Nuevas letras. Camila de Gamboa Tapias

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las pruebas de memoria, los exámenes que no necesariamente invitan al desarrollo del pensamiento crítico y que pueden desaprovechar el potencial creativo y de producción académica que tienen los estudiantes en el trascurso de una asignatura. En breve, creemos que esta colección puede ayudar a la consolidación de una comunidad académica que piensa desde el aula hacia la sociedad.

      En las nueve secciones que componen este libro, encontrarán la presentación de cada uno de los profesores, en la que explicamos el tipo de actividad propuesto en clase, las guías que siguieron los estudiantes para elaborarlas y, por supuesto, los trabajos que se escogieron para ser publicados. Queremos agradecer a los profesores Lorenzo Acosta Valencia, Beira Andrea Aguilar Rubiano, Laura J. Ordóñez Vargas, Rafael Camilo Quishpe, Andrea C. Padilla Muñoz, Laly Catalina Peralta y Milton Alberto Valencia Herrera por participar en este proyecto, pero en particular queremos agradecer a los siguientes estudiantes por hacer posible esta obra de la que son sus autores: Ángela Esperanza Vera Castellanos, Valery Espitia Bohórquez, María Camila Castro Montealegre, Juliana Garavito Rojas, María Manuela Márquez Velásquez, Álvaro David Hernández Ospino, Sebastián Muñoz López, María Paula Sierra Jiménez, Valeria Salomé Arrieta Lago, Paola Andrea Buitrago Cardona, Mariana Plaza Rayo, Ana María Silva Riveros, Carlos Santiago Sánchez Cabanilla, Carlos Guevara Fuentes, María Paula Tovar Cuervo, María José Gallego Heredia, María Daniela Pineda Martínez, Laura Camila Castillo Montañez, Rafael Andrel Mercado Hernández, María Galvis Malagón, Juan Antonio Cardoso Martínez, Laura Viviana López Cristancho, Paula Andrea Pedraza Peña, María del Pilar Puentes Espinosa, Paola Andrea Buitrago Cardona, María Alejandra Correa Barrera, Daniela María Acosta Vargas, Santiago Garzón Amaya, María José Larrazábal Saltarén, Angélica Suárez Torres, María Paula Castro Fernández, María Paula Gutiérrez Fonseca, Sarah Juliana Pinilla Rubiano, Wilson Augusto Silva Celis, Laura Angélica Soto Garnica, María Sofía Hernández Díaz, Laura Katherine Gómez Jiménez, Maripaz Atencia Vásquez, Andrea Liliana Mogollón Ramírez, Sandra Lorena Salinas Sánchez, Laura Stepanie Vargas Montoya, María A. Rincón Lara, Daniela Cadavid Mendieta, Matilde Araujo Savi, Juan Sebastián Gómez Hernández, Carolina Andrea Ariza Jiménez, Héctor Ángel Ortiz Fandiño, María Daniela Triana Tamayo, Valentina Garzón Parada, César Murgueitio Archbold, Paula Andrea Nieto Hernández, Sharon Valeria Ortiz Aldana, Paola Andrea Sereno Contreras, Michelle-Sophie Jacquin Jánica, María Camila Chica de la Ossa, Paula Andrea Villamarín Trujillo, María Andrea Mesa Guzmán, Laura Daniela Guzmán Salinas, Juan Sebastián Ramírez y Valentina Cura Álvarez.

      Camila de Gamboa Tapias

      Juan Francisco Soto Hoyos

      Marzo de 2020

      Profesor Lorenzo Acosta Valencia

      Clase: Historia del Derecho Colombiano Facultad de Jurisprudencia

       Presentación

      Los textos que aquí se presentan son expresión del viraje del curso de Historia del Derecho Colombiano de un enfoque tradicional y romanista hacia uno más preocupado por reflexionar diacrónicamente sobre las problemáticas contemporáneas del derecho y sus relaciones con la sociedad en nuestro contexto.

      La visión de una historia de las instituciones romanas proyectadas a los espacios que fueron construyendo las ideas de Europa y de Occidente desde la síntesis de lo romano-germánico caracterizaba ese primer modelo de enseñanza de la materia, fundamentalmente dogmático y marcado por un sentido universalista del derecho romano que no se preguntaba mayormente por las razones, las formas y las culturas implicadas en sus usos y apropiaciones. Tampoco lo hacía por los conflictos que todas esas amalgamas suscitaron. Los manuales, más que la historiografía, fueron las fuentes de aquellas sesiones. Y así, las reflexiones sobre América Latina y sobre Colombia se circunscribieron al estudio del derecho indiano y a un panorama de la codificación desde la obra legislativa de Andrés Bello en Chile, apenas como reflejos del derecho común medieval de Castilla y de una síntesis de las construcciones de lo privado en los liberalismos europeos.

      La experiencia docente dentro de este modelo —que se desarrolló de 2007 a 2009 y en el primer semestre de 2012— y sus resultados de aprendizaje me fueron indicando que grandes vicios se reproducían desde aquella concepción de la historia del derecho y de su didáctica. El enfoque tradicional de la materia no se cuestionaba por la razón de ser de la enseñanza de los romanismos en términos de aprendizaje significativo para alumnos de primer semestre de jurisprudencia, lo que hacía que el conocimiento histórico fuera percibido como un mero entrenamiento en cultura general, una iniciación en la erudición que se predica de la imagen del abogado.

      Cosa distinta es reflexionar sobre la tradición jurídica occidental, que nos obliga —en calidad de estudiantes, de docentes y de abogados en ejercicio— a abordar las preguntas de cómo nos hemos vinculado a ella, de cuáles resultados hemos obtenido al vincularnos a ella y de cómo otros conocimientos normativos se relacionan o entran en conflicto con ella, con impactos directos sobre la cohesión de nuestra sociedad. Así, al pensar la larga duración de la tradición jurídica occidental hemos de poner en duda el presupuesto universalista del derecho romano como civilización para cuestionarnos sobre los encuentros y las contradicciones entre la premodernidad y la modernidad: entre las duraciones del derecho colonial y de su cultura barroca, y los reformismos liberales derivados de las independencias hispanoamericanas hacia la construcción de un Estado de derecho. Y al preguntarnos por las configuraciones de Occidente y de la Colombia contemporáneos, hemos de asumir que esa tradición jurídica entró en crisis con las convulsiones y las quiebras del siglo XX —el auge de la era de la violencia y de las revoluciones, de la tecnificación, de la masificación y de la globalización—, lo que solemos omitir al hospedarnos en la tranquila ilusión de una dogmática romanista siempre acumulativa, orgánica y autónoma.

      La centralidad de los conceptos históricos de tradición, revolución y crisis del derecho hizo que la materia fijara otros objetivos para la formación de sus alumnos y del profesor. Se hizo necesario dudar de las instituciones jurídicas romanas como fórmulas eternas para la estructuración pacífica de los órdenes sociales, lo que llevó a cuestionar históricamente las deudas del poder político y normativo en Colombia para conjurar las violencias que se derivaron de los tránsitos parciales del mundo hispanoamericano al latinoamericano. Y se hizo necesario plantear el reto de pensarnos históricamente como colombianos en curso de una formación jurídica, lo que implica cuestionarnos sobre los usos del poder que nos confieren nuestros conocimientos para ampliar el acceso de la población a los derechos, para integrar las necesidades de las regiones a los proyectos de nación y para generalizar el trámite civilizado de los conflictos.

      Desde 2012 se empezó a construir esa nueva guía de la asignatura, cuyos contenidos abordaron los debates historiográficos y se preocuparon por desarrollar el siglo XX colombiano y lo corrido del XXI como el lugar desde el cual los alumnos construirían problemas de investigación referentes a las diversas manifestaciones de la crisis de la tradición jurídica occidental entre nosotros y a sus causas históricas.

      La metodología que se diseñó para lograr tales efectos se basó en trabajo por grupos de máximo cuatro estudiantes, a fin de propiciar la colaboración y la deliberación sobre los temas tratados por los alumnos. A un mes de las fechas de exámenes finales, el docente se reunía con cada grupo en tutorías previas para conocer los temas que más le interesaban a cada integrante y, entre ellos, escoger el que se iría a trabajar en consideración a su pertinencia para la reflexión histórica en derecho colombiano. En esa misma tutoría se acordaban los elementos de análisis necesarios para la comprensión del tema —no más de cuatro—, y se realizaba la asignación de lecturas, generalmente una por integrante del grupo y algunas de consulta común, que correspondían a fuentes

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