Instituciones, sociedad del conocimiento y mundo del trabajo. Gonzalo Varela Petito

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que las empresas asumen entre un quinto y un tercio del costo total.

      Por otra parte, los investigadores de América Latina y el Caribe llegan a representar entre 3 y 7% del total mundial, según las fuentes y el método de estimación que se utilice. Con todo, aunque la brecha respecto a las economías más industrializadas sigue siendo grande, existe en la región un amplio patrimonio en recursos humanos del cual la actual conformación de las políticas de CT no permite beneficiarse. Entre los países de América Latina y el Caribe, Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica exhiben los mayores índices (superiores a uno por 1000) de la relación entre el número de investigadores y la población económicamente activa.

      Ante políticas y estrategias destinadas a liberalizar las economías se esperaba, y era recomendable un aumento estable y creciente en el tiempo del gasto en ciencia y tecnología respecto del PIB, con el fin de afianzar la competitividad internacional. Sin embargo, en general, las políticas públicas mantuvieron un bajo perfil durante el periodo de las reformas. Si ello se suma a la magra situación inicial, se puede concluir que los sistemas de innovación de América Latina y el Caribe aumentaron su debilidad en lo que refiere a la producción y difusión del conocimiento. En el contexto posreformas, a un sistema productivo incentivado a especializarse e integrarse al sistema global de producción en los segmentos de bajo contenido en conocimiento, se agregó una política pública insuficiente que contribuyó a mantener la debilidad estructural de la región en la mayor parte de las actividades científicas y tecnológicas.

      Una novedad: los fondos sectoriales

      El elemento más novedoso de las políticas de CT desarrolladas en América Latina a lo largo de los años noventa fue la modificación y la introducción de distintos instrumentos financieros de soporte a la realización de las actividades de CT.

      En la mayoría de los países se introdujo una combinación de dos instrumentos financieros: los fondos sectoriales (el elemento novedoso) y los incentivos fiscales (el componente tradicional del apoyo financiero) (Casalet, 2003; Jaramillo, 2003; Pacheco, 2003; Vargas Alfaro y Segura Bonilla, 2003; Yoguel, 2003).

      Los fondos persiguen dos objetivos principales: 1) la creación y fortalecimiento de un mercado de servicios tecnológicos para proporcionar servicios —entre otros, consultorías específicas y oferta de asistencia técnica y capacitación y formación de recursos humanos— en línea con las exigencias del sector productivo y 2) el fortalecimiento de las capacidades de I&D de las universidades, de los centros de investigación y de las empresas.

      La forma de acceso a los recursos y la modalidad de administración de los fondos de CT no fueron homogéneos en los países de la región. Se pueden identificar a grandes rasgos dos modelos distintos: uno basado en la demanda, y el otro, más complejo, que hace hincapié en la coordinación entre el lado de la oferta (las academias y los centros de investigación) y el lado de la demanda (el sector productivo) (véase cuadro 2.1). En ambos casos se desarrollaron sistemas de apoyo financiero compuestos por fondos administrados por varios entes, cada uno con distintos objetivos y beneficiarios, y cada uno con diferentes modalidades de otorgamiento de los recursos.

Cuadro 2.1. El sistema de los fondos de apoyo a la CT en América Latina
Tipo de fondoCaracterísticasDebilidades
Subsidio a la demanda– Recursos públicos (presupuesto) y de organismos internacionales– Horizontalidad– Se asigna por concurso y valuación– Asignación directa a los beneficiarios– Contribuye a aumentar la heterogeneidad– Beneficia a los agentes más proactivos y con mayor capacidad tecnológica, excluyendo a los más débiles
Coordinación entre oferta y demanda– Recursos provenientes de los sectores productivos con mayor renta– Se asignan según una estrategia compartida (comunidad científica, empresarios, ministerios)– Selectividad sectorial– Coordinación universidad-empresa– Complejidad en la coordinación y superposición de intereses entre ministerios– Dados los montos elevados se producen conflictos en la gestión

      El modelo de subsidio a la demanda, presente en Argentina, Chile, Costa Rica y México prevé la asignación de los recursos de los fondos con base en mecanismos de solicitación directa de los beneficiarios: empresas o centros de investigación. En un contexto fuertemente heterogéneo, como es el latinoamericano, la instauración de un modelo de fomento y soporte a las actividades de CT e I&D orientado a la demanda, presenta el gran inconveniente de poder transformarse en un elemento que fomenta la persistencia, o incrementa el grado de heterogeneidad presente en la estructura productiva. En efecto, al supeditar la obtención de apoyo financiero para la realización de actividades de I&D y CT a la demanda de las mismas empresas o instituciones de CT se crea una situación en la que sólo los agentes más proactivos en términos tecnológicos, más modernizados o que más valoran la adquisición de capacidades tecnológicas, sean los que tengan mayores incentivos para activarse y acceder a los mecanismos de soporte financiero. Por lo tanto, se puede incrementar el grado de heterogeneidad inicial, puesto que son los agentes que ya gozaban de una ventaja en términos de CT los que gracias al apoyo recibido, acaban por incrementar sus esfuerzos tecnológicos.

      En general, se genera una paradoja en la que los fondos de soporte para las actividades de CT seleccionan automáticamente, entre los potenciales beneficiarios, los agentes más adelantados en términos de CT e I&D, ya que son ellos los que tienen mayores posibilidades de beneficiarse del apoyo. Asimismo, el sistema de fondos orientados a la demanda presenta otra debilidad estructural: al ser supeditados a la demanda de los beneficiarios, su eficacia depende de una efectiva política de sensibilización y promoción. En efecto, se necesita una política de sensibilización para difundir y promover la existencia de esos fondos entre los agentes interesados. En realidad, el escaso desempeño de este sistema de fondos se puede también asociar al hecho de que muchos potenciales beneficiarios ignoraban la existencia de esas posibilidades de soporte financiero (Yoguel, 2003; Jaramillo, 2003).

      La tesis de la escasa eficiencia operativa de los mecanismos de apoyo orientados sólo por la demanda encuentra respaldo también en el análisis del caso colombiano (Jaramillo, 2003). En Colombia, el sistema de apoyo a la innovación en el sector empresarial, desarrollado con el objetivo de incrementar las competitividades de las empresas nacionales en los mercados mundiales, se compone de dos mecanismos de financiación: 1) asignación de recursos públicos para el fomento de la demanda y de la oferta de CT y 2) instrumentos de incentivo del mercado financiero y de capitales que, sin embargo, han sido de escaso impacto y poco desarrollados. Los subsidios a la demanda no sólo fueron modestos en términos de recursos ofrecidos, sino que además fueron muy poco utilizados debido a la baja demanda generada por la estructura productiva a causa de la escasa propensión a la inversión del empresariado local.

      Al mismo tiempo, junto a los fondos, se modificaron y se introdujeron, por medio de leyes y decretos, ulteriores instrumentos de fomento a las actividades de I&D y CT: los incentivos fiscales. Se creó un sistema de deducciones fiscales y créditos fiscales por gastos en determinadas actividades de CT e I&D por categorías de agentes. Sin embargo, se registró una subutilización de los incentivos previstos, debido a los altos costos de transacción asociados, a la falta de una cultura de la innovación en el tejido empresarial latinoamericano y a la ausencia de una política de sensibilización orientada a la difusión de información sobre dichos sistemas de apoyo financiero (Jaramillo, 2003; Yoguel, 2003).

      En conclusión, se puede afirmar que los recursos otorgados por medio de los fondos orientados a la demanda y de los incentivos fiscales resultaron en acciones por debajo de lo deseable de la política tecnológica, con menores niveles de montos concedidos de los previstos. Asimismo, aportaron escasos recursos a la realización de actividades de investigación y modernización tecnológica.

      El sistema de instrumentos de apoyo a las actividades de CT e I&D introducido en Brasil entre 1999 y 2002, representa el caso más novedoso en el panorama de

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