El comportamiento administrativo. Herbert Alexander Simon

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El comportamiento administrativo - Herbert Alexander Simon

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tareas específicas a unidades subordinadas, decide por el soldado qué posición asumirá y cuál será su objetivo. En organizaciones muy pequeñas, la influencia de todos los supervisores sobre los empleados operativos puede ser directa, pero, en unidades de cualquier tamaño, entre los supervisores jerárquicos y los empleados operativos se interponen varios niveles de supervisores intermedios y estos, a su vez, están sujetos a influencias provenientes de arriba, y transmiten, elaboran y modifican estas influencias antes de que lleguen al personal operativo.

      Si esta es una descripción correcta del proceso administrativo, entonces la construcción de una organización administrativa eficiente es un problema de psicología social. Es una tarea que consiste en establecer un grupo de personal operativo y designar un grupo de personal de supervisión capaz de influenciar al primero hacia un modelo de comportamiento coordinado y efectivo. Acá se usa el término “influenciar” antes que “dirigir” debido a que la dirección –es decir, la aplicación de autoridad administrativa– es solo una de las varias maneras en las que el personal administrativo puede afectar las decisiones del personal operativo; y, consecuentemente, la construcción de una organización administrativa involucra más que la mera asignación de funciones y distribución de la autoridad.

      En el estudio de la organización, el empleado operativo debe estar en el foco de atención, ya que el éxito de la estructura se juzgará por su desempeño dentro de ella. La mejor forma de hacerse una idea sobre la estructura y función de una organización es analizando la manera en que las decisiones y el comportamiento de tales empleados se ven influenciados dentro de la organización y por ella.

      Todo comportamiento conlleva una selección consciente o inconsciente de acciones determinadas de entre todas aquellas que son físicamente posibles para el actor y para aquellas personas sobre las cuales él ejerce influencia y autoridad. Acá se usa el término “selección” sin implicancia alguna de un proceso consciente o deliberado. Se refiere simplemente al hecho de que, si un individuo sigue un curso de acción en particular, existen en consecuencia otros cursos de acción a los cuales renuncia. En muchos casos, el proceso de selección consiste simplemente en una acción refleja ya establecida –un mecanógrafo presiona determinada tecla con el dedo porque se ha establecido un reflejo entre una letra en una página impresa y esa tecla en particular–. Acá la acción es, al menos en cierto sentido, racional (o sea, orientada a un objetivo); sin embargo, no implica ningún elemento de conciencia o reflexión.

      En otros casos, la selección misma es el producto de una cadena compleja de actividades llamadas de “planeamiento” o “diseño”. Un ingeniero, por ejemplo, puede decidir sobre la base de un análisis extensivo que un puente en particular debería utilizar un diseño en ménsula por la técnica de volados sucesivos. Su diseño, trasladado luego a los planos detallados de la estructura, conducirá a una cadena completa de comportamientos por parte de los individuos que construyen el puente.

      En el presente volumen, se darán numerosos ejemplos de todas las variedades de procesos de selección. Todos ellos tienen en común las siguientes características: en cierto momento existe una cantidad de acciones alternativas (físicamente) posibles, de las cuales un individuo determinado puede emprender cualquiera; por medio de algún tipo de proceso, estas numerosas alternativas se reducen a aquella en función de la cual realmente se actúa. En este estudio, las palabras “elección” y “decisión” se utilizarán en forma indistinta para referirse a este proceso. Dado que en su uso corriente estos términos traen connotaciones de una selección consciente, deliberada y racional, se debe recalcar que, en la forma en que aquí se usan, incluyen cualquier proceso de selección, sin considerar si los elementos precedentes están presentes en algún grado.

      Una gran parte del comportamiento, y particularmente el comportamiento de los individuos dentro de las organizaciones administrativas, es intencional (a propósito), o sea, está orientado hacia metas u objetivos. Esta intencionalidad produce una integración en el modelo de comportamiento, sin la cual la administración no tendría sentido; ya que, si la administración consiste en “lograr que las cosas sean hechas” por grupos de personas, el propósito brinda un criterio importante en la determinación de qué cosas se van a hacer.

      Por desgracia, los problemas no llegan al administrador en un paquete envuelto cuidadosamente y con los elementos de valor y los de hecho clasificados en forma prolija. Por un lado, los fines u objetivos finales de organizaciones y actividades gubernamentales se formulan, por lo común, en términos muy generales y ambiguos: “justicia”, “bienestar general” o “libertad”. Entonces, también, los objetivos tal como se los definió pueden ser simplemente medios para la obtención de objetivos ulteriores. Por ejemplo, en ciertos campos de acción, el comportamiento de los hombres generalmente se orienta en torno al “motivo económico”. Sin embargo, para la mayoría de las personas, la ganancia económica no es habitualmente un fin en sí mismo, sino un medio para lograr fines ulteriores: seguridad, confort y prestigio.

      Finalmente, los elementos de valor y de hecho pueden combinarse, en algunos casos, en un único objetivo. Por lo general, el arresto de delincuentes se establece como un objetivo del departamento de policía. Hasta cierto punto este objetivo se concibe como un fin en sí mismo, o sea, apunta hacia la detención y el castigo de quienes violan la ley; pero, desde otro punto de vista, se considera a la prisión como un medio para proteger a los ciudadanos, para rehabilitar a los detenidos y para desalentar a potenciales delincuentes.

      No se debería inferir que esta jerarquía o pirámide de objetivos está perfectamente organizada o integrada en algún comportamiento real. Un organismo del Estado, por ejemplo, puede dirigirse simultáneamente hacia varios objetivos diferentes: un departamento de recreación puede buscar mejorar la salud de los niños, brindarles un buen uso de su tiempo libre y prevenir la delincuencia juvenil, además de lograr objetivos similares para los adultos de la comunidad.

      Incluso en los casos en los que no hay una integración deliberada y consciente de estos objetivos en la decisión, debe observarse que por lo general dicha integración se produce de hecho. A pesar de que, al tomar decisiones para este organismo de recreación, el administrador quizás omita ponderar en función de su importancia relativa los objetivos diversos y a veces en conflicto, sus decisiones concretas y la dirección que en la práctica le da a la política de su organismo darán como resultado un conjunto particular de ponderaciones para estos objetivos. Si el programa pone el énfasis en actividades atléticas para

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