Prevención del delito y la violencia. Franz Vanderschueren

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Prevención del delito y la violencia - Franz Vanderschueren

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o de comercialización de piezas de cambio, habrá robos de autos. Del punto de vista de la prevención situacional, dificultar el robo significa no solo introducir nueva tecnología (control remoto) sino tener medidas complementarias (grupos de intervención rápida, vigilancia de vías de salida de los municipios, control de las exportaciones y de los talleres de las piezas de recambio etc.) y, sobre todo, a través de la inteligencia policial, focalizarse en los actores de estos mercados rentables. Para la prevención social implica centrarse en los grupos vulnerables de menores, potenciales autores de “portonazos” y así aprendices incontrolables del gran bandidismo. Las causas radican en la existencia de “grupos económicos” presentes en mercados ilegales muy rentables y su posibilidad de utilizar una mano de obra disponible por su carencia de socialización y perspectiva de movilidad. Sin el abordaje de estas causas, las medidas preventivas serán simples paliativos.

      La tercera condición que menciona Sampson, la heterogeneidad de los efectos de la prevención es consecuencia directa de la heterogeneidad de las causas. “Hay considerable evidencia de que las causas del delito pueden ser heterogéneas más que homogéneas, siendo la heterogeneidad dependiente del tipo de población, de delito o de las unidades de comparación” (Stafford, 2006: 11).

      La heterogeneidad depende de las características de los grupos a los cuales la prevención está dirigida y de la duración de las intervenciones propuestas. Supongamos una política de prevención al consumo problemático de drogas dirigida a grupos de adolescentes entre 15-18 años en Santiago de Chile y apoyada por psicólogos e intervenciones comunitaria, familiar y escolar. Asumimos que esta política tiende a convencer a los beneficiarios a través de la demostración masiva del daño neurológico provocado por las drogas y al mismo tiempo genera habilidades para superar las vulnerabilidades frente al consumo problemático. Si la política de salud, de Senda, de los municipios, de desarrollo social, está bien articulada se crea un potencial de coproducción de prevención fuerte. ¿Qué resultados son esperables de esta política? Si consideramos los sub-grupos beneficiarios, por ejemplo, los jóvenes estudiantes de colegios particulares de sectores acomodados, los universitarios, los que están ya en el mercado de trabajo, los que están en la informalidad y participan de la economía ilegal del tráfico de drogas, los que han tenido en su familia casos críticos de consumo de un pariente cercano, es probable que los resultados de esta misma política den resultados muy diferentes para cada sub-grupo. Los resultados son condicionados por la experiencia vital (pariente drogodependiente) que facilita una decisión personal de no consumir, por el entorno de los pares (diferente entre universitarios y alumnos de colegios o entre estudiantes y jóvenes trabajadores) que pueden paralizar el efecto de intervenciones articuladas. Los éxitos serán más difíciles en los grupos involucrados en el tráfico porque el consumo está ligado a una actividad rentable o de sobrevivencia. Algo análogo se produciría en caso de mujeres si unas están embarazadas y otras no. Aunque en todos los casos el aprendizaje social haya sido considerado como la causa del consumo problemático, las experiencias vitales, el sentido de la vida, las motivaciones y la calidad del entorno van a condicionar la capacidad de resiliencia y por ende el efecto de la política.

      De manera análoga, la aplicación del “Programa de Parentalidad Positiva” (PPP) en barrios de ingresos modestos pero organizados tendrá, por la calidad del entorno y su bajo grado de anomia, un efecto mayor que su aplicación en barrios de alta complejidad independientemente de la calidad de los agentes de prevención.

      Otro factor que explica la heterogeneidad es la duración de una política de prevención al consumo, que al contrario de una simple intervención o de un proyecto, implica un cambio en las reglas de juego institucional y social (Sampson, 2013). Una política es más prolongada que un proyecto que tiene efectos puntuales, pero se termina con el fin del financiamiento o del programa. Es el peligro de la multiplicidad de proyectos que no se transforman en política pública. De hecho, el efecto preventivo alcanza su plenitud en el tiempo y el peor obstáculo a la prevención efectiva es la discontinuidad. Los ejemplos de los municipios de Bogotá y Medellín han mostrado la relevancia de la continuidad en prevención asegurando que varias autoridades locales de color político distinto prosigan y aun enriquezcan las políticas preventivas. No garantizar la continuidad es impedir que la población beneficiaria se apropie de estas políticas y de sus resultados. El ejemplo más evidente en materia de seguridad es el de las reformas policiales. Todos los países que las implementaron, reconocieron su consolidación solo después de una década o más como en los casos de Canadá o Singapur. Por otra parte, los ejemplos de prevención dirigida a ex drogodependientes requieren después de un tratamiento eficaz, un seguimiento de varios años, en caso contrario la probabilidad de reincidencia es mayor.

      Conclusiones

      La relación entre prevención implementada fuera del ámbito del SJC, es relevante si se tienen en cuenta las diferencias explicativas de los tres tipos de teoría mencionados por Pinatel, sabiendo que aquellas teorías de la delincuencia son las que pueden explicar los comportamientos en conflicto con la ley y no así las del crimen o de la criminalidad que indican relevantes correlaciones o manifiestan la importancia del entorno para quien ha asimilado hábitos que banalizan actos ilegales o impiden seguir normas legitimadas.

      Pero, la prevención que hace referencia a una o varias teorías requiere tener en cuenta el contexto que puede modificar radicalmente los comportamientos. Obliga a reconstruir el camino de la causalidad para alcanzar explicaciones satisfactorias. Exige identificar prácticas pertinentes y asumir la heterogeneidad del impacto de estas prácticas sobre poblaciones diversas. En particular la exigencia de políticas públicas y su continuidad son esenciales para que la prevención tenga efecto real y la cultura de la prevención sea apropiada por las poblaciones beneficiarias.

      La referencia a las teorías es necesaria también si se quiere llegar a las causas preponderantes y por ende corregir los errores de las prácticas de prevención. El riesgo actual es o de minimizar la prevención en provecho de un “populismo punitivo” con efectos perversos o de adoptar una serie de metodologías “exitosas” en otros contextos sin saber realmente el porqué del éxito o del fracaso en su aplicación.

      Una primera consecuencia de la exigencia de llegar a la “caja negra de la causalidad” es la necesidad de formar agentes de prevención familiarizados no solo con el dominio de los enfoques y métodos de prevención sino también con las teorías de referencia y las modalidades de aplicarlas. Una segunda es la necesidad de realizar diagnósticos de seguridad complejos que incorporen la dimensión social y socio espacial como lo ha mostrado el ejercicio elaborado por las ciudades de Rotterdam y Guadalajara que incluye las dimensiones social, espacial y delictual en su análisis que alcanza el nivel barrial.

      Una segunda conclusión esencial para las políticas públicas es la distinción propuesta por Pinatel, entre teorías de la criminalidad importantes para las grandes orientaciones de política social de mediano y largo plazo y teorías de la delincuencia que permiten focalizar sobre grupos vulnerables y modificar la dinámica de la delincuencia en el corto plazo. En esta perspectiva la necesidad de políticas públicas de Estado y no de gobierno son las que aseguran la continuidad y la profundidad de prevenciones relacionadas con la generación o modificación de hábitos que explican los comportamientos delictuales o violentos. La creencia en la racionalidad de los comportamientos humanos que justificaría gran parte del “populismo punitivo” prevalente o la adopción de la sola prevención situacional, ofrecen caminos limitados si se quiere llegar a una cultura de la prevención que empodere a la ciudadanía.

      Finalmente buscar las causas de la delincuencia obliga a superar la focalización en los factores de riesgo que no necesariamente evidencian las causas, para centrarse en los contextos o características individuales o familiares que explican los comportamientos delictuales y permiten estimular la resiliencia de las comunidades, familias o personas.

      Bibliografía

      Agnew R. (2005). Pressure into Crime: An Overview of General Strain Theory. Oxford University Press.

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