Hispanotropía y el efecto Von Bismarck. José María Moya
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Eduardo SerraAbogado y político español independiente —no afiliado a ningún partido—. Es el único español que ha ostentado altos cargos con los tres partidos gobernantes desde la democracia (UCD, PSOE y PP), incluido su nombramiento como ministro de Defensa durante el primer gobierno del Partido Popular. Además de su actividad política, ha tenido o mantiene otros cargos académicos, empresariales e institucionales. Actualmente, entre otros cargos, preside la Fundación Transforma España y la consultora Everis. |
1.2.
CORAJE PARA UN TIEMPO DIFÍCIL
JOSÉ LUIS BONET
Los historiadores saben que en momentos de incertidumbre y zozobra siempre se puede recurrir a experiencias ya vividas para extraer lecciones que ayuden a entender la situación y superar los problemas. Los efectos económicos, sanitarios y sociales provocados por la pandemia de COVID-19 que vivimos generan más preguntas que respuestas, por lo que es bueno recurrir a la historia. El pasado reciente de España muestra un país que ha sido capaz de dar un gran salto, un salto mayúsculo en progreso y bienestar. La estabilidad económica, política y social que ha traído nuestro sistema institucional, basado en la Constitución de 1978, ha sido —junto al esfuerzo de los españoles— la clave de la modernización y prosperidad de España en el periodo democrático. Un marco que consagra los principios de la democracia, la economía social de mercado, el Estado de derecho, el estado del bienestar, la monarquía parlamentaria y el Estado autonómico. A lo que se añade la pertenencia a la Unión Europea, como ámbito natural de desarrollo político y económico de nuestro país y que tantos beneficios nos ha aportado desde 1986.
Desde la instauración de la democracia en 1975(*), España ha sido capaz de superar sucesivas dificultades económicas: desde la crisis del petróleo de finales de los setenta a la crisis financiera de 2008, pasando por la reconversión industrial de los ochenta y la crisis monetaria de los noventa. Con determinación, la sociedad española en su conjunto, con un gran esfuerzo colectivo, ha sido capaz de superar cada una de esas situaciones. Esa trayectoria de éxito se ha basado, entre otras cosas, en un contexto de estabilidad jurídica, social y política que ha permitido atraer inversiones extranjeras y colocar a España en el pódium del turismo mundial.
Lo que se ha dado en llamar el milagro económico español ha permitido multiplicar el PIB per cápita real 2,3 veces en estos 45 años, muy por encima de países que podemos considerar de referencia como Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. El PIB per cápita ha pasado de 1000 euros en 1975 a 26 432 en 2019. Ese bienestar se ha reflejado en un espectacular aumento de la población basado en la inmigración (32,4 %), la esperanza de vida (que, con 83,4 años, nos sitúa como el segundo país más longevo del mundo) o la generalización de los sistemas universales de protección social: sanidad, educación y pensiones. Todo ello sin perjuicio de proceder a su mejora a partir de las correspondientes reformas.
La economía social de mercado es la base de ese gran despegue. Y las empresas, sus protagonistas. Como generadoras de riqueza y creadoras de empleo. Ellas han sido los motores del cambio de modelo con su apuesta decidida por la integración europea, de la que hoy España es uno de los mayores garantes en el continente, y con sus pasos adelante en innovación, competitividad e internacionalización. Con todo, queda mucho camino que puede y debe recorrerse en el futuro.
Hoy tenemos alrededorde 2500 multinacionalesque representan el 40 %de nuestras exportaciones,cuando a principios delos años noventa delsiglo pasado no existíaprácticamente ninguna. |
En efecto, las empresas, no sin cierto retraso y a pesar de las crisis de finales del pasado siglo, entendieron que la apertura exterior de nuestra economía suponía una oportunidad y, de forma valiente, se lanzaron a la internacionalización. Hoy tenemos alrededor de 2500 multinacionales que representan el 40 % de nuestras exportaciones, cuando a principios de los años noventa del siglo pasado no existía prácticamente ninguna. Algunas de ellas se han convertido en líderes mundiales en sus sectores de actividad: finanzas, energías, infraestructuras, textil, etc. Y también en los nuevos sectores vinculados a la economía circular y la sostenibilidad medioambiental. Son compañías españolas las que han llenado de aerogeneradores grandes superficies de Estados Unidos y han construido uno de los mayores parques eólicos marinos en aguas del mar del Norte, frente a las costas de Gran Bretaña. También son españolas las empresas que proveen de soluciones para el reciclado y el tratamiento de residuos a grandes metrópolis de todo el planeta.
Esas grandes empresas internacionalizadas han sido fundamentales como tractoras para impulsar la búsqueda de nuevos mercados entre las pymes. Además, la crisis de 2008, y el hundimiento de la demanda interna que esta provocó, animaron a muchas pequeñas y medias empresas a cruzar fronteras. Ellas también llevaron a cabo el cambio de mentalidad necesario para enfrentarse a ese proceso. Fueron capaces de adaptarse y realizar esfuerzos y sacrificios que hoy vemos que han valido la pena y han dado sus frutos: contamos con más de 52 000 empresas que exportan bienes de manera regular y otras 100 000 que lo hacen de forma discontinua, pero consolidando gradualmente su presencia exterior. Ello, sin perjuicio de considerar que —pese a las evidentes dificultades cíclicas— la salida al exterior de muchas pymes debe continuar y potenciarse, además, su presencia en los mercados mundiales.
Las Cámaras de Comercio, con la Cámara de España al frente, desempeñamos un papel fundamental en ese proceso de internacionalización. Organizamos misiones comerciales en las que los empresarios tienen oportunidad de conocer de primera mano posibles nuevos mercados. Y lo hacemos, además, ayudándolos económicamente gracias a la cofinanciación de los fondos europeos del FEDER. Esos recursos financian también programas que permiten, igualmente, aumentar la competitividad de las pequeñas y medianas empresas para afrontar el proceso de internacionalización. Y les ayudan, entre otras cosas, en uno de los mayores retos que vivimos: el comercio electrónico. A lo largo del año 2020, tan particular e insólito, hemos visto despegar la compraventa online, con incrementos del 67 % en las ventas de los negocios españoles y del 8,3 % de las compras en los hogares. Y no solo hablamos de ventas al por menor. Les voy a mencionar un ejemplo: una pyme de La Coruña, fabricante de generadores eléctricos industriales, capaz de vender sus productos en Corea del Sur sin que ninguno de sus ejecutivos haya viajado nunca a ese país. No hay fronteras ni COVID-19 en el mundo online y una buena estrategia de marketing digital se ha vuelto tan imprescindible como antiguamente era un buen escaparate en una céntrica calle comercial de cualquier ciudad.
En el mundo online unabuena estrategia demarketing digital se havuelto tan imprescindiblecomo antiguamente era unbuen escaparate en unacéntrica calle comercialde cualquier ciudad. |
La internacionalización está en el ADN de las Cámaras de Comercio. Creemos con firmeza en las ventajas del libre comercio y el multilateralismo, que genera riqueza, crecimiento y bienestar. Asistimos con preocupación a la oleada proteccionista que afecta a los intercambios comerciales. Sin embargo, estoy convencido de que la globalización, en el sentido más positivo de la palabra, volverá a imponerse. Los avances tecnológicos y en el transporte, que facilitan este tipo de operaciones, además de los cambios sociales, no van a detenerse a pesar del frenazo actual. Los hombres han abierto rutas por tierra y surcado primero mares, y mucho después cielos, abriendo fronteras y estableciendo relaciones comerciales con nuevos territorios. Y así seguirá siendo.
De la misma manera que el impulso para la salida al exterior de las empresas es uno de los objetivos básicos del trabajo del mundo cameral, y es reconocida nuestra aportación histórica al proceso, hemos tomado en este momento la bandera de la digitalización. Las empresas deben subirse ahora al tren de la transformación digital por una pura y simple cuestión de supervivencia. España tiene muy buenas bases para ello: estamos en cabeza, y a mucha distancia de nuestros seguidores, en despliegue de fibra óptica y conectividad móvil. La digitalización, además, se presenta como una oportunidad de vertebrar y cohesionar el territorio, posibilitando una solución accesible