El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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su tesis de doctorado y llegaría a alcanzar el grado de coronel del servicio médico, al convertirse en doctor militar y toxicólogo.

      Los muérdagos: una planta de hechicería

      En los árboles altos a lo largo del camino, al lado de la entrada a Yúzhnoye, hasta ahora están colgadas las bolas de muérdagos. Esta planta-parásito inmarcesible desde tiempos ancestrales se consideraba como el símbolo de la vida y de la inmortalidad. Hubo muchas leyendas acerca de ella. En la tradición druida, el muérdago había nacido de un relámpago dirigido a una rama de roble. Por esta razón la planta cuenta con cualidades medicinales particularmente. El jugo de sus bayas era un buen alimento para el cuerpo y el espíritu. Mucha gente creía que el muérdago era un objeto mágico que daba la felicidad, protegía a la persona y a los animales de las brujerías. Utilizaban sus hojas y frutos para curar la infertilidad, el reumatismo, la tisis, la epilepsia, los mareos, los dolores de cabeza e incluso la demencia. Algunos pueblos tenían la tradición de cortar el muérdago durante los solsticios de invierno y de verano, lo cual estaba mágicamente relacionado con la vida y la muerte.

      Los eslavos creían siempre que el muérdago era una planta milagrosa. El arbusto es eterno, no desaparece, no se muere, crece sin raíces, sin tocar la tierra, no tiene semillas. Se reproduce y crece entre el cielo y la tierra eligiendo solo las ramas de los árboles sagrados, tales como el roble, el fresno y la acacia. Todos los pueblos trataban el muérdago como la planta mágica que trae felicidad y protege de la brujería a las personas y a los animales. En Rusia la llaman «nido de pelo», cuando en español es «escoba de bruja». Los celtas lo nombraron como «rama dorada del Árbol de Vida». No hay que explicar por qué La rama dorada de J. Frazer se convirtió durante un tiempo en el libro favorito del pequeño Yura. Al leerlo seguramente sentía la cercanía con los misterios de los viejos druidas y los brujos eslavos. Precisamente en aquel periodo se apasionó por los experimentos, probando: ¿funciona o no? Sus experimentos empezaron con los muérdagos. Las hojas y los frutos de muérdago curaban el reumatismo, las enfermedades de corazón, la neumonía, la tisis, la infertilidad y otras enfermedades. Pero a Yura le llamaban más la atención la cualidades de la planta que curaban el dolor de cabeza, los mareos e incluso la epilepsia y la demencia. Esto se podía comprobar muy rápido. Yuri comenzó a realizar sus planes: intentó curar a su hermana Galina, que a menudo sufría de dolores de cabeza, y a su madre. En casa aparecieron las ramas y bolas de muérdago para prevenir el dolor de cabeza y los mareos. Ahora a esto lo llamarían fitoterapia. De ello se desprende otra de las historias increíbles de las que está llena la vida de Knórosov. De repente Yuri descubrió que podía curar el dolor con tan solo «poner las manos». Sea como sea, el primer experimento de tal curación resultó ser exitoso. Pronto, a la casa de los Knórosov empezaron a llegar los vecinos y los amigos. Se han conservado varias narraciones acerca de que llegaban «pacientes» que sufrían de dolor de cabeza o dental, y el adolescente los sentaba entre los abetos, pasaba las manos por el lugar donde les dolía y les quitaba el dolor.

      Durante 1936, Yuri no fue a clases. Era el año de graduación en una escuela donde había que estudiar siete años. Todo el primer trimestre estuvo enfermo, e incluso no obtuvo una calificación aprobatoria. Sin embargo, la enfermedad no lo obstaculizó: el adolescente terminó el séptimo año de la Escuela Ferroviaria núm. 46 y se graduó en la primavera de 1937. Las calificaciones de su certificado causan una cierta curiosidad: tuvo «sobresaliente» en ruso, literatura rusa, ciencias naturales, alemán, constitución, álgebra y geometría. Tuvo «notable» en química, física, dibujo técnico e historia (según los trimestres la calificación de historia era entre «satisfactorio» y «notable»). Tuvo «satisfactorio» en lengua ucraniana, que era como su lengua natal, aunque la familia de Knórosov nunca se consideró como tal. Yura no tenía ninguna calificación en educación física. Esto se debía a su estado de salud.

      Es evidente que el haberlo librado por completo de las clases de educación física significaba que Yuri tenía serios problemas de salud. ¿Qué había pasado en el primer trimestre? Parece que la enfermedad estaba relacionada con problemas de tiroides, la cual fue operada. Desde aquel momento, en su cuello, por ambos lados, aparecieron delgadas cicatrices sobre las que nunca contó a nadie. Posteriormente, por sí sola surgió la leyenda acerca de una «herida». Pero la leyenda no tiene ningún fundamento.

      Es muy probable que precisamente la enfermedad de su querido hermanito menor hubiera determinado la orientación en las investigaciones de su hermana Galina: la endocrinología.

      Yuri debía continuar con los estudios. Se notaba que las calificaciones obtenidas no servían de mucho para seguir los estudios en el área de humanidades. Por puro milagro había logrado evitar el «satisfactorio» en historia. Pero a Yura no le interesaba la historia como tal. Él planeaba ser doctor. Por lo tanto, en el mismo 1937 Yuri ingresó a la facultad para obreros (rabfak) en el Instituto de Medicina de Járkov. En la Unión Soviética la «facultad para trabajadores» era una institución educativa de enseñanza media especializada, que correspondía a un colegio y permitía a la gente que ya estaba trabajando obtener su educación secundaria con los elementos de especialización profesional necesaria para poder seguir los estudios universitarios.

      Mientras tanto, la vida no se quedaba sin movimiento. En 1938, el padre de Yuri obtuvo el puesto de jefe de ingeniería en Yúzhnoye en el fideicomiso de los materiales de construcción del nkps (el Comisariado Popular de Vías de Comunicación de la URSS). Era un puesto administrativo alto, ya que el fideicomiso unía aproximadamente 30 empresas de los ferrocarriles de Yúzhnoye. Hay que decir que durante los años soviéticos Járkov, el antiguo gran centro industrial y la capital de Ucrania de 1919 a 1934, había crecido impetuosamente. En 1939 su población ya se acercaba a un millón. Járkov se había desarrollado sobre todo en la dirección sudoriental, donde todavía en vísperas de la Primera Guerra Mundial había surgido una gran región industrial. Económicamente, la ciudad se había convertido en el tercer centro industrial de la URSS, después de Moscú y Leningrado. Para finales de 1930, de Járkov venía casi la mitad de la producción de toda la industria de construcción de máquinas de Ucrania y la quinta parte de la Unión Soviética. El gran mérito en esto le pertenecía a Valentín Knórosov. Él poseía el talento de dirigente y no tenía miedo de las dificultades, desarrollaba con gusto su carrera y ocupó puestos cada vez más altos.

      Los hermanos mayores habían logrado terminar sus estudios universitarios, obtener sus asignaciones e irse de la casa paterna. Serguei pasaba todo el tiempo en expediciones constantes en el Lejano Oriente, ejerciendo como ingeniero-geodesista. Borís se encontraba en Moscú como profesor adjunto de la Academia de Artillería Felix Dzerzhinski.

      El padre también se mantenía todo el tiempo en misiones de trabajo. Por otra parte, se decía que él no iba a casa no solo debido a los viajes laborales. Los parientes sabían que el apuesto hombre siempre había tenido un inevitable éxito entre las mujeres.

      En Yúzhnoye se quedaban la madre, la hermana Galina y Yuri. La madre estaba más enfocada en los quehaceres, que no le gustaban para nada, pero los consideraba una necesidad. Inclusive había pasado a dormir a un pequeño sofá en la antesala. Ella creía que así era más cómodo controlar la casa. La vida en San Petersburgo se había quedado muy lejos, en el pasado casi olvidado, y ya ni siquiera parecía real. Poner fuego al horno, cuidar del agua y las gallinas, preparar la comida… Según los recuerdos de los nietos, durante toda su vida la abuela Alejandra detestó coser y cocinar. Ella soñaba con el descubrimiento de una pastilla que pudiera sustituir a la comida: tomar la pastilla y estar satisfecho, sin necesidad de cocinar y lavar los trastes todos los días. Probablemente ya en esos años ella ya había inventado su propio diseño de vestido, el cual era bastante sencillo: dos pedazos de tela cosidos

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