¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles

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¡No valga la redundancia! - Juan Domingo Argüelles Studio

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como las arañas”, “otros insectos, como las arañas, son capaces de generar una reacción tóxica”, “mujer usa tarántulas, escorpiones y otros insectos para maquillarse”, “platillos preparados con tarántulas, escorpiones y más insectos”, “alertan sobre la proliferación de arañas, escorpiones y otros insectos”, “venta de escorpiones y otros insectos”, “las picaduras de insectos como los escorpiones o alacranes no deben demorarse en su atención”, “había una gran cantidad de insectos como los escorpiones”, “todo tipo de insectos como los escorpiones, piojos, gusanos” (¡esto es no tener idea de nada e ir por la vida como si la información no existiera!), “probando alacranes y otros insectos”, “recomendaciones para evitar la proliferación de alacranes y otros insectos”, “alacranes y otros insectos molestos” (sí, claro, los alacranes están molestos de que les digan insectos), “una de las zonas donde es común que haya insectos como los alacranes son los lugares húmedos” (¿por ejemplo las axilas?), “ciertos insectos como los alacranes y las luciérnagas” (¡hay que darse de santos de que los alacranes no sean insectos luminosos y voladores!), “hay algunos insectos como los alacranes del desierto”, “platillos preparados con escorpiones, tarántulas y otros insectos”, “la actriz (Angelina Jolie) y sus hijos comen tarántulas y otros insectos”, “sin faltar algunos insectos como las tarántulas”. Pero (para consuelo de tontos y de tantos) hay que decir que ni siquiera el ilustre Azorín (escritor español) sabía la diferencia entre una araña y un insecto, entre un escorpión y un insecto. En un artículo de 1933, intitulado precisamente “La vida de los insectos”, don José Martínez Ruiz, alias Azorín, escribió: “Los escorpiones son insectos que, por más que hemos hecho, no han logrado nunca inspirarnos confianza. Otros insectos, como las arañas, nos han causado impresión al principio; mas luego, poco a poco, nos hemos ido acostumbrando a su vista”. Pobre Azorín: como ya vimos, ni las arañas ni los escorpiones son insectos. Los escorpiones, al igual que las arañas, pertenecen al orden de los artrópodos, pero ambos también a la clase de los arácnidos, lo cual quiere decir que tienen ocho patas, carecen de antenas y poseen dos pares de apéndices en la boca. ¡Por eso no son insectos! Recordemos esto y, en este tema, no la cagaremos nunca más.

       Google: 50 800 resultados de “arañas y otros insectos”; 22 400 de “insectos como las arañas”; 14 900 de “escorpiones y otros insectos”; 6 450 de “insectos como los escorpiones”; 3 220 de “alacranes y otros insectos”; 1 750 de “insectos como los alacranes”; 1 310 de “tarántulas y otros insectos”.

      20. arcano, ¿arcano misterioso?, ¿arcano oculto?, ¿arcano secreto?, ¿misterioso arcano?

      Escuchando la cháchara de programas o series de televisión como “Alienígenas ancestrales” y todas esas paparruchas similares que usurpan el conocimiento científico, invariablemente alguien suelta una expresión jergal como “arcano misterioso”, “arcano oculto”, “arcano secreto”, “misterioso arcano” y otras variantes, como si hubiese “arcanos” que no fuesen ni “misteriosos” ni “ocultos” ni “secretos”. El caso es que estas barbaridades redundantes de ufólogos y alienifanáticos saltan a cada momento de sus bocas, y quienes gustan de tales cosas enigmáticas (muchísimas personas) no dudan, ni por un instante, que los sustantivos calificados “arcano misterioso” o “arcano secreto” son correctos, y tendrán todo lo que les resta de vida para repetirlos y difundirlos, echando más basura pleonástica y redundante en nuestra lengua que, en su lenta y ya larga evolución, ha perseguido, afanosamente, la exactitud expresiva. Es verdad que aún en el siglo XIX y principios del XX algunos conocidos y hasta reconocidos escritores españoles, como Emilia Pardo Bazán, utilizaban esta redundancia, con la forma del pleonasmo hebreo, tal como la usaban, en los siglos anteriores, del XVI en adelante, grandes autores como santa Teresa de Jesús y como aparece también en la Biblia (en la versión clásica española de Casiodoro de Reyna), pero también es cierto que nuestro idioma fue dejando atrás esos usos arcaizantes, con el objetivo lógico y natural de conseguir economía lingüística y precisión expresiva. Hoy queda claro, para quienes usan la lógica y el diccionario, que no hay “arcanos” que no sean “misteriosos”, “ocultos” o “secretos”, pues, por definición, todos lo son. Veamos. El adjetivo y sustantivo “arcano” (del latín arcānus) posee tres acepciones en el diccionario académico: “Dicho especialmente de una cosa: Secreta, recóndita, reservada”, “secreto muy reservado y de importancia” y “misterio, cosa oculta y muy difícil de conocer”. Para variar, el DRAE omite una acepción que María Moliner sí recoge en el DUE: “Carta del tarot que hay que interpretar para adivinar el porvenir”. Ejemplos: Los arcanos del alma; En busca del arcano de la felicidad; El Mago es el arcano mayor en el tarot. Sinónimos de “arcano” son, entre otros, “misterioso”, “secreto”, “recóndito”, “reservado”, “oculto”, “oscuro”, “impenetrable”, “incógnito”, “hermético” e “insondable”, adjetivos que no se deben aplicar a “arcano”, pues, al hacerlo, se cometen con ellos rebuznancias de prolongado eco. Ya el significado de “arcano” incluye implícitamente todas esas características muy parecidas entre sí. El sustantivo masculino “misterio” (del latín mysterĭum, y éste del griego mystērion) significa, en su acepción principal, “cosa arcana o muy recóndita, que no se puede comprender o explicar” (DRAE). Ejemplo: Su desaparición es un misterio. De ahí el adjetivo “misterioso” (“que encierra o incluye en sí misterio”). Ejemplo: Su desaparición es misteriosa. En cuanto al adjetivo “oculto” (del latín occultus), su acepción principal en el DRAE es “escondido, ignorado, que no se da a conocer ni se deja ver ni sentir”. Ejemplo: El arqueólogo Equis ha dedicado su vida a buscar la tumba oculta de Herodes. Muy parecidas son las definiciones de los adjetivos “secreto” (“oculto, ignorado, escondido y separado de la vista o del conocimiento de los demás”), “recóndito” (“muy escondido, reservado y oculto”), “reservado” (“que se reserva o debe reservarse”), “oscuro” (“desconocido, mal conocido o misterioso”), “impenetrable” (“que no se pude comprender o descifrar”), “incógnito” (“no conocido”), “hermético” (“impenetrable, cerrado, aun tratándose de algo inmaterial”) e “insondable” (“que no se puede averiguar, sondear o saber a fondo”). Comprendido todo lo anterior, debemos reiterar que ninguno de estos adjetivos se puede aplicar al término “arcano” sin caer en redundancia: el “arcano” y lo “arcano” son, por definición, todo eso que significan dichos adjetivos, y añadirle cola (“misterioso”, “oculto”, “oscuro”, “secreto”, etcétera) no lo hará más “arcano”, sino sólo ridículo.

      Muchas publicaciones impresas y de internet (entre ellas, libros), están llenas de “arcanos misteriosos”, “arcanos ocultos” y “arcanos secretos”, lo cual delata que muchísimas personas están peleadas a muerte con el diccionario. No lo consultan jamás, ni siquiera para saber si lo que están diciendo o escribiendo tiene sentido. En el diario español El País leemos lo siguiente:

       “los Fleshtones volvieron a demostrar que siguen conservando el arcano misterioso que les permite transformar, pongamos por caso, un velatorio o una sesión parlamentaria en una juerga descacharrante”.

      Ni siquiera viene a cuento el “arcano” en esta redacción; bastaba con escribir que

       los Fleshtones siguen conservando el secreto, etcétera.

       Van otros ejemplos de estas rebuznancias cometidas siempre por personas que pretenden adornarse con frases que suponen muy elevadas, ¡pero sin consultar el significado de las palabras!: “El colgado, el arcano misterioso del tarot”, “¿qué arcano misterioso encierra su savia para

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