La enseñanza y el entrenamiento del fútbol 7. Rui Pacheco
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Atendiendo a nuestra calidad como técnico deportivo y a la acción pedagógica que ejercemos sobre los jóvenes futbolistas, entendemos que el fútbol 11 practicado por los adultos presenta una estructura y un conjunto de situaciones demasiado complejas e incompatibles con el desarrollo fisiológico y psicológico de los niños y jóvenes.
Técnicos y analistas deportivos de actualidad lamentan que no salgan grandes talentos deportivos y un cierto empobrecimiento técnico de nuestros actuales futbolistas. Esto se debe, en gran parte, a la desaparición del denominado “fútbol de la calle” (los pequeños juegos de 2 × 2, 3 × 3… en espacios reducidos), por lo que parece un contrasentido que la primera experiencia competitiva que se ofrece a un joven futbolista con 8 ó 9 años y que por primera vez llega un club de fútbol sea la de un juego de 11 × 11 en un campo con dimensiones aproximadas de 100 × 60 metros.
Por esto, en el fútbol parece fundamental crear, situaciones simples adecuadas a las motivaciones de los niños y formas competitivas adaptadas a sus características. De este modo, el fútbol 7 practicado en campos con medidas y dimensiones reducidas nos parece el tipo de juego que mejores condiciones reúne para la enseñanza/aprendizaje del fútbol en la categoría de edad 8/12 años.
En este sentido, el fútbol 7 deberá ser entendido no como una imposición de la UEFA o como una moda, sino como un imperativo para una formación más ajustada del futbolista.
En términos evolutivos, el fútbol siempre ha ido un poco más retrasado que los otros juegos deportivos colectivos, que ya hace mucho tiempo tuvieron la necesidad de adaptar las dimensiones del campo de juego y del número de jugadores a las edades de sus atletas a través de la creación de minijuegos, como el caso del minibalonmano, el minibaloncesto o finalmente el del minivoleibol.
En el fútbol, sólo ahora se ha sentido la necesidad de adaptar un tipo de juego que respetase la edad, las diferentes fases de desarrollo de los jóvenes y que se adecuara a sus necesidades, a través de la creación del fútbol 7, en campos con medidas y dimensiones reducidas, por ser el tipo de juego que mejores condiciones reúne para la evolución táctica-técnica de los jóvenes futbolistas.
Esta idea, presentada en estudios fundamentados a algunos organismos oficiales de nuestro fútbol hace ya una década y asociada a la reciente deliberación de la UEFA, que introduce el fútbol 7 como obligatorio para las categorías de edad de sub10 y sub12, viene de algún modo a modificar la forma y los contenidos de enseñanza del juego del fútbol. En este sentido, nos parece del todo pertinente la elaboración de esta obra como fuente de información estructurada fundamentalmente para entrenadores, profesores de educación física, monitores, árbitros y demás agentes deportivos, y que esperamos contribuya, en la medida de su alcance, al incremento de la calidad de intervención en el proceso de enseñanza y entrenamiento del fútbol en nuestro país.
1. ¿EXISTEN DIFERENCIAS ENTRE EL FÚTBOL INFANTIL Y EL FÚTBOL DE LOS ADULTOS?
El gusto y la pasión por el fútbol ha originado en nuestro país un aumento del número de jugadores, que ha ocasionado alteraciones en el escalonamiento de los intervalos de edad (categorías), con un consiguiente aumento en el número de partidos que todos los fines de semana se realizan en nuestros campos de fútbol.
El hecho de estar habituados a observar partidos de seniors y, posteriormente, confrontarlos con los partidos de otras categorías de edad, fundamentalmente de las categorías alevines (sub12) y benjamines (sub10), nos obligó a reformular nuestros conceptos didáctico-pedagógicos, con el objeto de una mejor comprensión y una mejor intervención en la formación de los jóvenes futbolistas.
Sabemos, sin embargo, que el fútbol infantil y juvenil depende en gran medida de las personas aficionadas y sin formación específica, hecho que ha llevado a este tipo de fútbol a una atribución de escasa credibilidad y validez.
Debemos señalar que se continúa insistiendo en los errores del fútbol de los adultos:
•Se continúa poniendo a jugar a niños de 8 años de edad en campos con medidas reglamentarias de adultos (100 × 60 metros) y juegan 11 × 11 con porterías de adultos (7,32 × 2,44 metros), en vez de jugar 7 × 7 en campos con dimensiones y porterías reducidas.
•Tenemos ligas de competición desequilibradas con una estructura idéntica a la de los adultos, donde impera la “campeonitis” y la eliminación de los más débiles, cuando se debería optar por jornadas deportivas o ligas competitivas en régimen de jornadas concentradas –todos los partidos de la jornada se efectúan en el mismo campo–, con la constitución de pequeños grupos o divisiones homogéneas, donde todos deberían tener el mismo derecho de participar y no sólo los más aptos, debiendo encararse el partido como una fiesta, donde el placer de jugar fuese el objetivo principal.
•Con los jóvenes se utilizan, medios y métodos de entrenamiento idénticos a los de los adultos, utilizando predominantemente el método analítico, muchas veces con el recurso de formas de entrenamiento monótonas donde el entrenamiento es todo menos juego. Escasean las formas lúdicas, dinámicas, con un alto potencial de motivación, y abundan en cambio las preocupaciones relativas a los aspectos de la técnica.
•Se constata una predominancia del perfil de entrenador de fútbol de los adultos, disciplinado, muy rígido, en contraste con el educador de jóvenes, que debería ser moderado, tolerante y muy motivador, con conocimientos de fútbol pero que, además de esto, conozca las características de los jóvenes en su etapa de desarrollo, para que incluya en su intervención pedagógica los factores más idóneos para esa etapa, sepa el nivel de exigencia y, al mismo tiempo, conozca los objetivos que se deben plantear en esa categoría.
•No deja de ser extraña la obligatoriedad de la existencia de policías en los partidos de jóvenes de 8-12 años, sin el cual los mismos no podrían desarrollarse. Hemos visto cómo algunas veces, estando presentes todos los que intervienen en el partido, compañeros, adversarios y árbitros, no pudo desarrollarse el mismo por la falta de policía.
Juzgamos que los salarios pagados a la policía podrían ser invertidos en un mejor aprovechamiento de esas mismas fuerzas de seguridad para otros espacios de la sociedad de mayor riesgo que el supuesto por un partido de fútbol de jóvenes de esta categoría de edad.
La resolución del problema pasaría por responsabilizar a los dirigentes de los clubes, que conjuntamente con los padres de los jugadores del club organizador de los partidos tendrían que velar por la seguridad de sus partidos.
En Portugal, la obligatoriedad de la presencia de la policía en los partidos de los más jóvenes no existe en ninguna otra modalidad deportiva.
En un reciente congreso (1998) efectuado en nuestro país, un entrenador del fútbol juvenil del Inter de Milán se mostró muy extrañado por el hecho de que hubiera policías en los partidos de los más jóvenes, cosa que sería impensable en Italia.
•Las competiciones de los más jóvenes son consideradas espectáculos, ya que para que se puedan realizar necesitan una autorización previa por escrito por parte de las asociaciones de fútbol informando a las fuerzas de seguridad que dicho espectáculo se puede realizar.