Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles
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Conforme con lo que hemos dicho, no se ve que hay imposibilidad de definir los seres eternos, y sobre todo lo que son únicos, como el Sol y la Luna. Es un error añadir caracteres cuya supresión no impediría que hubiese aún Sol, como por ejemplo, los epítetos: que da vuelta a la Tierra, que se oculta durante la noche. Sin esto, si el Sol se detuviera o apareciera durante la noche, no habría ya Sol, y sería un absurdo que no lo hubiese, porque el Sol es una sustancia1. Además, estos caracteres pueden convertir a otros seres, y si otro ser los posee, este ser será el Sol, y habrá comunidad de definición. Pero es cosa admitida que el Sol es un ser particular, como Cleón, como Sócrates. En fin, ¿en qué consiste que ninguno de los que admiten las ideas da una definición de ellas? Si intentasen hacerlo se vería claramente la verdad de lo dicho.
Parte XVI
Es evidente que entre las cosas que parecen ser sustancias, la mayor parte de ellas solo lo son en potencia, como las partes de los animales, ninguna de las cuales tiene una existencia independiente. Si están separadas de su sujeto, en este caso ya solo existen en el estado de materia, y lo que con ellas, sucede con la tierra, el fuego y el aire; porque no hay unidad en los elementos; son como un montón de cosas antes de la cocción, antes de componer algo que sea uno. Podría creerse que las partes, sobre todo los seres animales, y las partes del alma, reúnen en cierta manera los dos caracteres, y que existen en acto y en potencia. Existen en las articulaciones principios de movimiento, principios producidos ciertamente por otro principio, pero que hacen que ciertos animales continúen viviendo aún después de ser divididos en partes. Sin embargo, no hay sustancia en potencia, sino cuando existe unidad y continuidad natural; cuando la unidad y la continuidad son resultado de la violencia o de una conexión arbitraria, entonces no es más que una multiplicación.
La unidad se acepta en el mismo sentido que el ser, y la sustancia de la unidad es una, y los seres, cuya sustancia es una en número, son numéricamente un solo ser. Se observa, puesto que así es, que ni la unidad ni el ser pueden ser sustancias de las cosas, como tampoco pueden serlo el elemento ni el principio, Cuando preguntamos: ¿cuál es el principio?, lo que queremos es relacionar el objeto en cuestión a un término más conocido. El ser y la unidad poseen más títulos a ser sustancia de las cosas que el principio, el elemento y la causa; y sin embargo no lo son. Lo que es común a los seres no es sustancia; la sustancia no existe en ningún otro ser que en sí misma, y en el ser a que pertenece, del que es sustancia. Por otra parte, tampoco la unidad puede ser al mismo tiempo sustancia en muchos seres; pero lo que es común a todos los seres debe encontrarse a la vez en cada uno de ellos.
Está claro que nada que sea universal posee una existencia aislada de los seres particulares. Sin embargo, los que admiten las ideas tienen razón en un sentido, al darle una existencia independiente, puesto que son sustancias. Pero en otro no tienen razón al hacer de la idea una unidad en la pluralidad. La causa de su equivocación es la imposibilidad en que están de decir cuál es la naturaleza de estas sustancias imperecederas, que se hallan fuera de las particulares y sensibles. De esta manera hacen estas sustancias a imagen de las sustancias perecederas, de aquellas que nosotros conocemos: el hombre en sí, el caballo en sí; no hacen más que añadir al ser sensible la expresión: en sí. Y sin embargo, incluso aunque no viésemos los astros, no por eso dejaría de haber, creo, sustancias sensibles, eternas, fuera de las sustancias que nosotros conociésemos. Y así, incluso cuando ignoráramos qué sustancias son eternas, deberían, sin embargo, existir algunas.
Hemos demostrado que nada de lo que se aplica a todos los seres es sustancia, y que no existe ninguna sustancia compuesta de sustancias.
Parte XVII
¿Qué es la sustancia y en qué consiste? Vamos a exponerlo. De esta forma constituiremos, por decirlo así, otro principio; porque saldrá probablemente de esta investigación alguna luz relativamente a esta sustancia, que existe separada de las sustancias sensibles.
La sustancia es un principio y una causa; de este punto de vista debemos partir. Preguntar el porqué es preguntar siempre por qué una cosa existe en otra. En efecto, si se investiga por qué el hombre músico es un hombre músico, o equivale a investigar lo que se acaba de expresar, es decir, por qué el hombre es músico, o bien se investiga otra cosa. Investigar por qué una cosa es una cosa es no investigar nada. Es necesario que el porqué de la cosa que se busca se manifieste realmente; es necesario por ejemplo, que se haya observando que la Luna está sujeta a eclipses. En los casos en que se pregunta por qué un ser es el mismo, por qué el hombre es hombre, o el músico músico, no cabe más que una respuesta a todas estas preguntas, no existe más que una razón que dar, a menos, sin embargo, de que no se conteste: es porque cada uno de estos seres es indivisible en sí mismo, es decir, porque es uno; respuesta que se aplica asimismo a todas las preguntas de este género, y que las resuelve en pocas palabras. Pero se puede preguntar: ¿por qué el hombre es tan animal? En este caso, evidentemente no se trata de investigar por qué el ser que es un hombre es un hombre, y sí de investigar por qué un ser se encuentra en otro ser. Es necesario que se vea claro que se encuentra en él, pues de no ser así la investigación no tendría objeto. ¿Por qué truena?, porque se produce un ruido en las nubes. En este ejemplo lo que se busca es la existencia de una cosa en otra, lo mismo que cuando se pregunta: ¿por qué estas piedras y ladrillos son una casa?
Está claro que lo que se busca es la causa. Pero la causa, desde el punto de vista de la definición, es la esencia. En ciertos casos la esencia es la razón de ser; como ocurre probablemente respecto a la cama y a la casa; ella es el primer motor en otros porque también es una causa. Pero esta última causa solo se encuentra en los hechos de producción y destrucción, mientras que la causa formal actúa hasta en el hecho de la existencia.
La causa se nos oculta, sobre todo, cuando no se refieren los seres a otros: si no se ve por qué el hombre es hombre, es porque el ser no es referido a otra cosa, porque no se determina que es tales cosas o tal cosa. Pero esto es necesario decirlo, y decirlo claramente, antes de investigar la causa; porque si no sería a la vez buscar algo y no buscar nada. Puesto que es necesario que el ser por cuya causa se pregunta tenga una existencia cierta y que se refiera a otro ser, está claro que lo que se busca es el porqué de los estados de la materia. Esto es una causa, ¿por qué?, porque se encuentra en ella tal carácter, que es su esencia. Por la misma causa, tal hombre, tal cuerpo es tal o cual cosa. Lo que se busca es la causa de la materia. Y esta causa es la forma que determina el ser, es la esencia. Se observa, que respecto de los seres simples no da lugar a pregunta ni respuesta sobre este punto, y que las preguntas que se refieren a estos seres son de otra naturaleza.
Lo que tiene una causa es compuesto, pero hay unidad en el todo; no es una especie de montón, sino que es uno como la sílaba. Pero la sílaba no es únicamente las letras que la componen, no es lo mismo que A y B. La carne tampoco es el fuego y la tierra solo. En la disolución, la carne, la sílaba, cesan de existir, mientras que las letras, el fuego y la tierra subsisten. La sílaba es, por tanto, algo más que las letras; la vocal y la consonante son también otra cosa; y la carne no es solo el fuego y la tierra, lo caliente y lo frío, sino que es también otra cosa.
¿Se aceptará como una necesidad que esta otra cosa sea también o un elemento o un compuesto de elementos? Si es un elemento, repetiremos nuestro razonamiento anterior, lo que constituirá la carne será este elemento con el fuego y la tierra, y otra cosa además, y de esta manera se irá hasta el infinito. Si es un compuesto de elementos, está claro que ya no se compone de uno solo, sino de muchos; de lo contrario, sería el elemento componiéndose a sí mismo. El mismo razonamiento que hemos expuesto respecto de la carne se puede hacer en cuanto a la sílaba.