¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу ¡No valga la redundancia! - Juan Domingo Argüelles страница 23
21. artrópodo, ¿artrópodo invertebrado?, ¿artrópodo vertebrado?, ¿insecto invertebrado?, ¿insecto vertebrado?, invertebrado, molusco, ¿molusco invertebrado?, ¿molusco vertebrado?, vertebrado
Si hay personas que no saben distinguir entre un insecto y un arácnido, hay otras, o tal vez las mismas, que suponen que existen “artrópodos”, “insectos” y “moluscos” que poseen columna vertebral. La pregunta, para nada compleja, es la siguiente: ¿hay artrópodos, insectos y moluscos vertebrados? Los mismos, y otros más, que llaman “insectos” a las “arañas” y a los “escorpiones”, creen que sí, porque hablan y escriben acerca de “artrópodos, insectos y moluscos invertebrados”, a partir de lo cual se colige que necesitan hacer esta precisión para distinguir entre los “artrópodos”, “insectos” y “moluscos” que tienen vértebras y los que carecen de ellas. Lo cierto es que las expresiones “artrópodo invertebrado”, “insecto invertebrado” y “molusco invertebrado” son redundancias brutas, y las expresiones “artrópodo vertebrado”, “insecto vertebrado” y “molusco vertebrado” son contrasentidos o sinsentidos a tal grado alarmantes que es difícil no categorizarlos como pendejismos. Veamos por qué. De acuerdo con el DRAE, el sustantivo masculino “artrópodo” (del griego árthron, “articulación” y -podo, “pie”) significa: “Dicho de un animal: Del grupo de los invertebrados, de cuerpo con simetría bilateral cubierto por una cutícula y formado por una serie lineal de segmentos más o menos ostensibles, y provisto de apéndices compuestos de piezas articuladas o artejos; por ejemplo, los insectos, los crustáceos o las arañas”. Ejemplo: Los coleópteros o escarabajos son artrópodos que pertenecen a un orden de insectos. De esta definición sacamos en claro que todos los “artrópodos” (entre los que se incluyen los “insectos”, los “crustáceos” y las “arañas) pertenecen al grupo zoológico de los “invertebrados”. Por ello, no hay “artrópodos” que no sean “invertebrados” y, entre ellos, los “insectos”, pues el sustantivo masculino “insecto” (del latín insectum, y éste, calco del griego éntomon, de entomé: “incisión, sección”) se aplica al “artrópodo de respiración traqueal, con el cuerpo dividido distintamente en cabeza, tórax y abdomen, con un par de antenas y tres de patas, y que en su mayoría tienen uno o dos pares de alas y sufren metamorfosis durante su desarrollo”. Ejemplo: La abeja, la cucaracha y la hormiga son insectos. En el caso de los “moluscos”, éstos tampoco tienen “vértebras”. Son, por definición, invertebrados, aunque el sustantivo masculino “molusco” (del latín molluscus: “blando”) sea un adjetivo y sustantivo que el DRAE define, con las patas (articuladas), de la siguiente manera: “Dicho de un metazoo: Que tiene simetría bilateral, no siempre perfecta, tegumentos blandos y cuerpo no segmentado en los adultos, y está desnudo o revestido de una concha; por ejemplo, la limaza, el caracol o la jibia”. ¿Qué le falta a esta definición? Una mejor sintaxis, por supuesto, y añadir que un “molusco” ¡es un animal “invertebrado”! María Moliner, en el DUE, les pone la muestra de rigor lexicográfico a los académicos de Madrid y a sus hermanastros de América y Filipinas. Escribe Moliner: “Se aplica a los animales invertebrados que tienen cuerpo blando, no segmentado en los adultos, de simetría bilateral no siempre perfecta y generalmente cubierto con una concha; como el caracol, la babosa o la jibia”. Ejemplo: El caracol y la babosa son moluscos que se desplazan utilizando la contracción de los músculos ventrales. Los abundantes descuidos del DRAE, con definiciones incompletas, arbitrarias o ridículas, confunden al hablante y al escribiente de nuestro idioma. (¿A qué se dedicarán los académicos cuando no están dormidos?) Nos falta por saber las definiciones de los adjetivos y sustantivos “invertebrado” y “vertebrado”. Acerca del primero escribe Moliner en el DUE: “Se aplica a los animales que no tienen columna vertebral”. Ejemplo: Los gusanos son animales invertebrados. Sobre el segundo, escribe: “Se aplica a los animales cordados que tienen columna vertebral, formada por vértebras óseas o cartilaginosas, en cuya parte anterior se desarrolla un cráneo donde se aloja el encéfalo y algunos órganos de los sentidos”. Ejemplo: Los mamíferos son animales vertebrados. El adjetivo y sustantivo “vertebrado”, proviene de “vértebra” (del latín vertěbra), sustantivo femenino que significa “cada uno de los huesos articulados entre sí que forman la columna vertebral” (DUE). Ejemplo: Padecía fuertes dolores en las vértebras. De ahí el adjetivo “vertebral”: “De las vértebras o de la columna vertebral” (DUE). Ejemplo: En el accidente se lesionó la columna vertebral. Explicado y comprendido lo anterior, debe quedar claro que no existen los “artrópodos”, “insectos” y “moluscos” con “vértebras” o “vertebrados”; ¡no los hay en el planeta Tierra!, por lo que es un sinsentido referirnos a ellos. Los “artrópodos”, “insectos” y “moluscos” son, por definición “invertebrados, y, por tanto, referirnos a ellos como “artrópodos, insectos y moluscos invertebrados” es redundar a lo bruto; y contamos por decenas de miles a quienes, en este tema, exhiben su ignorancia con los sinsentidos o con las rebuznancias, lo mismo en internet que en publicaciones impresas, incluso en ámbitos profesionales.
En un boletín de la Dirección de Comunicación Social de la UNAM leemos acerca de una investigación que lleva a cabo una postdoctorante acerca de cómo los insectos invasores afectan el entorno, y ahí nos enteramos, en voz de la investigadora (porque su declaración está entrecomillada), que la catarina arlequín es parte de los
Sabemos que las arañas no son insectos, sino arácnidos, y sabemos que sí lo son las chinches y las catarinas o mariquitas; sabemos también que tienen las patas articuladas, pero también debemos saber, y no se nos debe olvidar, que no hay “insectos vertebrados”: ¡todos son invertebrados! y, por lo tanto, es redundante calificarlos como “invertebrados”. El día que los investigadores encuentren un “insecto vertebrado”, ese día cambiará para siempre el mundo de la investigación entomológica. La investigadora quiso decir, y no la ayudaron en esto los redactores y correctores del boletín de la UNAM, que el artrópodo coleóptero (“caja o estuche con alas”: esto es científica