La armonía. Omraam Mikhaël Aïvanhov

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La armonía - Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Entonces, todo cambiará: se enseñará la ciencia de la vida, la síntesis, y entonces el Reino de Dios será posible. Pero mientras que esta fortaleza de la ciencia oficial y materialista no sea derribada y reemplazada por la Ciencia de los Iniciados, el desorden continuará.

      Sin embargo, desde que vi en la televisión al jefe del Estado francés hablar por primera vez en el mundo de fraternidad universal, estoy seguro de que esta idea se va a propagar. Vosotros también lo habéis oído, ¿verdad? ¡Ah! Fue formidable. En aquel momento, se mostró grande, luminoso… Eso nunca se podrá olvidar. Claro que esta idea todavía está un poco reprimida y no puede dar grandes resultados inmediatamente, pero el mundo entero la ha oído y hará su camino. ¡Tiene un futuro increíble! Un día, volverá a salir a través de otros, y parecerá tan normal que todos estarán convencidos.

      En todos los terrenos nuestras ideas se propagan. Los astrónomos han descubierto ahora que existe un sol negro, y ya hace años que yo os hablé de él. Os dije también, hace veinticinco años, que la migración de las anguilas hacia el mar de los Sargazos, prueba la existencia de la Atlántida, y ahora un investigador acaba de retomar esta idea. Lo que no ha mencionado es quién fue el primero en hacer este descubrimiento.

      El ser humano está hecho de un cuerpo y de lo que se llama “psique”, como reconoce ahora la medicina psicosomática que estudia la conexión entre el psiquismo y el cuerpo físico, y la forma en que actúan el uno sobre el otro. La medicina psicosomática gana terreno, ¡y eso es magnífico! Pero todavía no está a punto, porque sus teorías no están basadas en una filosofía, en un punto de vista verídico que yo voy a daros. Un día todos reconocerán este punto de vista. No me creéis, pero no importa… No me creéis porque yo soy desconocido y estoy solo en contra de todas las eminencias; pero yo tendré la última palabra, el tiempo me dará la razón.

      Hay que estudiar primero al hombre, porque el hombre es la llave del universo. Pero los sabios se ocupan de química, de física, de electrónica, de astronomía, es decir de todo, salvo del hombre. Así se encuentran constantemente ante unos problemas insolubles, porque descuidan lo esencial. Ahora deben dar al hombre el primer lugar y descubrirán todo su lado sutil: su aura, sus emanaciones, los intercambios que hace con las demás entidades del universo, los poderes que tiene de desplazarse por el espacio, de captar ondas, de ver y actuar a distancia… Y entonces, todo cambiará. Cuando nos ocupamos del hombre, estamos en el corazón de las cosas.

      Y ahora, ¿qué terapia poner en primer lugar? Todas las que acabo de enumeraros: la quimioterapia, la fitoterapia, la talasoterapia, la quiropráctica, no son las más importantes. La mejor terapia es pensar, sentir y actuar en armonía con las fuerzas y las existencias luminosas de la naturaleza. El hombre debe pues conocer estas fuerzas y estas existencias y armonizarse con ellas. Esta es la primera medicina. Yo no rechazo las demás, hay que servirse de ellas, pero sólo deben venir después de la manera de vivir, es decir, la manera de pensar, de sentir, de creer, de amar, de alimentarse, etc… Y si los médicos creen que todo eso no tiene importancia, es porque no saben lo que es el hombre. Se imaginan que basta con dar píldoras, con añadir esto, con suprimir aquello… ¡Qué ignorancia, Dios mío! Pero os profetizo que llegará el día en que la humanidad será instruida y la ciencia comprenderá que ha perdido siglos al estudiar al hombre separado del universo. Descuida la importancia de la vida interior, de la vida psíquica, y se ve obligada a gastar miles de millones para construir laboratorios y hospitales, y esto continuará hasta que haya descubierto que lo más importante es la manera de vivir.

      Evidentemente, todos estos descubrimientos de los sabios, todos sus sacrificios, ¡son maravillosos! Pero un día se darán cuenta de que eran inútiles porque hubieran debido ir a buscar en otra parte en vez de trabajar siempre abajo, en la materia. Cuando un niño pequeño está enfermo, examinan sus deposiciones para descubrir la causa de su enfermedad. Eso es importante, claro, sólo que ¿por qué ir siempre a buscar ahí las causas de una enfermedad? Diréis: “¡Vaya objeción formidable! Usted ha dicho que la salud depende de la manera de pensar y de sentir, pero ¿qué ha podido hacer un niño pequeño para estar enfermo? ¡No ha tenido tiempo aún de pensar mal o de sentir mal!” En apariencia, es verdad, pero solamente para aquéllos que ignoran que el hombre no viene una sola vez a la tierra; este niño, debido a la manera en que vivió en otra existencia, ha vuelto a encarnarse con unos padres que le han transmitido taras. Pero como los humanos no saben nada de esta Ciencia iniciática, sacan siempre conclusiones erróneas.

      Poned en primer lugar la manera de vivir, la manera de pensar, de sentir y de actuar. Mientras no me hayáis comprendido, no restableceréis nada, no mejoraréis nada. Debéis creerme cuando os revelo estas verdades enseñadas por los grandes Iniciados. Decíos: “Puesto que hay cosas que se me escapan, confiaré en la Ciencia divina y pondré la manera de vivir en primer lugar...” Después podréis añadir todas las terapias que queráis. Pero, en primer lugar, la manera de vivir.

      Cuando la humanidad viva de acuerdo con las leyes divinas, ya no tendrá necesidad de clínicas ni de hospitales. Actualmente sólo se habla de construir nuevos hospitales porque cada vez hay más enfermedades y enfermos. Es porque los hombres viven cada vez peor, piensan cada vez peor; están cada vez más instruidos, son cada vez más sabios, pero también están cada vez más enfermos. ¡Es inquietante! Así pues por un lado hay una evolución, pero por otro… ¿cómo llamar a eso? ¿un hundimiento? Esta situación no podrá remediarse con medios naturales, porque Dios no ha dado una eficacia absoluta a lo que está abajo. Abajo sólo hay paliativos.

      Al cuerpo físico se le da el alimento y las bebidas que necesita. Pero el hombre no sólo tiene un cuerpo: tiene un alma, tiene un espíritu que no podéis alimentar con vitaminas y hormonas. Pero como la ciencia no ha previsto nada para el alma ni para el espíritu, éstos están hambrientos, sedientos, sufren. Siempre se ocupan solamente del cuerpo. Por eso hay anomalías. El hombre come, bebe, tiene una casa, un coche, viaja, pero en el fondo de sí mismo está descontento, insatisfecho, se siente vacío. Esto prueba que ha olvidado su alma. En cuanto a su espíritu, ¡ni hablemos! La medicina futura se verá obligada a tomar en consideración

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