Sanar sin fronteras. Eric Barone
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La orden apuntaba a movilizar mis recursos energéticos latentes, que Imhotep y sus discípulos parecían conocer muy bien.
Comprendí que no me estaban sanando con sus manos, no me estaban transmitiendo energías propias, sino que trabajaban mi 4to ojo* para hacer entrar en él un filamento de egrégor* asociado a ese Dios. Yo sentía cómo ese filamento recorría y tomaba posesión de mi sistema nervioso con fines de monitorearlo hacia la auto sanación.
Prefiero no hablar de las pociones que me hicieron ingerir ni de los cortes quirúrgicos que hicieron en mi cuerpo.
Escuché a Imhotep decirme que iba a darme una poción alquímica especial, que probablemente iba a sentirme morir pero que después regresaría a mi estado normal. Y así pasó, el enfermo, (yo), estuvo en estado de vida suspendida encerrado en un sarcófago, viajando a mundos mágicos pero reales, a otras dimensiones a las cuales pude entrar gracias a los diseños mágicos que estaban pintados sobre el sarcófago. Y regresé del estado en que estaba con una enorme taquicardia. Comprendí por qué muchos enfermos morían... pero de miedo. Y volví al presente bromeando conmigo mismo sobre lo que habría significado en esa época tener un seguro médico.
R: A ver, retrocedamos un poco. Ustedes parecen presentar a Barone como un maestro en canalizaciones, vidente, sanador. Pero ustedes dos saben que esto es, a la vez, verdadero y falso. Porque antes de usar esas capacidades especiales ha sido investigador de la pedagogía y del hipnotismo yendo más lejos que los demás usando sólo su cerebro racional. Pregúntense mejor porqué desapareció en la cima de su éxito en Francia y verán lo que es ser investigador antes de ser empresario. Regresen a sus 16 años, al colegio, a las rabonas, a la adolescencia, a los cursos de guitarra, a las deducciones e inducciones, a su primer libro y a los conciertos y verán que es mucho para un adolescente autodidacta.
Eric Barone se propone entonces un objetivo bien circunscrito: buscar todos los medios para acelerar el aprendizaje, transformándolo en una meta de interés social, político y humanitario a escala global.
Para la situación de un adolescente de 16 años, ya profesor particular de música con mucho éxito profesional (y económico), ese pensamiento parecería iluminado y fuera de la realidad, pero, precisamente, así se han hecho los más grandes descubrimientos en la historia de la humanidad, con pensadores rebeldes, contestatarios, pero dotados de una actitud metódica y científica y con una perseverancia a prueba de cualquier adversidad.
A esa edad, verificando cada una de sus hipótesis desde la cibernética aplicada con la colaboración de sus alumnos, elaboró una lista de conceptos sorprendentes con los cuales se adelantó a ciertos aspectos del aprendizaje que la humanidad descubrió mucho después. Por ejemplo, Eric Barone sostenía, en aquella primera obra, que la diferencia entre la adquisición de un conocimiento automatizado y el mismo conocimiento no automatizado era consecuencia directa del sueño natural.
Años después el profesor Michel Jouvet demostraba la participación del sueño paradójico en el fenómeno del aprendizaje y en la fijación de los conocimientos en la memoria.
Barone elaboró los conceptos siguientes:
- Ya que no se puede definir lo que es «aprender» se debería, al menos, explicar lo que es «saber».
- La única palabra que puede reemplazar a «saber» es «automatizar».
- «La automatización es el resultado de un alto grado de conciencia invertida en el aprendizaje, confrontado a una alternancia cíclica entre trabajo y sueño».
La teoría pavloviana encontraba así su más noble campo de aplicación.
Se abocó, entonces, a definir todas las consecuencias de un conocimiento automatizado y de otro no automatizado y a identificar todos los parámetros intervinientes en el acto global que determina el pasaje de un conocimiento común, externo al ser humano, hacia un conocimiento interno definitivamente inscripto en su memoria.
J: Ahí se encuentran las bases de dos de sus libros destinados a docentes, pero también muy importantes y sumamente interesantes para los psicólogos: “Como Aprender a Aprender”, y “Como Aprender a Enseñar”.
A partir de este concepto que Barone elaboró a sus 16 años, se ha construido el sistema más abarcador y más autárquico de la pedagogía mundial, cuya máxima consecuencia se verá en los próximos años en algún invento electrónico de divulgación social masiva.
Barone afirmó asimismo que, para achicar el tiempo necesario para grabar automatismos a lo largo de días de repetición, basta con aumentar el nivel de concentración del estudiante. Él había experimentado estados de autohipnosis y descubrió que el método más rápido, menos costoso y menos invasivo para lograr un aprendizaje efectivo, era inducir a sus alumnos a un estado hipnótico.
Entre sus 18 y 23 años se abocó a experimentar con voluntarios. Rápidamente, todos sus alumnos voluntarios pudieron experimentar cómo, más allá de aprender la guitarra clásica, también podían acelerar su aprendizaje de matemáticas, biología, baile clásico, idioma y todo lo que quisieran.
Escritor nato, Eric Barone preparo entonces lo que fue su único libro editado en francés: “ABC DEL HIPNOTISMO”.
C: Ese libro está totalmente superado por el que hemos estudiado nosotros, los Terapeutas Akáshicos, que se llama: “Hipnotismo & Bioenergía”. Todo el contenido del libro “ABC del hipnotismo” esta resumido en el capítulo 4 de este libro. Lo que Barone agregó en él es toda la ciencia de la bioenergía que adquirió después de partir de Francia.
Después de años de discretas investigaciones, a los 28 años, el 13 de octubre de 1983 convocó a toda la prensa francesa en el primer piso de la torre Eiffel para dar su primera conferencia de prensa. Presentó a los primeros alumnos del mundo que habían aprendido a manejar un auto en estado hipnótico y que, gracias a ello, habían logrado pasar el examen. Una reacción en cadena mediática se generó:
NHK Tokio envió un equipo a filmar a sus alumnos manejando en estado hipnótico, Paris Match, L´Express, Le Monde de L´Éducation, Vous et Votre avenir, radios nacionales como RTL y Europa 1, canales de televisión como Antenne 2 le dedicaron una hora de emisión el 31 de diciembre del mismo año, por la noche, como marcando que algo grande estaba cambiando y que había que decirlo al mundo en una fecha tan simbólica como era el cambio de año.
Esa etapa que pasó en Paris fue, para Eric Barone, una fase más de sus investigaciones. Y se encontró entonces en una segunda encrucijada, comparable a la que le hizo elegir entre ser un concertista famoso o un docente e investigador. Tenía que elegir entre transformarse en empresario explotando su descubrimiento o continuar en la senda de la investigación hasta dar con las causas y consecuencias de su descubrimiento e innovación.
R: Creo que nadie puede comprender bien la situación en la cual se encontraba entonces. Eric era un hombre solitario, incomprendido y solo. Había creado un imperio increíble, llegando a ser el hipnotizador más famoso de Francia. El número uno de la revista VOUS ET VOTRE AVENIR en la que se hablaba de él, se agotó en 24 horas y fue leída por 250.000 personas. Lo mismo sucedió con Paris Match y L`Èxpress. El impacto en los medios en Francia fue extraordinario. Miles de personas fueron a él pidiendo, suplicando, ser hipnotizados. Barone terminó ocupando pisos completos con cabinas individuales, hipnotizando personalmente a pacientes desde las 6 de la mañana hasta que se hacía de noche, reemplazado por asistentes después de la inducción.