El cachorro perfecto. Gwen Bailey
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Un oído asombroso
Los perros son más sensibles a los sonidos que nosotros. Sonidos que sólo percibimos a cierta distancia son detectados por los perros a una distancia cuatro veces superior. Por eso no es necesario gritarles.
También oyen sonidos de frecuencia más alta, lo cual significa que oyen ultrasonidos que nosotros no detectamos. En la naturaleza esto les permite localizar presas pequeñas, como roedores, que se comunican con chillidos de frecuencia muy alta. Esta capacidad explica por qué responden a los silbatos caninos que nosotros no oímos.
Campo auditivo
Además de oír sonidos más lejanos, los perros también oyen sonidos de frecuencia más alta, pudiendo detectar los ruidos que hacen animales de presa. El campo auditivo de los perros cubre entre 40 y 60.000 Hz, mientras que el del hombre abarca entre 20 y 20.000 Hz.
Cómo ven los perros el mundo
Los perros ven de modo distinto a nosotros. Tienen un campo visual más amplio, perciben detalles y texturas con menos claridad que osotros y no distinguen el verde ni el rojo. Ven mejor con poca luz y son más verde ni el rojo. Ven mejor con poca luz y son más con más facilidad.
Algunas razas caninas como los Collies, que se han criado para oír al pastor a mucha distancia, tienen un oído más sensible que otras. Esto explica por qué desarrollan fácilmente fobias a los truenos y las armas de fuego. Si estos sonidos nos parecen fuertes, imaginemos lo que le parecerá a un cachorro con oídos sensibles.
Una visión menos sensible a los detalles
Los perros ven peor que nosotros. Objetos intrincados que percibimos con todos sus detalles ellos los ven borrosos, y sólo reconocen la silueta y la forma, más que los detalles y la textura. No son daltónicos, pero no distinguen el rojo ni el verde, por lo que sólo ven amarillos, azules y tonos grises. Esto dificulta percibir ciertos objetos que nosotros vemos con claridad, como es una pelota roja en la hierba verde.
Los perros ven mejor de noche o con poca luz que los seres humanos porque la porción posterior de los ojos contiene una capa de células reflectoras que atrapa la luz que entra y les permite hacer un mejor uso de ella. Por eso pueden correr a gran velocidad durante los paseos invernales sin chocar con árboles ni vallas (y por eso sus ojos «brillan» cuando inciden sobre ellos los faros de un coche).
Los perros también son mucho más sensibles al movimiento que nosotros, sobre todo a ras del suelo. Nosotros distinguimos igualmente bien los objetos estáticos y en movimiento, mientras que los perros suelen ver mejor los objetos en movimiento y no hacen caso a los estáticos. Esta sensibilidad significa que pueden detectar el más mínimo movimiento de nuestros cuerpos, y les permite anticiparse a nuestras acciones antes de que nos movamos deliberadamente.
Espectro de colores visibles
Tal y como se ve en estos espectros visibles, los perros no distinguen el rojo ni el verde, por lo que su visión se limita a azules, amarillos y tonos grises. Es importante recordarlo cuando juegues con ellos con juguetes de color.
Lo que nosotros vemos (arriba) y lo que ven los perros (abajo). Distinguimos con claridad objetos verdes y rojos, mientras que los canes sólo los ven como variedades de amarillo y azul. El mundo que ven los perros es mucho menos colorido.
Lenguaje corporal y lenguaje hablado
Los perros se comunican entre sí usando el lenguaje corporal. Esto implica adoptar posturas con la cola, las orejas, la posición del cuerpo, el contacto visual y la expresión facial. Los perros se intercambian mucha información de este modo, y de ese modo remplazan el lenguaje hablado del que nosotros dependemos.
En la naturaleza los perros necesitan vocalizar poco y por eso nuestras palabras les resultan difíciles de aprender. Esto explica por qué aprenden las señales corporales con más facilidad que las órdenes verbales.
Como los perros tienen un sistema de comunicación tan distinto al de los seres humanos, con frecuencia se producen problemas de comunicación al interactuar las dos especies. Los perros a menudo interpretan erróneamente nuestras intenciones y los seres humanos las de los perros, lo cual genera todo tipo de problemas. Para superar esta situación, tendrás que aprender a leer el lenguaje corporal de tu cachorro y discernir lo que le causa miedo, lo que lo hace infeliz, y cuándo está cansado o alegre. También hay que tener cuidado de enseñarle a responder a las órdenes verbales que quieras utilizar (véase la página 156).
Los perros aprenden con facilidad a leer nuestro lenguaje corporal porque ellos se comunican entre sí visualmente. Aprenderán los gestos y señales con mayor rapidez que nuestras órdenes verbales.
Es posible asimismo mejorar la comunicación con nuestro cachorro usando posturas y señales corporales muy evidentes. Los cachorros las aprenderán mucho más fácilmente que las palabras y el adiestramiento será más rápido si las usamos (véase la página 168). Los cachorros aprenden algunas de nuestras posturas corporales sin entrenamiento, por ejemplo, mantenerte en pie sobre el cachorro en una postura envarada, sosteniendo la mirada con la boca tensa, revela una amenaza velada.
Tu cachorro te observará más de lo que piensas y aprenderá más a leer tus señales corporales que a escuchar lo que dices. Amedida que adquiera experiencia, aprenderá con rapidez a interpretar tu estado de ánimo y sabrá lo que sientes, incluso sin que le digas nada. También aprenderá a responder a muchas de tus acciones que no es capaz de entender naturalmente, como agacharte y abrir los brazos como signo de bienvenida. Ayúdale al principio siendo constante con tus señales y haciendo evidentes tus deseos.
Lenguaje corporal ¿Qué está diciendo?
Mira lo fuerte que soy, ¡así que no me muerdas! Este cachorro está envarado y preocupado. Mantiene el pelo erizado en toda la espalda y la cola en alto para parecer más grande. El otro cachorro se ha sentado y echa las orejas atrás porque también está preocupado.
Estás muy por debajo de mí. El perro adulto adopta una postura rígida con la cola en alto y mira hacia otro lado, manifestando que no quiere interactuar con este cachorro. El cachorro está confuso con dicha respuesta ante sus invitaciones a jugar y opta por una acción de diversión, rascándose para sentirse mejor.
¡Tengo miedo! Orejas retraídas, cuerpo y rostro tensos y la cola entre las patas manifiestan que este cachorro está angustiado. Las patas delanteras se inclinan hacia atrás cuando el peso se transfiere a las traseras,