Decadencia. Adrian Andrade
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La figura peligrosa se apoyó en sus dos pistolas curveadas, una la usó para contrarrestar las balas encaminadas hacía el único ordenador en buen estado de su capsula elegida mientras con la otra mano trataba de ponerle fin a la vida de Loick.
—Prefieres hacer lo imposible para detenerme en lugar de salvar a tu querida Letty.
—¡No te atrevas a mencionar su nombre!
Esta vez el coraje lo hizo abalanzarse hacía éste sin miedo a morir. Gracias a esta impulsiva determinación pudo esquivar las balas conforme se dirigía a la única capsula que quedaba intacta.
La figura peligrosa se arrepintió de haberlo cucado porque cuando menos lo anticipó ya lo tenía enfrente, y vaya manera de encararlo.
—¡Mi hija está muerta!
La figura peligrosa no se atrevió a contestarle, Loick lo había sorprendido al extraer uno de sus cuchillos militares de su pantalón para colocárselo cerca de su garganta. A su vez, tenía la pistola situada en el ordenador de la última capsula de escape.
—¿Qué estás esperando McDylan? ¡Haz el maldito disparo!
En cuanto Loick apretó el gatillo se llevó la rotunda sorpresa de que se había quedado sin balas tal como lo había estudiado la figura peligrosa. Ante esta inquietante realidad, la figura peligrosa le tumbó la cuchilla al darle un fuerte codazo a la nuca.
Debido al fuerte impacto emitido por la textura metalizada, Loick fue a dar al suelo; sintiéndose vencido y en profunda agonía ante su ineficacia por no haber logrado su cometido.
—Muy impresionante e insuficiente —señaló la figura peligrosa apuntándole con una de sus pistolas curveadas—, debo confesar que de vez en cuando aprecio los buenos desafíos, gracias por hacerme un mejor guerrero.
Loick no mostró miedo alguno, ni siquiera cerró los ojos mientras observaba la malicia en el rostro de este sinvergüenza. Como todo soldado, encaró la muerte con orgullo y auto-sacrificio, cualidades que la figura peligrosa no le apasionaba en lo absoluto ya que éste solía alimentarse del miedo de sus víctimas. Una tendencia impregnada por su fijación en Executor y mayormente en Knight Killer.
—Viéndola bien, hay cosas más peores que morir bajo el impacto de una bala en la cabeza.
La figura peligrosa se enfundó ambas pistolas curveadas y se encerró en la capsula. Loick se quedó en shock pero aun así se puso de pie para tratar de anular el protocolo de escape pero una vez emitido el comando, no podía cancelarse.
—¡Salúdame a tu hija de mi parte, McDylan!
Loick no tuvo tiempo de responderle, solamente pudo observar el despegue instantáneo de la capsula. A causa del odio, comenzó a golpear las paredes al no haber logrado recapacitar a tiempo.
—Letty —suspiró.
Loick atravesó el Centro de Operaciones ignorando los gritos de auxilio y la lluvia de interrogantes por parte de los sobrevivientes. Loick sólo corrió a la sala de Recepción desacelerando su ritmo al percibir el cuerpo desecho de su hija.
—Oh Letty —la tomó entre sus brazos— ¡Cuánto lo siento!
Loick trató de tocarle su frente pero el ácido seguía caliente por lo que tuvo que retirar sus manos aunque si no fuese por el dolor físico, le hubiese dado lo mismo puesto que el dolor emocional era más de lo que podía soportar.
Ningún padre debería presenciar la muerte de su hija, mucho menos permitir tal tragedia. No cabía duda que algo había muerto en el interior de Loick.
La última vez que había llorado había sido cuando su esposa murió. Ante la ausencia de una madre, Loick no tuvo opción que hacerse cargo de Letty y arrebatarle su típica adolescencia en conjunto con sus planes universitarios al integrarla a la plantilla laboral del CISP.
Poco sabía de su relación secreta con Drex, de hecho era una relación prohibida porque Letty apenas era una menor mientras Drex casi le doblaba en edad. Hasta eso era un buen hombre, obediente hasta la última palabra, a excepción de la orden de no tener ninguna clase de contacto con su hija, una orden extraoficial para ser justo ya que en sí eran celos de padre.
Unos pasos se detuvieron cerca de Loick. Tras alzar la mirada se encontró con Romina, quien no tenía la menor idea de cómo procesar lo que tenía enfrente. Al menos toto el escandalo generado por las alarmas y las luces emergentes se habían detenido.
—Lo lamento mucho Loick.
Romina se dejó llevar por el sentimentalismo y le tocó el hombro en señal de comprensión. Ambos detestaban el contacto físico pero la gravedad de la situación lo ameritaba. Loick mantuvo la mirada en su hija, ahogándose en su dolorosa incapacidad de poder sostenerla en sus brazos.
—Averiguaré la identidad de ese maldito desgraciado y te juro que lo quemaré vivo. No descansaré hasta verlo consumirse por su propio infierno.
—Y yo estaré a tu lado para cumplirlo —agregó Romina mientras Loick se alzaba de pie—. No estás solo.
Antes de que Loick pudiera rechazar su innecesaria compasión, una oleada de gritos de horror revuelta con gruñidos semejantes a bestias fueron desatados detrás de los muros del cuadrante suroeste del CISP.
—¿Qué es eso?
—Eso Capitana Torres, es el sonido de la muerte aproximándose. Romina sostuvo la ametralladora en alto.
—¿Sus órdenes Jefe?
—Nos surtiremos de armas, explosivos, raciones, todo lo que podamos encontrar y cargar y ayudaremos a los sobrevivientes con los que nos topemos rumbo al norte.
—¿El Cuarto de Pánico del Cuadrante Noroeste?
—Así es.
—¿Crees que todavía funcione?
—No tenemos alternativa —susurró.
—A la orden Señor.
De inmediato Romina se colocó en su papel de soldado y junto con Loick corrieron hacía la Bóveda de Armamento establecido detrás del Sector de Monitoreo y Seguridad.
—Debemos apurarnos, no tenemos mucho tiempo.
—Dame un minuto —tras proveerse personalmente, tomó una bolsa y la repletó de distintas armas hasta que no cupo nada más.
Un tumulto continuaba reinando alrededor del Centro de Operaciones del cual ahora se encontraba aún más invadido a consecuencia de que las fronteras entre los distintos cuadrantes habían sido abiertas.
—¡Silencio!
Ante la advertencia de Romina, la muchedumbre guardó silencio.
—CISP ha sido neutralizado, y para nuestra desventaja —señaló hacía el cuarto con las cápsulas de escape—, la plataforma de evacuación está obsoleta y fuera de nuestra reparación. Nuestra alternativa es dirigirnos hacía el norte.
Ante el estremecimiento