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Los diversos procesos y mecanismos constructivos descubiertos por Piaget lograron integrarse en una visión sistémica moderna, con la colaboración de Rolando García, investigador formado en física y lógica matemática, así como especialista en el estudio de algunos fenómenos meteorológicos como sistemas complejos. Esta visión “dio la clave que permitiría explicar en qué consiste la creación de nuevo conocimiento, cuestión que más preocupó a Piaget en la última fase de su producción intelectual” (García, 2000: 83). Estos autores pusieron de relieve que “la evolución del sistema cognoscitivo no se realiza mediante procesos que se modifican de manera gradual y continua, sino que procede por una sucesión de desequilibrios y reorganizaciones. Cada reestructuración conduce a un periodo de equilibrio dinámico relativo durante el cual el sistema mantiene sus estructuras previas con fluctuaciones dentro de ciertos límites” (García, 2000: 77).
Esta aportación, acorde con la teoría de Prigogine de la autoorganización de los sistemas abiertos, es de gran importancia para los investigadores en ciencias sociales, porque ofrece un enfoque que ayuda a concebir la investigación como un sistema en construcción y ofrece criterios para comprender sus avances y retrocesos, a la vez que ayuda a superar sus dificultades.
Tras la muerte de Piaget, Rolando García continuó impulsando el avance de la epistemología genética, aplicando los sistemas complejos a la comprensión del sistema cognoscitivo (García, 2000) y para dar la fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria (García, 2006).
El segundo escollo es el enfoque
La perspectiva de sistemas complejos ofrece a los investigadores en ciencias sociales una propuesta constructivista para delimitar el complejo empírico pertinente para cada investigación, mediante subsistemas que interactúan en condiciones de contorno cambiantes. Es conveniente definir aquí los subsistemas, a partir de plantear el sistema desde las disciplinas sociales con mayor centralidad, ello con el fin de explicar su evolución en el espacio-tiempo (para el sistema cognoscitivo Piaget definió los subsistemas biológico, psicológico y social) (García, 2000: 86).
La propuesta de García, investigación interdisciplinaria, enfatiza que no basta con reunir especialistas en sus respectivos dominios científicos para resolver un problema, sino que esos especialistas deben compartir la perspectiva de sistemas complejos para plantear el problema a investigar, estableciendo las relaciones entre un número limitado de “elementos abstraídos del complejo empírico (conceptualizaciones de datos empíricos, susceptibles de revisarse a lo largo de la investigación), y las relaciones y procesos inferidos que permiten construir el sistema, analizar su evolución y examinar las posibles soluciones” (García, 2000: 70). La construcción del sistema consiste en “proponer sucesivos modelos que representen la realidad que se quiere estudiar: “una meta satisfactoria de este proceso constructivo se basará en la capacidad del modelo para explicar un funcionamiento que dé cuenta de los hechos observados […]” (García, 2006: 98).
La investigación interdisciplinaria es el tipo de estudio que requiere un sistema complejo y no emerge espontáneamente porque varios especialistas trabajen juntos (García, 2006: 88).
El tercer escollo se relaciona con la lógica
Debería subrayarse que son muchas las lógicas y que la delimitación del objeto de estudio y la elección de la línea argumental que orientará la investigación dependen del problema a investigar. En el campo del derecho, un comentario de José Gaos al libro de Eduardo García Máynez, La lógica del juicio jurídico, hace observaciones, especialmente al segundo capítulo de ese libro, en el que el autor formula la estructura lógica de la norma de derecho en general (Gaos, 1956). Tomo esta referencia porque los derechos humanos pertenecen al dominio de las ciencias jurídicas y la lógica tiene en éstas un papel relevante. La siguiente cita permite apreciar este papel: “Hubiera debido discutir la cuestión, no de si la pretensión propia de las normas de derecho es la de validez, a diferencia de la verdad, propia de los juicios, sino de si es necesario tener en cuenta la pretensión de validez propia de las normas de derecho al investigar las formas lógicas de éstas, en vista de que estas formas no parecen específicas de las normas jurídicas.” (Gaos, 1956).
Asimismo, Gaos menciona, como sugerencias para García Máynez:
La Lógica matemática utilizada hubiera debido ser no sólo la de las relaciones, reiteradamente la de las clases a manera de ilustraciones intuitivas incidentales y la proposicional cuando la hizo indispensable la índole hipotética de las normas jurídicas, sino la cuantificacional, y hubiera podido ser ésta exclusivamente, a menos de probar que las formas de la lógica de clases y la lógica de relaciones requeridas por la materia jurídica serían intraducibles en las de la lógica cuantificacional (Gaos, 1956).
Al tratar dentro del derecho, el caso particular de los derechos humanos se puede retomar de Gaos la siguiente afirmación: “La cópula de los juicios jurídicos tiene también dos funciones: ‘la de referencia, por la cual las consecuencias normativas son enlazadas a los sujetos cuya conducta se regula’ y ‘la imperativo-atributiva, que consiste en imputar al obligado y al pretensor los deberes y derechos a que da origen la realización del hecho condicionante’”.
Este párrafo alerta sobre la naturaleza lógica de los juicios jurídicos que se deben tener presentes al plantear una investigación sobre derechos humanos. Además de la lógica formal y la lógica matemática (lógica cuantificacional, lógica simbólica, lógica binaria…), diversos autores que han investigado los derechos humanos mencionan otras lógicas:
a)Lógica deóntica (lógica de las normas), cuyos operadores definen “obligatorio”, “permitido”, “vedado”, “indiferente”.[1]
b)Inteligencia artificial (robótica aplicada al derecho).
c)Neorretórica (lógica de la argumentación).
La primera dificultad que se advierte en algunas propuestas de investigación sobre problemas vinculados con derechos humanos (ahora en boga), es su base lógica. Como ejemplo están la falta de claridad al definir tanto el sujeto obligado como el sujeto pretensor, asimismo, sus respectivos deberes y derechos. Para enfrentar esta dificultad, es particularmente útil el conocido libro de Mario Bunge, La investigación científica: su estrategia y su filosofía (1969), hacia el cual los estudiantes de ciencias sociales tienen una especial aversión que obliga a que la materia de “metodología de la investigación” (que se imparte en los cursos de posgrado en ciencias sociales en México) enfrente una ardua labor de “adoctrinamiento”. No es extraño que este libro, escrito por Bunge para formar investigadores, sea pletórico en cuestiones relativas a la lógica (véanse los capítulos dedicados a concepto, dilucidación, ley, hipótesis, teoría, explicación, inferencia científica).
Por su parte, Piaget y García (escuela de epistemología genética) aprovecharon como base la lógica operatoria e iniciaron la construcción de una lógica de las significaciones, la cual responde a la preocupación de la psicología contemporánea por las representaciones y las significaciones, además de que renueva el interés por el pensamiento lógico: “El proyecto de Piaget consistía en poner en evidencia los orígenes de la lógica, remontándose hasta las implicaciones entre acciones en el nivel sensoriomotriz” (Bärbel Inhelder, “Prefacio” , en Piaget y García, 1989).
El cuarto escollo está en el campo de las técnicas
Los instrumentos para recopilar y sistematizar información