Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles
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Existen seres que existen o no existen, sin que exista para ellos producción, ni destrucción: como los puntos, si existen realmente puntos; y también las formas y las figuras. No es lo blanco lo que deviene, es la madera la que se transforma o se hace blanca. Y todo lo que se produce proviene de algo; y se hace o se transforma en algo. De aquí se sigue que los contrarios no pueden provenir todos los unos de los otros. El hombre negro se hace un hombre blanco de otra manera que lo negro se hace blanco. Tampoco tienen los seres una materia, sino solo aquellos para los que existe producción, y que se transforman unos en otros. Todos aquellos seres que existen o no, sin estar sujetos a cambio, no poseen materia.
Pero se plantea una dificultad. ¿Cómo se relaciona la materia de cada ser con los contrarios? Cuando el cuerpo, por ejemplo, tiene la salud en potencia, siendo la enfermedad lo contrario de la salud, ¿es que se encuentran en potencia una y otra en el cuerpo? ¿Es en potencia como el agua es vinagre y vino? ¿O bien uno de los contrarios detenta el estado habitual y la forma de la materia, mientras que el otro no es más que una privación, una corrupción contra la naturaleza? Otra dificultad es la de saber por qué el vino no es ni la materia del vinagre ni el vinagre en potencia, por más que sea del vino de donde se origine el vinagre. ¿Y el ser vivo es un cadáver en potencia, o bien no lo es, y toda destrucción es tan solo un accidente?
Pero la materia del animal es en potencia el cadáver por el hecho de la destrucción, y es el agua la materia del vinagre. El vinagre y el cadáver vienen del agua y del animal, como la noche viene del día. En todos los casos en que existe, como en este, transformación recíproca, es necesario que en la transformación los seres vuelvan a sus elementos materiales. Para que el cadáver se haga un animal, debe por lo pronto pasar de nuevo por el estado de materia; y después, mediante esta condición, podrá hacerse un animal. Es necesario que el vinagre se cambie en agua para hacerse vino.
Parte VI
Hemos señalado una dificultad relativamente a las definiciones y a los números. ¿Cuál es la causa de la unidad? Porque la unidad de lo que tiene muchas partes, cuya reunión no es una especie de montón, cuyo conjunto es algo independiente de las partes, tiene sin duda una causa.
La causa de la unidad de los cuerpos es, en opinión de unos, el contacto; de otros, la viscosidad o cualquiera otra modificación de este género. En cuanto a la definición, es un discurso que es uno, no a la manera de la Ilíada consecuencia del encadenamiento, sino por medio de la unidad del ser definido. ¿Qué es lo que forma la unidad del hombre y por qué es uno y no múltiple, animal y bípedo, por ejemplo, sobre todo si existe, como algunos pretenden, un animal en sí y un bípedo en sí? ¿Por qué el hombre en sí no será lo uno y lo otro, existiendo los hombres consecuencia de su participación, no es un solo ser, el hombre en sí, sino en dos seres en sí, el animal y el bípedo? En la hipótesis en que hablamos, el hombre no puede absolutamente ser uno; sino varios, animal y bípedo. Se observa, por tanto, que con esta manera de definir las cosas y de tratar la cuestión, es imposible ofrecer la causa y resolver la dificultad. Pero si existe, según nuestra opinión, de una parte la materia, de otra la forma, de una el ser en potencia, de otra el ser en acto, tenemos, al parecer, la solución que perseguíamos.
Si se da el nombre de vestido al cilindro de bronce, no ofrecería embarazo la dificultad. Entonces la palabra vestido representaría lo que contiene la definición. Sería necesario investigar cuál es la causa de la unidad del ser, del cilindro y del metal, cuestión que se soluciona por sí misma: el uno es la materia, el otro la forma. ¿Cuál es, pues, independiente del agente, la causa que hace pasar de la potencia al acto los seres respecto de los que tiene lugar la producción? No existe otra que la que hemos dicho, que haga que la esfera en potencia sea una esfera en acto, de la esfera, como del hombre, lo es la esencia individual.
Existen dos clases de materia, la materia inteligible y la sensible y, en toda definición, en esta, el círculo es una figura plana, existe la materia de una parte, el acto de la otra. En cuanto a las cosas que no tienen materia ni inteligible ni sensible, cada una es una unidad inmediata, una unidad pura y simple, y cada una pertenece al ser propiamente dicho. Tales son la esencia, la cualidad, la cantidad, etcétera. Por esto no entran en las definiciones ni el ser ni la unidad. La forma sustancial es igualmente una unidad pura y simple, un ser propiamente tal. Así estas cosas no tienen ninguna causa extraña que constituya su unidad ni su ser; cada una de ellas es por sí misma un ser y una unidad, no porque tengan un género común ni porque tengan una existencia independiente de los seres particulares.
Existen algunos que, para resolver esta cuestión de la unidad admiten la participación; pero no conocen, ni cuál es la causa de la participación, ni lo que es particular. Según otros, lo que forma la unidad es el enlace con el alma; la ciencia, dice Licofrón, es el enlace del saber con el alma. Otros, por último afirman, que la vida es la reunión, el encadenamiento del alma con el cuerpo. Lo mismo puede afirmarse de todas las cosas. La salud será en este caso el enlace, el encadenamiento, la reunión del alma con la salud; el triángulo de metal la reunión del metal y del triángulo; lo blanco la reunión de la superficie y de la blancura.
La pesquisa de la causa es la que produce la unidad de la potencia y del acto, y el examen de su diferencia es lo que ha dado origen a estas opiniones. Ya dijimos: la materia inmediata y la forma son una y sola cosa, solo que la una es el ser en potencia, y la otra el ser en acto. Investigar la causa de la unidad y de la forma sustancial, es investigar lo mismo. Porque cada unidad individual, sea en potencia, sea en acto es, desde este punto de vista, la unidad. No existe otra causa de unidad que el motor que hace pasar los seres de la potencia al acto. Respecto a los seres que no poseen materia, no son todos ellos más que pura y simplemente seres.
Libro IX
Parte I
Nos hemos referido al ser primero, de aquel al que se refieren todas las demás categorías; en una palabra, de la sustancia. Consecuencia de su relación con la sustancia de los demás seres son seres, y en este caso están la cuantidad, la cualidad y los atributos análogos. Todos estos seres, como hemos citado en los libros anteriores, contienen implícitamente la noción de la sustancia. El ser no solo se toma en el sentido de sustancia, de cualidad, de cuantidad, sino que existe también el ser en potencia y el ser en acto, el ser con relación a la acción. Hablemos, pues, de la potencia y del acto. Por lo pronto, en cuanto a la potencia, observemos que la que merece verdaderamente este nombre no es el objeto único de nuestro estudio presente; la potencia, lo mismo que sucede con el acto, se aplica a otros seres que los que son susceptibles de movimiento. Hablaremos de la potencia motriz en lo que vamos a decir de la actualidad; pero también hablaremos de otras clases de potencia.
La potencia y el poder, que ya hemos caracterizado en otro lugar, se toman en muchas acepciones. No tenemos que ocuparnos de las potencias que solo son de nombre. Una semejanza ha sido motivo de que se diera a algunos objetos, en la geometría por ejemplo, el nombre de potencias; y otras cosas se las ha supuesto potentes o impotentes a causa de una cierta manera de ser o de no ser.
Las potencias pueden referirse a un mismo género; todas ellas son principios, y se ligan a un poder primero y único, el de cambio, que reside en otro ser en tanto que otro. La potencia de ser modificado es en el ser pasivo el principio del cambio, que es capaz de experimentar mediante la acción de otro ser en tanto que otro. La otra potencia es el estado del ser, que no es susceptible de ser modificado en mal, ni destruido por otro ser en tanto que otro por el ser que es el principio del cambio. La noción de la potencia primera entra en todas estas definiciones. Las potencias de que hablamos se distinguen, además, en potencia simplemente activa o simplemente pasiva, y en potencia de hacer bien o de padecer el bien. Las nociones de estas últimas encierran, por tanto, en cierta manera, las nociones de las potencias de que ellas se derivan.
Un ser tiene poder, ya porque tiene la potencia de modificarse a sí mismo, ya porque tiene la de modificar a otro ser. Ahora