En defensa de Julián Besteiro, socialista. Andrés Saborit

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En defensa de Julián Besteiro, socialista - Andrés Saborit Historia y Sociedad

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«colaboración ministerial» citando palabras del protagonista: «Queríamos ser una reserva del nuevo régimen, considerando un grave error gastar nuestras fuerzas desde el primer momento, sobre todo conociendo la deficiente educación política de clase de los trabajadores españoles. ¡Si solo teníamos entonces cotizando en todo el país ocho mil afiliados!».

      Saborit añadirá: «Besteiro fue republicano; pero con dolor, como él dijo muy sincera y notablemente, dejó de serlo para ser socialista. Ahora bien, en España, la República era un camino hacia el Socialismo, porque dentro de la Monarquía resultaba imposible aspirar al triunfo del Socialismo».

      El autor escribe para defender las convicciones de Besteiro. Y la de no formar parte del gobierno se mantuvo hasta el final, precisamente porque lo defendía desde la convicción socialista (marxista dirá) que le hacía creer que la colaboración ministerial llevaba al peligro de caer en el reformismo. Las acusaciones de lo contrario, sostendrá Saborit, fueron siempre para desprestigiarlo y casi siempre provenientes del sector comunista, porque «como en tantas otras ocasiones, los rusos, en fuerza de repetir una mentira, consiguen hacerla pasar por una verdad», afirmará.

      No faltan referencias a la vida interna de las organizaciones socialistas, como cuando, sobre el mismo asunto de la «colaboración ministerial», sostendrá que debiera haberse reunido a los Comités Nacionales de las organizaciones, y no derivado la decisión a las Comisiones Ejecutivas, como se hizo. «Porque lo esencial no es que un grupo de militantes, colocados en la cúspide, afronten los problemas, sino que la base los conozca y decida por sí misma». En la historia del PSOE, como comprobamos, los caminos hacia las decisiones siempre han sido tan importantes como las decisiones mismas. Ayer como hoy.

      Uno de los textos más resaltados y citados por Saborit será la conferencia que Besteiro pronunció en el teatro María Guerrero de Madrid el 20 de marzo de 1933 con motivo del 50 aniversario de la muerte de Marx y con la que clausuró la «Semana Marxista» organizada por las Juventudes Socialistas.21 Esto es así, porque partiendo de la misma, Saborit defenderá la pureza marxista (e incluso izquierdista) de Besteiro.

      Responde ese afán ortodoxo a las etiquetas que Besteiro recibió de varios frentes, tales como «reformista», «socialista de cátedra» o «fabiano», por lo que Saborit zanjará la cuestión: Besteiro fue claramente marxista. Todo el PSOE lo era según Saborit. «Besteiro fue marxista, sin alardear de ortodoxo ni siquiera de marxismo. Precisamente por serlo, estuvo identificado con la clase trabajadora, hasta el extremo de que para él, como repitió infinidad de veces, un Partido socialista que no esté apoyado por la clase obrera, que no interprete sus intereses y aspiraciones, está condenado irremediablemente al fracaso».

      SALDANDO CUENTAS

      Las respuestas de Saborit a Indalecio Prieto y a Francisco Largo Caballero ocupan un espacio propio. Menos lo ocupan otras referencias, como la que dedica a Juan José Morato, cuyos textos «salpicados de veneno hábilmente administrado –dirá-, han servido para sus elucubraciones a casi todos los historiadores posteriores».

      En el caso de Prieto, Saborit se empleará don dureza. Mencionará sus choques constantes con Largo Caballero durante la dictadura de Primo de Rivera, le acusará de no haber leído nunca a Marx, e incluso de «no comprender» a Besteiro. Los discursos y demás aportaciones de Besteiro eran «de franca orientación socialista», continuadores de Iglesias, pero los de Prieto «de franca pelea política», llegará a escribir.

      Sobre 1934, Saborit destacará la propia rectificación de Prieto: «lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria». Y sobre 1917, expondrá que Prieto nunca comprendió el alcance y organización de la huelga (Pablo Iglesias también estuvo en contra), con potencial suficiente para haber hecho caer a la Monarquía.22 En el saldo de cuentas, Besteiro es resarcido, Prieto respondido.23

      Pero será objetivo. Porque así como refuta a Prieto cuando éste le endosa a Besteiro la decisión de participar en la Asamblea Nacional de la dictadura de Primo de Rivera, o más aún, el nombramiento de Largo Caballero como Consejero de Estado, también reconocerá, críticamente, que Besteiro apoyó la participación en la Asamblea Nacional postrera del régimen, quedándose en minoría dentro de los órganos del partido. Porque según resalta Saborit no había «venido al socialismo fascinado por ningún hombre», ni tampoco cautivó «ídolos personales».24 Al contrario, porque según nos señala Mateos, «siempre defendió su fidelidad a las ideas socialistas más que a sus hombres».25

      Sin embargo, y volviendo a este tema en concreto, acabará reconociendo una cierta contradicción en la oposición final a participar en la Asamblea, mientras se formaba parte de los Comités Paritarios o se aceptaba la figura de los Concejales Corporativos.

      También salda cuentas con Largo Caballero. Y lo hace a colación de su apelativo «el Lenin español». Para Saborit, su asiento en el Consejo de Estado de Primo de Rivera, «le llevó a tremolar una bandera extremista, a fin de borrar el recuerdo de su pasada intervención en el citado alto cargo gubernamental».

      Deuda que continúa cobrando cuando rememora el caso de la huelga de diciembre de 1930, cuando le reprocha no haber estado a la altura, porque, siempre según Saborit, Largo Caballero había sido designado como responsable de impulsar el paro, así como de mantener informado a los miembros del partido, como el propio Saborit indica, encomienda que no cumplió.

      Tiene el lector ante sí las últimas obras escritas de Andrés Saborit, en su faceta más personal, más pasional, pero también unas obras «marca de la casa», totalmente impregnadas de un trabajo riguroso de elaboración y organización de los materiales, leal con sus principios e ideología socialista. Porque en ambos textos es inconfundible el «estilo Saborit», tendente por otro lado a las reiteraciones argumentales y también a la repetición, parcial o total, de textos ya tratados o incluidos en otras obras suyas, técnica que utiliza para asentar distintos argumentos con las mismas fuentes. Es un torrente incansable que revela lo que fue Saborit: un obrero en acto, pero un intelectual en potencia.26

      No estamos ante un libro exclusivamente de historia, ni tampoco de ensayo. Porque Saborit quiso terminar los últimos días de su vida haciéndolos coincidir con la culminación de un ciclo analítico, recopilatorio y creativo sobre Julián Besteiro. Por eso, estamos ante la tercera y cuarta parte de una biografía, la más completa junto con el estudio biográfico que incluye el trabajo sobre su filosofía y política que publicó Emilio Lamo de Espinosa27. Si en la primera, Julián Besteiro, Saborit trazó la estructura clásica de una biografía al uso, si bien hemos de advertir que toda la temática del presente volumen queda ya planteada y tratada en la misma, así como la reproducción de algunos documentos28, y en la segunda, El pensamiento político de Julián Besteiro, se dedicó a recopilar el grueso de su aportación al pensamiento político socialista como dirigente del PSOE y de la UGT y presidente de las Cortes Generales, en estas últimas obras del ciclo sobre Besteiro, Julián Besteiro, socialista y En defensa de Besteiro, que ven ahora la luz, persigue «aclarar los hechos tal y como sucedieron, en buena parte ya referidos en mi citado libro» (Julián Besteiro). Escribe estas obras, al fin, empleando una narrativa impregnada de perspectiva, contenido y técnica historiográfica (estamos también, en parte, ante dos libros de historia) en reconocimiento y defensa de Besteiro, de su figura y su significación histórica.

      Pero, con toda seguridad, el lector sí que se enfrenta a unos textos en los que puede apreciarse nítidamente la lenta evolución, en la dialéctica y en la praxis, del socialismo español desde un socialismo marxista, científico, a otro democrático y liberal, si se quiere decir así. Un camino lleno de contradicciones entre la retórica y la práctica, entre la teoría y la realidad, entre las esencias de las ideas y los accidentes de la realidad.

      Es una evolución que se desarrolla en forma de lucha, pues si Saborit escribiría

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