Inteligencia lúdica. Marcos Cristal
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Maquetación: Cecilia Ricci
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Para Julita, que me llena de sonrisas y alegría,
y para todos los hermanitos y primitos que vendrán
PRÓLOGO
Hace pocos días tuve el privilegio de pasar un buen tiempo con nuestros nietos. En un momento dado, nuestra nieta de 10 años y su primo de 6 estaban aburridos en una cena bastante formal. No pasó mucho tiempo hasta que empezaron a jugar: las servilletas, los cubiertos, el salero y el pimentero cobraron vida como si fueran personajes de una historia. Su aburrimiento se transformó en risas y sonrisas.
Todos hemos sido testigos de la cara de alegría de un niño cuando juega, muchas veces creando imágenes e historias increíbles a partir de cajas de cartón, animales de peluche, papeles y otros objetos mundanos. También demasiado a menudo los adultos cortamos esa alegría al solicitar a nuestros nietos que no hagan ruido, que se «comporten» en la cena, o directamente ignoramos sus ingeniosas historias.
Las organizaciones de hoy requieren una inteligencia y actitud lúdica que nos reconecte a todos con nuestra capacidad creativa y nuestro entusiasmo al hacerlo. Una capacidad fundamental para contribuir a que las organizaciones se reinventen a sí mismas.
Marcos Cristal tiene una experiencia de vida dedicada a ayudar a las organizaciones y a su gente a anticipar y crear el futuro, a pensar «fuera de la caja» y descubrir nuevas ideas a través de la experimentación. Es uno de los mayores expertos globales en el desarrollo y uso de simuladores que emulan el entorno complejo de los negocios, en los que los participantes «aprenden haciendo», jugando, imaginando y testeando escenarios futuros. Aprenden a «hacer antes de hacer». Miles de colaboradores de empresas líderes, de todas las edades y formaciones, comprenden mejor su negocio presente y futuro desde una experiencia simulada que luego es aplicada al negocio real y al día a día del trabajo.
Ahora, Marcos resume sus aprendizajes y experiencias en este excelente libro sobre Inteligencia Lúdica. Basándose en simulaciones y juegos, Marcos ayuda a los colaboradores a des-aprender rutinas inhibidoras, y reemplazarlas por creatividad y un entusiasmo desenfrenado por su tarea.
La necesidad de una inteligencia y actitud lúdica como camino para romper con las tradiciones y los preconceptos es más importante que nunca en los negocios de hoy. Empresas muy conocidas que venían «haciendo las cosas bien» aprendieron que, sin adaptarse, sin anticiparse, lo que «hicieron bien» se convirtió en lo que no debían seguir haciendo. Adaptarse, reinventarse, innovar todo el tiempo es la clave. Los colaboradores a todo nivel deben redescubrir lo lúdico, que conduce a la creatividad, y hacerlo con inteligencia, de manera que la creatividad se transforme en valor para el mercado.
Una de las muchas cosas que realmente valoro en este trabajo de Marcos es que propone nueve actitudes (lúdicas) específicas, en tres complejas y crecientes esferas de influencia: desde lo individual a lo interpersonal a lo contextual. Estas nueve actitudes y los tips para llevarlas adelante ofrecen caminos prácticos para transformar la Inteligencia Lúdica en competencias personales y capacidades organizacionales.
Otro de los grandes aciertos de Marcos es su insistencia en la inevitabilidad de las paradojas. Más que buscar resolverlas, propone excelentes insights para navegar las paradojas de nuestro tiempo. Ser capaz de convivir con las tensiones (corto y largo plazo, pasado y futuro, subjetivo y objetivo, autonomía y disciplina, etc.) posibilita aún más creatividad.
En pocas palabras, este maravilloso libro ayuda a los adultos a tomar conciencia de lo lúdico y cuánto este tipo de inteligencia y actitud generan creatividad, lo que lleva a resultados de negocios más sustentables.
La próxima vez que nuestros nietos transformen un entorno aburrido en un juego creativo, me sumaré a su mundo de fantasía para descubrir y aprender más sobre mí mismo y sobre los otros.
Dave Ulrich
Rensis Likert Professor, Ross School of Business, Universidad de Michigan
AGRADECIMIENTOS
Es muy frecuente en los agradecimientos señalar que no se trata de un trabajo solitario, sino solidario. Este libro no escapa a la regla. Expreso aquí mi agradecimiento infinito a las muchas personas que conscientemente y con cariño (y otras sin querer), contribuyeron con ideas y experiencias para que este trabajo saliera a la luz. A la vez, libero a todos ellos de la responsabilidad por lo que aquí expongo y propongo.
En primer lugar, quiero agradecer a mis socios Pablo Sirlin y Cristian Gorbea, a quienes me une una relación profesional y personal desde hace años. Puedo afirmar con certidumbre que casi no existe alguna idea o experiencia presentada en este trabajo que no haya sido compartida o pensada junto a ellos. A la vez, les agradezco la paciencia y generosa actitud al cubrirme en tareas y responsabilidades de nuestra consultora, Business Skills, para que yo pudiera dedicar parte de mi tiempo a terminar este libro. Otras dos personas del equipo de Business Skills juegan siempre un rol crucial de apoyo y generación de ideas a quienes quiero agradecer especialmente; son Alan Hartstein y Matias Borowicz. También quiero extender este agradecimiento a Francisco, María Cristina, Victoria, Dolly y Felicitas por el apoyo permanente.
Un grupo de amigos y amigas han puesto todo su cariño interactuando conmigo por largas horas, aportando todo su talento y lucidez. Quiero incluir aquí a Monica Mehaudy, Denise Najmanovich, Martha Alicia Chávez, Lisandro Bril, Ana Laura Valencia, Sofi Amenta y Fernando Buen Abad.
Muchas personas desde diferentes roles (profesores, colegas, consultores asociados, clientes, algunos de ellos devenidos amigos a lo largo de los años) compartieron ideas que enriquecieron este trabajo. Entre ellos quiero agradecer especialmente a: Dave Ulrich, Norm Smallwood, Fredy Kofman, Thomas Malone, Deborah Ancona, Peter Senge, Jay Forrester, John Sterman, Gary Hamel, Arianna Huffington, Eduardo Kastika, Sebastián Campanario, Jessica Johnson, Joe Ganitsky, Clark Callaghan, Ariel Regatky, Diego Benenzon, Brendan Pinter, Luis Karpf, Santiago Bilinkis, Jorge Ruiz, Helena Herrero, Ernesto Uscher, Ana María Rojas, Martha Liliana Ruiz, Juan Pablo Neira, Ramiro Calderón, Mauricio Valencia, Julio Zelaya, Liliana Orozco, Alberto Saiz, Chris Stanley, Claudio Peña, Eugenio Millot, Juan Pablo Fernández, Aaron Silva, Guillermo Grunwaldt, Ernesto Gore, Mariano Bergman, Daniel Serrot, Ariel Yulkenson, José Martí, Gabriel Molina, Gonzalo Enríquez, Bibiana Vázquez, Andrea Silva, Yazmin Vargas, Héctor Hernández, Patricia George, Sergio Meller, Ernesto Weissmann, Francisco Ingouville, Tomas Bril, Joni Cohen, Emilse Avendaño, Juan Felipe Cadavid, Héctor Helman, Gabriel Yoguel, Julio Sevares, Daniel Roiter, Eduardo Spector, Marc Eguiguren, Ernesto Ekaizer, Miguel Glickman, Ricardo Spector, Guillermo Salz, Javier García Fronti, Marcelo Natalini, Paula Sanchez, Dolores Paxote, Paulina Betancourt, Fernando San Juan, Juan Rodríguez, Silvia Carbonell, Silvina Brodsky, Kitty Litvachkes, Sheila Harkatz, Mario Kristal, Claudia Uzqueda, Andrea Trigo, Analía Doro, María Pía Berto, Ángeles Sforza y Paul Perry.
Quiero agradecer al excelente equipo de LID, desde su fundador, Marcelino Elousa,