Los herederos. Alba González

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en el conjunto de este estudio se entrelazan la historia, la memoria de la historia y la historia de la memoria.

      4. Estudios sobre patrimonio

      La primera de ellas, fijada durante el Romanticismo, establece como criterios de legitimación patrimonial referentes simbólicos que están más allá del orden social y de sus leyes: la naturaleza (por oposición al espacio de la cultura), el pasado (por oposición al tiempo percibido como presente) o la genialidad excepcional (por fuera de los límites de la condición humana culturalmente establecidos). Son estos criterios, entonces, los que determinaron los límites de lo “patrimoniable”. A partir de ellos se produce, siguiendo a Prats, una segunda construcción social que este autor denomina “activación”. Ningún bien constituye por sí mismo –por sus características inherentes– parte del patrimonio cultural si no es legitimado socialmente. Los bienes culturales se definen por significaciones sociales estrechamente ligadas con la identidad, que resulta de una doble operación de diferenciación y generalización que varía históricamente, y el patrimonio de una sociedad no es más –ni menos– que una construcción colectiva que se da en un determinado contexto histórico-social y cuya instrumentalidad varía de acuerdo con el entorno sociopolítico de donde emerge.

      Activar un repertorio patrimonial significa, en definitiva, elegir ciertos referentes y exponerlos de una determinada forma. Este hecho les confiere una carga simbólica que refuerza y legitima socialmente una cierta versión de la identidad. Así, el patrimonio estaría constituido por los repertorios activados de referentes patrimoniales procedentes de ese enorme y abstracto espectro de posibilidades, de elementos potencialmente patrimoniables. La activación patrimonial resulta de la atribución de valor a determinadas manifestaciones del pasado por parte de distintos actores sociales situados en contextos específicos y orientados por intereses diversos. El poder para imponer ese reconocimiento puede ir desde la capacidad de convencer o movilizar a una vecindad hasta la de imponer normativas.

      Para este análisis interesa rescatar una tendencia de activación patrimonial que Prats denomina “micro”. Esta incluye las iniciativas locales promovidas por agentes comunitarios que persiguen básicamente la subsistencia y una moderada incidencia en la dinámica económica y sociocultural de la zona, y se concreta en museos locales, operaciones de resguardo de monumentos o de instalaciones industriales, entre otras. Según el autor, muchos de estos impulsos tienen como resultado una “museabilización de la frustración” (Prats, 1997: 85).

      En la Argentina, una gran variedad de proyectos patrimoniales se vinculó con esta tendencia “micro”. El proceso de desindustrialización que arrancó en la década de 1970 para agudizarse con el “adelgazamiento” del Estado y las privatizaciones de los años 90 generó en muchas comunidades –que quedaron aisladas en algunos casos, despobladas en otros, empobrecidas en todos– un proceso de desestructuración y reconfiguración social. Es en estos contextos en los que aparecieron intentos de activación patrimonial vinculados a las transformaciones socioeconómicas que operaron en las subjetividades y en la reconfiguración de las memorias locales y, al mismo tiempo, hicieron acuciante la búsqueda de fuentes de ingreso alternativas. La masificación del turismo, y en especial el boom del “turismo cultural”, dio paso a la esperanza de revitalización económica a través de una activación turístico-patrimonial que volviera a traer trabajo y resignificara la identidad de una comunidad desarticulada. Así muchas “comunidades de trabajadores” se transformaron en “localidades turísticas”, reconvertidas –con más o menos éxito, con más o menos conflicto– en centros de turismo cultural, histórico, rural, religioso, polos gastronómicos, etcétera.

      Si bien la identidad, como sostiene Ana María Portal (2003: 45), “se construye a partir del contrapunto adentro/afuera; el eje antes/ahora representa el referente obligado de esta construcción, en la que el recuerdo, la mayoría de las veces, aparece anclado a la nostalgia”.

      Si bien la nostalgia puede tener efectos “paralizantes”, Manuel Cruz (2007: 27-28) advierte que “no todo es malo” en ella, ya que constituye “una forma, acaso atravesada de tristeza […] de poner a trabajar el pasado, de movilizarlo, de insuflarle nueva vida”. En el caso de Pueblo Liebig, ¿cómo se tramitó la nostalgia por el pasado?, ¿constituyó la activación patrimonial una especie de “museabilización de la frustración”, o hay en ella una reivindicación de derechos y una esperanza de futuro?

      1. Jorge Belinsky (2007: 25), en su estudio sobre lo imaginario, rescata la perspectiva del historiador francés Jacques Le Goff que lo caracteriza como una dimensión fluyente, inserta en el seno de los procesos históricos, en relación con los cuales varía, y vinculada con representaciones y sistemas simbólicos e ideológicos. Desde esta óptica, define lo imaginario como “un conjunto de representaciones y referencias –en gran medida inconscientes– a través de las cuales una colectividad […] se percibe, se piensa e incluso se sueña, y obtiene de este modo una imagen de sí misma que da cuenta de su coherencia y hace posible su funcionamiento”. El imaginario, en este sentido, expresa ciertos interrogantes que todo grupo se plantea, tales como quiénes somos y qué deseamos ser, y las respuestas creativas que se dan frente a ellos.

      2. Las metáforas familiares se han utilizado en el análisis de los discursos de la dictadura militar acerca de la nación (Filc, 1997) y en su uso por parte de los organismos de derechos humanos (Vecchioli, 2005; Filc, 1997), las agrupaciones políticas (Carnovale, 2012) y las fuerzas armadas (Badaró, 2012), entre otros.

      3. Para un estado de la cuestión de la historia de las empresas en la Argentina véase Barbero (2006), Reguera y Zeberio (2006) y Bandieri (2007). Para el análisis de familias empresarias y empresas familiares véase Barbero y Lluch (2015).

      4. Se denomina free standing

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