El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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      Para ser justos, hay que notar que a Yuri Valentínovich, durante toda su vida, se le dificultaron mucho los exámenes y hablar en público. En su casa lo entendían sin palabras. En las conversaciones con la gente ajena a su casa tenía que hacer esfuerzos extra. Siendo una persona introvertida, él no podía obligarse a sí mismo a transformarse en una figura pública. Se cerraba y prefería las respuestas monosilábicas, lo que sucedía en particular en las situaciones donde había una gran tensión emocional. Esto inevitablemente provoca (y siempre ha provocado) el disgusto profesional de parte de los profesores universitarios: siempre y en todas partes. Y no solamente de los profesores.

      Afortunadamente, el 1 de septiembre le otorgaron «la matrícula» al estudiante Yuri Knórosov, de 17 años de edad: una libreta estudiantil con el número 39/297 de estudiante del primer curso de la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Járkov. Con ello comenzó una vida nueva.

      Se puede imaginar que a Yuri le dolió haber abandonado su sueño de la Facultad de Medicina. Al parecer, precisamente en aquellos momentos, poco a poco comenzó a consolarse con el vino; sobre todo porque siempre había vino en casa. Su madre se lo preparaba y lo guardaba en la bodega. En cada frasco de vidrio había notas hechas a mano: Valentín, Serguei, Borís, Leonid, Yura. La sistematización estaba en la sangre de todos los Knórosov.

      Cuando los hermanos se reunían, lo que con el tiempo fue cada vez menos frecuente, mandaban al sótano al pequeño Yura, diciendo: «¡Ahora, Conejo, corre por el vino!». A nadie se le ocurrió que esta graciosa tradición se podría convertir en una verdadera catástrofe…

      Pero el problema más doloroso de Yuri siempre fue su salud. No se trataba tanto de su salud en sí sino de las limitaciones que lo habían convertido en un marginado de cierto modo. Su padre y todos sus hermanos eran militares y oficiales de altos rangos. A Yuri no lo aceptaron en el ejército siquiera como «no combatiente». En noviembre de 1940, cuando cumplió 18 años, la comisaría militar lo registró definitivamente como no apto para servicio militar, debido a su estado de salud. Ni siquiera le habían entregado la cartilla militar en aquel entonces. Después de haberle negado el ingreso a la Facultad de Medicina, esto llegó como un doloroso golpe más a su ego. Sin embargo, Yuri se esforzaba mucho para no diferenciarse de los demás estudiantes, participaba en todos los eventos y en la vida social de la escuela.

      A él le encantaba estudiar en la Universidad sin importar que fuera en la Facultad de Historia. Sin embargo, las humanidades no lo hicieron olvidar su antigua afición por la psiquiatría. Él iba a las clases de Platónov e incluso participaba en sus seminarios. Había tomado en serio la presencia de esa «sensibilidad especial». Esto se relacionaba con sus experimentos de «curandero». Knórosov continuaba curando a los vecinos y a sus compañeros de la Universidad con las manos. Pero, lo más importante, practicaba la hipnosis y la sugestión. Esto no lo hacía mediante la comunicación directa con la persona; es decir, no era cara a cara, sino a la distancia. Sucedía incluso cuando el hipnotizado ni siquiera sospechaba que se daba un efecto en él. Por ello dentro de las materias históricas, a Yuri le interesaba más la etnografía; para ser exactos, las prácticas religiosas y chamánicas.

      Probablemente todo iba como tenía que ir. Yuri estudiaba, se enamoraba y escribía poemas románticos.

      ¡Nuestra suerte es vivir! ¡Envídialo, destino!

      Prepáranos nuevamente desastres.

      Para los dos están trenzados como flores

      La libertad, la alegría y el amor.

      Nos despedimos hoy en la mañana.

      Pasó la noche: llega el amanecer.

      Espero el cariño de tu mano

      Como si pasaran años sin amar ni ver.

      Tus palabras ligeras, esbeltas,

      El momento que vivimos es así.

      Y tocarán mis manos con cariño

      Las tuyas, que son solo para mí.

      Cuando llegue la tormenta

      A la que seguirán desdichas,

      La lágrima que brille en tu ojo

      Será relámpago, enviando los avisos.

       1940

      Al joven romántico Yura Knórosov, la vida le parecía hermosa e infinita…

      [1] K. E. Tsiolkovski, “Capítulo I”, En la Luna, Ciencia ficción rusa y soviética, vol. 1. Del siglo xix a la revolución, James Womack (ed.), Madrid, Ediciones Nevsky, 2016, pp. 195-240.

      CAPÍTULO III

      Sus universidades

      Aquellos días desde Tula hasta Klin

      Ardía con incendios el horizonte,

      Como un gigantesco resorte

      Se aplastó el Frente de Moscú.

      Llevaban los vientos a los pueblos natales

      El humo de pólvora que daba pavor.

      Los milímetros alrededor de Moscú

      En el mapa de batalla

      No calculábamos con ojos, sino con corazones,

      Y vivíamos de un solo pensamiento:

      Allí están las cincuenta divisiones

      Enviadas contra la ciudad por el enemigo.

      Cinco ejércitos lanzados a la batalla,

      Parecen pulpos con sus patas,

      Los flancos se parecen a las flechas

      Que apuntando amenazan con cerrar.

      Los versos no son míos. Al autor lo mataron.

      El estudiante Knórosov había finalizado el primer año de estudios: obtuvo «4» (notable) en marxismo-leninismo y en historia de Grecia y Roma antiguas, y «5» (sobresaliente) en literatura antigua –en el sistema educativo soviético y de Rusia se usa una escala de notas de 1 a 5. En el segundo año de estudios Yuri se interesó mucho más por su estudio en la Facultad de Historia, aunque en el primer semestre, aparte de dos «5» (sobresaliente), obtuvo un «4» e incluso un «3» (satisfactorio). Sin embargo, para el verano decidió firmemente cambiar esta situación. El 11 de abril de 1941, por orden del rector de la Universidad Estatal de Járkov A.V. Sazónov (núm. 7/172/artículo), lo incorporaron a la lista de participantes en el desfile del 1 de mayo para formar parte del batallón de la región Dzerzhinski. Además, Yuri se preparó para los exámenes e hizo planes prometedores para el verano. En fin, estaba enamorado.

      En junio de 1941 sonó por primera vez en la radio la canción que de inmediato se convirtió en un hit mundial. La pasaban en todas las estaciones de radio, pero no había llegado a las radiodifusoras soviéticas. Se llamaba «Bésame mucho». Todo el mundo cantaba este bolero sin ni siquiera sospechar que la autora era una mexicana de 16 años de edad llamada Consuelo Velázquez, una muchacha

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