Sexo, violencia y castigo. Isabel Cristina Jaramillo Sierra
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El “incesto abusivo” –incest abuse– (que puede que los lectores no reconozcan, pero que aparece en la literatura) debe significar un abuso cometido por medio de un acto incestuoso. El “confinamiento abusivo” –confinement abuse– es el abuso que se comete cuando se encierra a un niño en un clóset, un sótano o en un lugar peor (como el caso de un padre que enterró a su hijo con un tubo para permitirle respirar y horas después tapó el tubo con heces). También está nuestro viejo amigo, “el crimen del autoabuso” como lo describía el Oxford English Dictionary en 1728. En ese momento el “autoabuso” reemplazó al término “auto-polución” comúnmente usado para describir la masturbación.
Es notable que hoy en día no tengamos un término para el “abuso de la comida” –food abuse– aunque sepamos que podría significar: comer de manera desenfrenada hasta llegar a la obesidad mórbida. O podría significar todo lo contrario: anorexia. Parecieran existir tantos casos de este fenómeno como de abuso de drogas y alcoholismo, pero no usamos el término abuso para describirlos. Creo que es porque no consideramos la gula como un vicio. Claro que hoy se nos enseña que el autoabuso no es un vicio, pero la asociación de un abuso N con el vicio nos acompaña desde 1728. Por lo que la expresión periodística “abuso de voz” nos suena tonta. No hay ningún vicio detrás. Muchos más niños mueren como consecuencia de accidentes de tránsito que como consecuencia de confinamientos abusivos, sin embargo, el “abuso automovilístico” no es un tipo de abuso de niños. Los carros son virtudes no vicios.
Es interesante ver los índices de periódicos y revistas. A lo largo del siglo había una categoría estable: “crueldad infantil”, a partir de 1966 los índices empiezan a decir: “crueldad infantil: ver abuso de niños”. Luego el término crueldad infantil empieza a desaparecer gradualmente. El “incesto” sigue teniendo una categoría separada en los índices. Alrededor de 1977 se empieza a ver por primera vez dentro de la categoría de “abuso de niños” una entrada que dice “ver también: incesto”. Para 1982 (esta fecha varía en cada índice), el incesto que involucra niños se convirtió en una subcategoría bajo el “abuso de niños”. Un vicio etiquetó a otro.
¿Cuándo apareció la maldad en el abuso N? Hay una respuesta imposible de resistir. Durante dos siglos, en inglés solo tuvo una expresión en la que se usaba la palabra abuso: el autoabuso. En esos dos siglos, esta práctica era considerada perversa. En la cita del diccionario de 1728 se mencionaba el crimen del autoabuso, no como un crimen bajo el derecho común, sino como un crimen contra una ley superior. El autoabuso era sucio y vil. El término anterior había sido “autopolución”. El uso de la palabra polución para señalar la emisión de semen sin sostener una relación sexual es tan vieja como la lengua inglesa.
Quien le daría importancia a la casualidad de que poluto –polluted– alguna vez tuvo el siguiente significado, en palabras del suplemento del Oxford English Dictionary: “(informal, original de USA) Intoxicado, borracho; bajo la influencia de las drogas”. ¿Seguro no es sino otro uso jocoso, como “marinado” pickled, “aplastado” plastered, o “caído” smashed? Claro. Sin embargo, el término polución fue usado en relación con el alcohol en la época en la que se construyeron las bases para su prohibición en Estados Unidos. No estoy tan seguro de la conexión del término con el uso de drogas, pero sí parece coincidir con el primer pánico que se dio en los Estados Unidos en relación con las drogas a principios de siglo. La autopolución, el autoabuso, el abuso de sustancias, “poluto”.
Mary Douglas (1966) ha hecho famosa la tesis de que las sociedades se definen a sí mismas a partir de su relación con la polución, tanto “literal” como “metafórica”. Pongo las palabras en comillas porque Douglas nos ha hecho caer en cuenta, por ejemplo, de que la mugre no es tierra, sino que es algo cargado de significados implícitos. Ha demostrado que no es accidental que la palabra polución sea usada por los fanáticos de la ecología y que sea importante en sus organizaciones y grupos de avanzada de la misma manera que las abominaciones del Levítico o con los ritos de purificación de las tribus Lele en Zaire (hoy la República Democrática del Congo).
Aunque mi preocupación es con una metáfora más antigua e indirecta sobre la polución, creo que es plausible conectar el abuso de niños con la polución. Esta es la retórica de los setenta: “la sociedad ha tomado algunas medidas tendientes a corregir la polución ambiental. Pero ha hecho muy poco por corregir la polución social de las ecologías de muchos estadounidenses –las ecologías polutas llevan a muchos padres a abusar de sus hijos–” (Zigler, 1977).
Cada sociedad tiene su propio registro de poluciones y purificaciones. A la mayoría de las personas les parecen naturales e inevitables los de su propia sociedad, mientras que los de otras personas les parecen raros y hasta cómicos. El incesto es lo más cercano que tenemos a un tabú generalizado, a pesar de que el tipo de relaciones que se prohíben varían enormemente entre cultura y cultura.
No se necesita mucha imaginación para sugerir que, si el abuso N está conectado desde su concepción con la polución, la transformación del abuso de niños en incesto es simplemente un caso de retorno de la palabra abuso a su hogar en la categoría de polución. Es posible sugerir también que otras cosas están sucediendo. Por ejemplo, está bien hablar de maltrato infantil, mientras que el incesto es algo tan horrible que ni siquiera puede ser mencionado. Pero el incesto se convierte en algo de lo que se puede hablar cuando se incluye en la categoría de abuso de niños. Ningún profesional (trabajador social, médico, abogado, profesor o sacerdote) quiere adentrarse en los temas de incesto. Pero ahora es normal que lo hagan con los temas del abuso de niños. En este sentido, la medicalización y la “societización” del incesto han posibilitado que se lidie con el “problema”.
No creo, sin embargo, que esto vaya a la raíz de la cuestión. Dos factores adicionales son evidentes. En primer lugar, una gran cantidad de contravenciones sexuales, entendidas bajo el eufemismo se tocamientos indebidos, ahora hacen parte del incesto, como si fueran la misma cosa. Después del abuso con contacto, aparece el abuso (sexual) sin contacto. Esto es, la región de la polución se extiende radicalmente. El vicio está conquistando nuestra sociedad, no porque seamos más viciosos, sino porque declaramos viciosos una mayor cantidad de actos. Más aún, estamos creando el conocimiento: ahora sabemos que, si un padre alguna vez acaricia a su hijo, finalmente llegará a consumar sus pasiones malvadas si no recibe ayuda de un profesional.
En segundo lugar, aunque el abuso de niños está “societizado” de cierta manera, al volverlo propiedad de las profesiones del cuidado, también está “desocietizado”. Al volver a su lugar habitual, el de la polución, el abuso deja de ser un problema de pobreza, hacinamiento, desempleo, etc. Como lo mencioné anteriormente, desvincular el abuso de estos problemas fue parte de la agenda médica sobre maltrato infantil y buscaba excluirlo de la escena del cambio social. Declarar algo como parte de la polución es sacralizarlo, volverlo sagrado y sujeto a ser tratado como ritual. El incesto ha sido medicalizado solo en la forma como se entendía la medicina antiguamente, como asociada con la brujería.
5.2. Causalidad, categoría y acción
Incluso aquellos lectores que no están familiarizados con la literatura sobre abuso de niños pueden ver que la causalidad, la categoría y la acción están interconectados