Sexo, violencia y castigo. Isabel Cristina Jaramillo Sierra

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cosa: un vicio de personas extrañas, nada que ver con nosotros, del mismo modo que el famoso juicio por bigamia que se le hizo al hermano mayor de Bertrand Rusell no tenía nada que ver con las clases medias. Los párrocos seguro sabían que sí estaban relacionados, pero guardaron silencio. En los sesenta y principios de los setenta, el incesto y el abuso de niños se mantuvieron separados. Los trabajadores sociales y psicólogos que se preocupaban por el incesto les hablaban a audiencias diferentes a las del abuso de niños, que para entonces era la del maltrato infantil. Los dos fenómenos no fueron relacionados de manera pública hasta que se publicó un ensayo titulado: “Sexual Molestation of Children: the Last Frontier in Child Abuse” (El abuso sexual de niños: la última frontera del abuso de niños) (Sgroi, 1975, pp. 18-21). Se popularizó con un artículo publicado en Ms. en abril de 1977 titulado “Incest: Sexual Abuse Begins at Home” (Incesto: el abuso sexual empieza en casa). Esto no quiere decir que nadie había visto la relación antes. Peyton Place (1956) de Grace Metalious es quizás uno de los mejores –más predictivos– documentos sobre los cincuenta. En el desenlace de la trama, Lucas, el padre de Selena, era “un borracho que golpeaba a su mujer y un abusador de niños. Cuando digo abusador de niños lo digo en la peor forma en que se lo puedan imaginar. Lucas comenzó a abusar sexualmente de Selena a la edad de catorce años y la mantuvo callada a punta de amenazar su vida y la de su hermano menor” (Metalious, 1956, p. 347, citada en Weber, 1977, pp. 64-67).

      Hay pasiones tremendas en juego. En algunos casos la palabra incesto no se usa. Está presente como un veneno, un horror detrás de las palabras de “abuso sexual” en los contextos familiares. Cuando se menciona la palabra, como lo hace la introducción de Incest as Child Abuse, el horror se vuelve explícito:

      “El incesto entre adulto y niño golpea el corazón de la civilización. Es en la familia, como lo menciona Charles Horton Cooley (1964), donde se gestan la sociedad y la personalidad de manera inseparable. El incesto subvierte el proceso de gestación, perturbando tanto el orden social como el desarrollo del niño” (Horton Cooley, 1964, citado en Vander May y Neff, 1986, p. 1).

      Esa es la racionalización que se hace del horror que causa el incesto, una racionalización que es posible cuestionar. Hay otra línea de argumento que hace poderosa la idea del abuso sexual intrafamiliar. No es el horror, sino la rabia acompañada de alivio catártico: rabia en contra del patriarcado y alivio para muchos de poder hablar abiertamente sobre el tema. La mayoría de quienes cometen abusos sexuales de los niños en la familia son hombres –padres, novios de las madres, tíos y algunos abuelos–. Las víctimas son niños y niñas, muchos de los cuales, ahora que han crecido, expresan sentirse aliviados de poder hablar sobre lo que les sucedió.

      El silencio en torno a la idea del incesto continúa, no entre la comunidad que trabaja y ayuda a los niños, sino entre los teóricos. Así, con frecuencia se ha hecho la pregunta de ¿por qué ocurre el incesto si la hostilidad hacia él es tan fuerte? El siempre radical psicohistoriador deMause ha puesto la pregunta patas arriba: el incesto, afirma, siempre y en todas partes ha estado con nosotros. Si algo necesita una explicación es la ausencia temporal del incesto. Es capaz de llegar a esta conclusión al contar como incesto muchas cosas que no se habían visto de esta manera antes. Por ejemplo, los padres de la época victoriana les ponían enemas a sus hijos ante el menor signo de irregularidades en la evacuación. Esta práctica ahora es poco común, pero hasta 1930 estaba bastante diseminada entre la población rural en los Estados Unidos. De acuerdo con deMause (1988, p. 274), esta interferencia anal de las madres sobres sus hijos es un tipo de incesto. Este es otro ejemplo de la extensión del término: “la exposición crónica a actos sexuales durante la infancia es abuso. Esto ocurre cuando los padres insisten en que sus hijos duerman en el mismo cuarto que ellos hasta los 8 o 9 años” (Wilbur, 1984). El autor no llama a esto explícitamente incesto, pero lo considera sexual, intrafamiliar y abusivo. La práctica de separar a los padres de sus hijos –la práctica arquitectónica que hace que esto sea posible–, es parte de los efectos de la revolución industrial y de la “policía de las familias”. Algunas sociedades consideran que nuestro hábito de prohibirles a los niños dormir con sus padres es un acto de crueldad. Este ejemplo extremo sirve para recordarnos que lo que contamos como abuso y como abuso sexual está íntimamente relacionado con nuestras prácticas y sensibilidades contemporáneas.

      La historia del incesto tampoco se ha terminado de escribir. La próxima frontera es el abuso de niños por parte de los hermanos. “La evidencia sugiera que la violencia entre niños, especialmente entre hermanos, es frecuente y tiende a aumentar a medida que más padres solteros y trabajadores se ven obligados a dejar a sus hijos pequeños al cuidado de los mayores” (Wissow, 1990, p. 1). Los juegos sexuales entre niños, especialmente cuando la diferencia de edad es significativa, es considerado como abuso sexual. Edipo se convierte en Elektra.

      5.1. El abuso y la polución

      El “abuso de niños” se ha convertido en una palabra común, pero muchas veces damos por sentado su significado. Es preciso hacer algunas aclaraciones semióticas. Quienes aprenden inglés como segunda lengua saben de nuestra habilidad para juntar dos sustantivos, sin ninguna seña de gramática, y sin embargo sabemos cómo analizarlos gramaticalmente. No tenemos problema en entender frases como “programa de entrenamiento para la prevención de ataques a niños” (child assault prevention training program) o “sistema de atención en salud” (health care delivery service). ¡Pobres los extranjeros! ¿Cómo entender entonces el “abuso de niños”?

      El verbo abusar puede significar usar de manera inapropiada o maltratar. Es claro que, para el caso del abuso de niños, se refiere a maltratar más, no a uso inapropiado. Pero consideremos frases que tienen la forma de “abuso N”, donde N es un sustantivo. He notado las siguientes: abuso de niños, abuso de drogas (abuso de sustancias o abuso del alcohol), abuso policial, abuso conyugal, abuso verbal, abuso sexual, incesto abusivo, confinamiento abusivo, abuso con contacto, abuso sin contacto, abuso de ancianos, abuso propio. Por ejemplo, el “abuso de voz” es un término usado por un periodista médico. Considero que este es un ejemplo de un uso que nadie va a entender con certeza: ¿significa abuso verbal, es decir, abuso cometido usando palabras? O en cambio, ¿significa el abuso de la voz propia? En este caso, es la segunda, un tipo de abuso del que sufren comúnmente profesores y predicadores. “Abuso policial” –como lo usa por ejemplo la Coalición en Contra del Abuso Policial (Coalition Against Police Abuse), fundada en Long Beach en 1974 por B. Kwaku Duren– es el abuso por parte de la policía, no el abuso de la policía.

      ¿Qué significa el “abuso de las drogas” –drug abuse–? ¿Usar de manera incorrecta una droga? Los que están en la batalla contra el abuso de drogas, creo, sostienen que no hay una manera correcta de usar el crack, así que el

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