Geopoéticas, memoria e imaginarios en la frontera México - Estados Unidos. Mauricio Vera Sanchez

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Geopoéticas, memoria e imaginarios en la frontera México - Estados Unidos - Mauricio Vera Sanchez

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familiar, tráfico, comercio, compra o turismo. La investigación –única en su tipo– busca construir con la idea de imaginarios de frontera una categoría de análisis que sea capaz de explicar las diversas percepciones en torno a la noción de frontera como manera de ser urbanos.

      En este punto es importante subrayar que existe un corpus vasto y profundo en torno a los estudios de la frontera entre México y Estados Unidos, con líneas de trabajo que abarcan fundamentalmente análisis de orden histórico, económico, social, político, demográfico, tráfico de drogas y migración. La revisión de la documentación da cuenta de un estado del arte de las investigaciones, teorías y conceptos que toman como centro de análisis la frontera mexicana en relación con Estados Unidos, explicando las asimetrías y desventajas históricas de poder económico, militar y político de un país frente a otro, anteponiéndose siempre el factor del conflicto, de tensión, como característica central en la aproximación a los temas fronterizos. En esta línea se destacan los trabajos de autores como Josefina Vásquez y Lorenzo Meyer (2001) en su texto México frente a Estados Unidos, editado por el Fondo de Cultura Económica.

      Igualmente, algunas investigaciones dan cuenta de la importancia de esta frontera frente a otras en el mundo, de su dinámica y particularidad. En su texto “La frontera México-Estados Unidos: elementos básicos para su comprensión”, Rodolfo Rincones (2004), de la Universidad de Sevilla, busca explicar la peculiaridad de esta región para ambas naciones, pues forma un componente sociocultural único, cuya realidad es diferente al resto de zonas de ambos países; diferencia que desde antes del trazado mismo de los límites internacionales y con mayor intensidad posterior a este a mediados del siglo XIX conlleva igualmente una dependencia mutua, a pesar de los desequilibrios de poder que existen entre ambas naciones y que derivan en constantes tensiones en la frontera, a pesar de las cuales la integración se ha buscado por diversos medios, tal como se analiza en el texto “La frontera México-Estados Unidos: mexicanización e internacionalización” del escritor Jean Revel (1984) del Institut des Hautes Études de l’Amérique latine.

      Los análisis buscan ser una herramienta conceptual y teórica que permita entender –y mejorar en lo posible– las relaciones entre México y Estados Unidos. Relaciones que muchas veces no son fluidas y equilibradas, tal como se señala en el texto editado por el Colegio de la Frontera Norte, “México-Estados Unidos: Frontera eficiente, pero no abierta”. Su autor, Gustavo Emmerich (2003), centra su problema de investigación en la Alianza para la Frontera planteada en 2002 por los gobiernos de ambos países, con la finalidad de tener una frontera más eficiente. Sin embargo, el investigador concluye que ante el desarrollo y aplicación de las propuestas de la Alianza no tardaron en surgir discrepancias estructurales debido a las distintas visiones que había sobre el territorio fronterizo, ya que mientras México visualizaba una frontera abierta, Estados Unidos propendían por una frontera más segura y, por ende, cerrada.

      Otro ángulo de los estudios ha estado centrado en tratar de entender cuál ha sido el impacto de la cultura mexicana, y lo que ello significa, en el interior de la población angloamericana. En esta línea el trabajo de Josué Sánchez (2009), plasmado en el artículo “¿Por qué resentimos a México en los Estados Unidos?” y publicado por la Fundación Miguel Unamuno y Jugo, es importante ya que se plantea cómo existe, precisamente, un resentimiento e inconformidad con respecto de México por la influencia cultural que este ha tenido en el resto de países latinoamericanos y que se ha trasladado a la situación migratoria que se vive en Estados Unidos, en donde la cultura mexicana predomina desde el punto de vista latinoamericano, pues para los estadounidenses todos los latinoamericanos son como mexicanos. Acá, el espectro de análisis desde donde se respalda la hipótesis abarca desde la misma conquista española, los procesos de conformación e independencia de ambos países y la Revolución mexicana que, como se verá más adelante, marcó el imaginario sobre México y, por generalización, sobre los países situados al sur del río Bravo. Asimismo, culturalmente las tradiciones y expresiones mexicanas como el Día de Muertos, las piñatas, el mariachi y la comida se imponen en Estados Unidos frente a la cultura de otros países latinoamericanos, a la vez que para los anglosajones y europeos la cultura predominante en Latinoamérica es la mexicana por la manera en que se ha difundido alrededor del mundo.

      Se destacan igualmente estudios como “Las relaciones México-Estados Unidos, 1756-2010. Cuatro áreas estratégicas” de Sergio Alcocer (2013), quien aborda a profundidad la manera en que se constituyó la frontera geopolítica y sus distintas implicaciones. Asimismo, la Historia y problemas de los límites de México de César Sepúlveda (1985), quien aborda desde la cartografía el desarrollo de la frontera en una perspectiva histórica-política. El tema migratorio ha sido fundamental en los estudios fronterizos, el cual se aborda en estudios como Detrás de la trama: Políticas migratorias entre México y Estados Unidos de los autores de la Universidad de Zacatecas Douglas Massey, Jorge Durand y Nolan Malone (2009), y donde se analizan los cambios en los flujos migratorios –tanto legales como ilegales– a la luz de las condiciones políticas y, especialmente, económicas. El trabajo investigativo tiene un corte temporal que va desde 1848, año en que se formalizan los límites a partir del Tratado de Guadalupe Hidalgo, y momento en el que muchos mexicanos quedaron divididos en ambos países y se comienzan a desarrollar estrategias de contacto con sus familiares. Dicho hito histórico marcó igualmente la mutua dependencia económica que se materializó a partir del ferrocarril y de la necesidad de mano de obra en las plantaciones norteamericanas, especialmente para comienzos del siglo XX, donde las leyes migratorias hacia los asiáticos se fortalecieron. Para este mismo momento, la Revolución mexicana generó una oleada de refugiados en Estados Unidos, especialmente en la región de Ciudad Juárez-El Paso. Revolución que coincidió con la Primera Guerra Mundial, lo que generó un intenso auge del nacionalismo estadounidense que se concretó en la creación de la Border Patrol.

      Cambios en los flujos migratorios que se acentúan por efectos de lo que se denominó la Gran Depresión, que por la reducción en el crecimiento económico de Estados Unidos se generó un gran proceso de deportaciones de mexicanos que ya no eran absorbidos por el aparato productivo. Situación que se revierte nuevamente con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, donde la mayoría de los hombres en Estados Unidos tuvieron que hacerle frente a la situación bélica, generando una demanda mayor de mano obra barata proveniente de México y dando origen a los que conoce como el movimiento de los “braceros”. Este fue un fenómeno no solo migratorio y económico sino fundamentalmente social que duró oficialmente entre los años 1942-1964, pero cuyas consecuencias se prolongan hasta el día de hoy, tal como lo ha estudiado ampliamente el investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y miembro colaborador del Centro de Trabajadores Agrícolas Fronterizos de El Paso, Texas, Luis Alfonso Herrera Robles (2012b) en su profundo libro Memorias de braceros: Olvido y abandono en el norte de México.

      Ahora bien, en el caso puntual de los estudios fronterizos en la zona de Ciudad Juárez y El Paso, no solo se destacan los trabajos del mismo investigador Luis Alfonso Herrera Robles (2016a), quien abordado no solamente el tema de los braceros, como se mencionó, sino también un conjunto de temas urbanos de frontera más amplio que tiene como eje categorías críticas como la descomposición social, la degradación urbana, la precarización y la democracia deficitaria. Asimismo, se destacan los trabajos historiográficos de Carlos González Herrera (2008), quien en su reconocido texto La frontera que nos vino del norte analiza cómo, a partir de la medicalización de la frontera, se estructuró todo un proceso de ingeniería cultural angloamericana sobre la que se construyó el estigma de lo mexicano como el otro distinto. Igualmente, se destacan los estudios de autores como David Dorado Romo (2017), con su texto Historias desconocidas de la Revolución mexicana en El Paso y Ciudad Juárez, donde se aborda un período específico de la historia mexicana que implicó una serie de relaciones de orden cultural, mediático y racial entre las dos ciudades que vivieron con mayor intensidad la Revolución; o los estudios del profesor e investigador Rutilio García Pereyra (2013 y 2010), también de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, quien en sus textos Diversiones decentes en una época indecente y Ciudad Juárez La Fea: tradición de una imagen estigmatizada, aborda tanto desde

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