La escritura del destierro. Michelle Evans Restrepo

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La escritura del destierro - Michelle Evans Restrepo Ciencias Humanas

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a mucho recaudo para cuando vuelvan le traigan y presenten ante el Audiencia con cuya licencia ovieren ido.2

      Así como mandaba escribir a los viajeros-descubridores sus hallazgos, a los agentes establecidos en América el rey dispuso cumplimentar las llamadas “Relaciones Geográficas de Indias”.3 También conocidas como “descripciones geográficas”, “descripciones de la tierra” o “relaciones topográficas”, las Relaciones Geográficas eran la contestación de los oficiales coloniales a los cuestionarios que envió el Consejo de Indias al Nuevo Mundo entre 1530 y 1812. El objetivo del Consejo era recabar la mayor cantidad de información posible sobre los dominios en América, en el entendido de que un territorio sería mejor gobernado mientras mejor fuera conocido. Con ese fin se les solicitó a las autoridades locales la representación de las Indias en términos geográficos, urbanos, demográficos, económicos, sociales, políticos, religiosos, etc., a partir de una serie de formatos pretendidamente neutros. Como las preguntas de la Corona prácticamente prefiguraban las respuestas, poco a poco se estandarizaron los informes hasta convertirse en un discurso estable que acabó por penetrar la manera de describir el mundo en general. Según Elena Altuna, el modelo descriptivo de las Relaciones Geográficas impactó textos tipológicamente ajenos al formulario, como el relato de viaje, según pudo constatar en los testimonios de viajeros que recorrieron los espacios peruanos y rioplatenses entre los siglos XVII y XVIII.4

      Por lo visto, el paradigma de las Relaciones Geográficas también planeaba sobre el Diario de Santander. Aunque no llegó a ser funcionario de la Corona, pues antes de titularse lo sorprendió la revolución de Independencia, Santander venía de una formación en leyes que ciertamente ha debido prepararlo en los protocolos del Imperio. Según Sebastián Díaz, Santiago Muñoz y Mauricio Nieto, el decreto sobre formación de mapas provinciales que expidió Santander el 29 de noviembre de 1823 “parece inspirarse en los cuestionarios de las relaciones geográficas de la época colonial, al mismo tiempo que se ajustan las preguntas a las condiciones de un estado independiente republicano”.5 Se trata del artículo 1 que reza:

      Cada uno de los gobernadores de las provincias remitirá por conducto del intendente respectivo á la secretaria del interior dentro del término de seis meses a lo más tarde, un mapa de su provincia, lo mas esato que fuere posible. En él se indicarán los ríos navegables que tenga, el punto hasta donde lo son, las principales cordilleras y sus direcciones, los puertos, poblaciones &a. Por separado remitirán las observaciones de latitud y longitud que sepan haberse hecho en su provincia y una memoria por mayor en que se esprese en leguas calculadas aproximadamente el ancho y largo de la provincia, sus límites en toda su circunferencia, cuales son sus principales producciones: de que modo podría aumentarse su prosperidad y á que número asciende su población actual, anunciando por separado los esclavos y los libres.6

      Efectivamente se intuye la influencia de las Relaciones Geográficas, sin embargo, donde realmente queda claro el profundo conocimiento del modelo español es en el decreto del 4 de octubre de 1825 (apéndice 1), por el cual Santander exigía a los alcaldes de parroquia la remisión de informes sobre sus provincias conforme un formulario adjunto. El temario incluía cuestiones de población, infraestructura, producción agropecuaria, minería, geografía, clima, etc., que revelan una manera de indagar el mundo hija de la estadística, entendida como el inventario de las riquezas del Estado.

      El secretario de Gobierno de entonces era José Manuel Restrepo, autor de “Ensayo sobre la geografía, producciones, industria y poblacion de la provincia de Antioquia en el Nuevo Reino de Granada” y a quien probablemente se debe la redacción de ambos decretos. El ensayo de Restrepo hacía parte de una serie de artículos publicados en el Semanario de la Nueva Granada, en el que también aparecieron los trabajos de Joaquín Camacho y José María Salazar sobre las provincias de Pamplona y Santafé, respectivamente.7 Tal como constató Hans-Joachim König, “los autores de estos estudios no se limitaron a una simple descripción de las condiciones físicas y climáticas de la zona investigada, sino que indicaban también qué recursos naturales existían, qué productos se daban allí y cómo eran comercializadas [sic]”.8 Las noticias de las provincias en el Semanario indican la familiaridad de los ilustrados criollos con las prácticas relatorias del sistema hispánico, y específicamente con las Relaciones Geográficas. Restrepo, en particular, había sido compañero de pluma de Caldas y miembro del gabinete del vicepresidente Santander, cuando este asumió el encargo del poder ejecutivo en ausencia de Bolívar.

      Ya fuera por sus propias luces o por contacto con Restrepo, en su Diario Santander también refleja manejo de las fórmulas narrativas de los cuestionarios oficiales. El registro de la mirada colonial está incorporado en la visión de Santander cuando, al encuentro de ciudades, repite sistemáticamente la misma estructura del tipo:

      Glasgow está situado cerca del mar (canal de San Jorge) con el cual comunica por el río Clyde, que siendo navegable hace de la ciudad un puerto de mucha consideración. Ella tiene cerca de 200 mil habitantes, el río la atraviesa y es manufacturera de tejidos de algodón. Los edificios son de piedra […].9

      La lógica de la exposición recuerda la última solicitud de información con destino expreso al Nuevo Reino de Granada (1807), cuyas instrucciones mandaban consignar

      El nombre, o título; a saber, ciudad, villa, parroquia o pueblo […] si en costa del mar con puerto, […] con inmediación de algún río o de quebrada […] o si en orilla de río o de quebrada notable con explicación de sus raudales […], materiales de sus fábricas […], el número de familias avecindadas y también el total de personas […], que es lo que se encuentra de más estimación en su propio territorio […].10

      A esto las autoridades de Riofrío respondieron un año más tarde así, no mediando mucha diferencia, desde el punto de vista de la organización de la información, entre la noticia de un pequeño municipio del Valle y la mayor ciudad de Escocia:

      Este pueblo está situado en paraje seco y bueno; es tierra de naturales; su situación señala a occidente. Está inmediato al río llamado Riofrío; este mantiene competente agua, es muy caudaloso; al otro lado el río hay otro derecho de tierras de los mismos naturales, donde se mantienen algunas personas en ambas partes; en el pueblo sus pobladores es gente de toda clase, y en el otro lado otras personas con el título de agregados.11

      El modelo cognitivo de las Relaciones Geográficas ya se perfilaba en el relato de viaje del todavía príncipe español, conocido comúnmente como el Felicísimo viaje.12 En 1545, don Felipe partió para los Países Bajos al encuentro de Carlos V, su padre, en una excursión que lo inició en el arte de gobernar y el carácter de los pueblos. Según Ana María Sierra, el libro cumple con las pautas genéricas de las relaciones y “se adscribe perfectamente a la moda cultural, o a los designios monárquicos que propugnaban las descripciones topográficas de sus territorios”.13 Es decir, tanto el relato de viaje como las Relaciones Geográficas tenían como fin último el mejor conocimiento de los dominios de Su Majestad.

      Santander no acusó, que se sepa, alguna deuda con el Felicísimo viaje, de hecho, proyectaba indirectamente en Felipe II el despotismo de Bolívar cuando se comparó con el príncipe de Orange,14 víctima de una orden de proscripción emitida en 1581 por el monarca español. Sin embargo, ya fuera a través del relato de viaje o de su perfeccionamiento en las Relaciones Geográficas, la esencia del modelo filipino se instaló fijamente en la tradición retórica americana, subsistiendo incluso en época republicana.

      Pero

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