Decadencia. Adrian Andrade
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Para su asombro, la recepcionista se encontraba apuntándole con una pistola a la consola de acceso directo para el Centro de Operaciones. Ella sabía que una vez desatada la bala, la figura peligrosa jamás podría ingresar a esta área, por tanto estaba dispuesta a sacrificarse por el bien de sus compañeros.
—¿Letty verdad? ¿Letty McDylan?
En contraste con Drex, Letty decidió no mostrar su asombro ante el conocimiento de su propia identidad ya que sabía en el fondo que se trataba de un simple truco para hacerla titubear y en el proceso, asesinarla antes de inhabilitarle su ingreso.
—Admiro tu valentía —recalcó la figura peligrosa conforme bajaba su bastón—. Después de todo, eres la hija del gran Loick McDylan.
La figura peligrosa alzó la mirada hacía la cámara como señal de desafío hacia la vulnerabilidad de Loick quien estaba estancado en su propio sector como efecto de las chispas efectuadas por la granada FMX.
Drex aprovechó la distracción de su novia, para preparar una de sus granadas explosivas. Letty sabía que Drex todavía seguía con vida y por tanto estaba ganándole tiempo para hacerse cargo de la brecha.
La figura peligrosa comenzó a reírse al descifrar las verdaderas intenciones detrás de su acto de valentía, por un momento había creído que lo hacía por ella misma lo cual se desmotivó al descubrir que se trataba de un acto de amor.
—Qué decepción —musitó al confirmarse el cliché.
Ante el ascenso de la pistola curveada, Drex brincó de su esquina y arrojó la granada activada hacía el torso de la figura peligrosa. En contraparte, el amenazado reaccionó disparándole a Letty mientras que a su vez extendió su brazo desocupado y abrió bien las palmas de sus manos enguantados activándose un bloqueo temporal de fuerza, la cual redireccionó la granada de vuelta a su huésped.
—¡No!
Letty dejó escapar un grito de terror mientras presenciaba la destrucción de Drex con quien tenía poco de haberse comprometido. Sin importar que estuviese desagrandose, sostuvo de nueva cuenta el arma y disparó a la consola de ingreso.
Aquello no llamó la atención de la figura peligrosa como anticipaba; por lo que tras vaciarse el cartucho, Letty soltó el arma para hacer presión en la herida y así tratar de detener el sangrado en su abdomen.
La figura peligrosa se tomó su tiempo para observar a Drex ser consumido por las llamas de su propio infierno desatado. Saboreaba la perfección en la cual había ejecutado su ingenioso plan.
—¡Es demasiado tarde!
—¿Lo es?
La figura peligrosa despegó su vista de Drex para dirigirse hacia la pobre moribunda.
—¡Seas quién seas! ¡Ahora nadie puede entrar, ni puede salir!
Letty comenzó a escupir sangre por la boca mientras la figura peligrosa metía las manos a otro de sus bolsillos revelándose así un par de pelotas de goma.
—Excepto por aquellos que siempre encuentran la manera —testificó con profunda gravedad en su voz manipulada mientras se le colocaba cara a cara.
Letty, presintiendo que algo terrible y doloroso se aproximaba, optó por cerrar los ojos. La figura peligrosa arrojó las dos pelotas hacía la compuerta de acero y tra adherirse, estas comenzaron a fundir el metal ante al alto contenido de ácido liberado a su alrededor.
Letty no podía dejar de gritar de dolor ya que ese mismo líquido la consumía con lentitud. La figura peligrosa pudo apiadarse de ella pero mejor optó por ahorrarse la bala; después de todo, era su culpa haberse quedado recargada en la compuerta; si hubiese sido más inteligente, se hubiese fugado a otro lado y quizás le hubiere dejado con vida; tan así de misericordioso se consideraba.
Loick comenzó a hacer un rotundo desorden dentro de su sector, nadie de los presentes se atrevía a tratar de calmarlo. De por sí era una atrocidad lo que los monitores captaban, y aún más no poder acceder a los sistemas defensivos para desplegar al resto de la armada tanto tecnológica como humana.
Sólo fue cuestión de unos minutos para que la compuerta se derritiera en su totalidad, colocando así a todo el personal del Centro de Operaciones ante la merced de la imponente figura peligrosa.
Sólo había unos cuantos empleados con armas y un par de unidades defensivas que hicieron hincapié a la intrusión. Con suma facilidad, éste se hizo cargo de cada de uno de ellos en segundos. Hubo unos que se dieron a la fuga a través de la ahora inexistente compuerta.
Lo anterior no molestó en lo absoluto a la figura peligrosa, de igual forma iban a morir por lo que era inevitable tratar de hacer algo al respecto.
—¡Es una masacre total! —Desesperado al más no poder— ¡Debemos hacer algo y ya!
—¡Estamos tratando Jefe! ¡Pero el sistema todavía no responde!
—¡Cómo es eso posible! ¡Se supone que contamos con la tecnología más avanzada!
—Pues nos hemos equivocado.
—¡Sólo enfóquese a destrabar el sistema quiere!
La figura peligrosa caminó por las escaleras para dirigirse a la consola principal ubicada en otra plataforma superior, la cual residía elevada por unos pocos metros del suelo.
Un par de centinelas computarizados cortaron su paso bajo el mandato de captura, por lo que el combate fue físico. A diferencia de los hombres, a la figura peligrosa sólo le tomó un par de minutos adicionales despojarse de estos gracias al excelente manejo de los dos bastones, ya que ninguno de los presentes era rival de sus dotes de espadachín.
Los dos centinelas terminaron por desmantelarse conforme se deslizaban por las escaleras. Uno de los tres oficiales al mando de la consola trató de detenerlo pero la figura peligrosa lo mató de un bastonazo.
Ante la terrible escena de ver a un compañero caído, uno de los dos oficiales restantes se dio a la fuga mientras el otro hizo lo posible por anular el sistema. Ni le importó arriesgar su vida, simplemente se concentró en deshabilitar la consola.
Como lo anticipaba, la figura peligrosa lo tomó del cuello con una de sus manos aunque para sorpresa del oficial, todavía alcanzaba a respirar por lo que no lo estaba estrangulando del todo. Saboreando su desconcierto, la figura peligrosa estiró los dedos activándose la cuchilla integrada dentro de sus guantes militares.
El oficial nunca lo vino venir, cuando menos lo esperaba, tenía una cuchilla atravesada por todo su cuello. La figura peligrosa volvió a estirar los dedos y la cuchilla regresó a su punto de origen. Ahora contaba con el absoluto control de la consola principal tras purgar el Centro de Operaciones.
—¡No se queden ahí parados como idiotas! —Ordenó Loick con una furia incontenida— ¡Hagan algo maldita sea!
—¡No hay nada que podamos hacer! —Advirtió uno de los programadores— ¡Los sistemas siguen sin operar! ¡Sea lo que sea que había