico de un idioma “inexistente” y de una traducción que jamás podremos comparar con el original. La experiencia del viaje es, entonces, la