La armonía. Omraam Mikhaël Aïvanhov
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Cuando os digo esto, me lo digo también a mí mismo; no penséis que quiera excluirme de este asunto. Si me sucede algo, si tengo un dolor en alguna parte, me digo: “¿Ves?, tú tampoco has llegado aún a obtener esta armonía de la que hablas a los hermanos y hermanas… ¡Venga!, ¡Ponte a trabajar!” Así pues, lo que os cuento, me concierne a mí también. Diréis: “Entonces, es que usted tampoco está tan avanzado, tan evolucionado...” No tanto, no tanto, es verdad, pero la diferencia entre yo y muchos otros, es que yo me he dado cuenta de la importancia de la armonía y que los otros no se dan cuenta. Pero que haya todavía muchas cosas que limpiar, que purificar, que transformar, que sublimar, que vivificar, que resucitar en mí, por descontado… ¡Si creéis que cuando vine a la tierra era perfecto! Incluso los Iniciados vienen con taras y defectos.
Cuando los Iniciados vienen a reencarnarse, sólo pueden encontrar familias que inevitablemente van a transmitirles una herencia de defectos y de enfermedades. Sí, pero entonces trabajan a marchas forzadas para acelerar todos los procesos de limpieza, de purificación, etc… Por eso realizan esta armonía mucho más rápidamente que los demás. Esto es todo. No creáis que cuando los Iniciados llegan a la tierra todo en ellos es absolutamente puro, armonioso y divino. ¡Ni hablar!… Conozco la realidad. Pero la cuestión no es ésta. No debemos justificarnos nunca con todos los defectos que hemos heredado. Decid solamente: “Si hubiese merecido algo mejor, me habría reencarnado en una mejor familia.8 No son mis padres los culpables, sino yo. Ahora tengo que arreglarlo todo, limpiarlo todo, purificarlo todo...” Y pasado algún tiempo, estáis rejuvenecidos, sois luminosos, estáis resplandecientes… Sólo que hay que ser decidido, consciente, hay que tomarse las cosas en serio.
De ahora en adelante, dejad todo de lado y ocupaos de la armonía; os aportará todo lo que necesitáis: la salud, la bondad, la luz, el gozo, una beatitud extraordinaria, y os sentiréis tan fuertes y resistentes que ya ni siquiera tendréis miedo a la muerte. Habréis vencido a la muerte. Sólo que, claro, para atraer la armonía, para construirla, hay que amarla. Mientras no la améis, no creáis que vais a atraerla. Pero siento que ya empezáis a amarla… Desde hace algún tiempo estáis haciendo esfuerzos loables y sinceros para crear la armonía en la Fraternidad. Lo hacéis conscientemente, poderosamente, y constatáis unos resultados en vosotros mismos indeciblemente bellos. Continuad creando esta armonía y, un día, os revelaré todas las transformaciones que se producen en el mundo entero a causa de nuestro trabajo: en cuántos hogares, en cuántos países estamos, gracias a nuestra existencia aquí, en la Fraternidad Blanca Universal, inspirando a muchas personas que quieren salir del desorden en el que está sumergido el mundo actual. Todo esto se os escapa aún, no veis las razones por las cuales debemos vivir en esta armonía.
Y es porque, no sólo empezaremos a saborear el Reino de Dios, sino también porque enviaremos al mundo entero, y hasta las estrellas, unas corrientes, unas ondas, unas fuerzas de un poder y de un esplendor tal, que tarde o temprano, toda la humanidad se verá obligada a mejorarse, a transformarse, y a vivir en la armonía, en la felicidad y en la paz.
Bonfin, 10 de agosto de 1971
1 Los poderes de la vida, Obras completas, t. 5, cap. I: “La vida”.
2 Las leyes de la moral cósmica, Obras completas, t. 12, cap. VII: “Leyes de la naturaleza y leyes morales”.
3 La libertad, conquista del espíritu, Col. Izvor nº 211, cap. V: “El hombre sólo es libre cuando participa de la libertad de Dios”, y cap. VI: “La verdadera libertad es una consagración”.
4 La galvanoplastia espiritual y el futuro de la humanidad, Col. Izvor nº 214, cap. IX: “La concepción de los hijos”.
5 “En espíritu y en verdad”, Col. Izvor nº 235, cap. I: “La estructura del universo”.
6 Del hombre a Dios – Sefirot y jerarquías angélicas, Col. Izvor nº 236, cap. III: “Las jerarquías angélicas”, y cap. XVI: “Hochmah: el Verbo creador”.
7 Creación artística y creación espiritual, Col. Izvor nº 223, cap. V: “La voz” y cap.VI: “El canto coral”.
8 Un futuro para la juventud, Col. Izvor nº 233, cap. XI: “¿Por qué nacemos en una determinada familia?”.
II
La medicina debe estar basada en una filosofía iniciática
Mis queridos hermanos y hermanas, estoy cargado de buenas cosas para vosotros de parte de todos los que se han quedado en el Bonfin. Una multitud os saluda… ¡una decena de personas! Por otra parte, algunos van a venir. Así que, ¿para qué saludaros por adelantado? Porque da gusto oírlo, ¿no? Había en Bulgaria una persona que había vuelto de Estambul, en donde había asistido a una reunión de popes y obispos. “Entonces, ¿qué noticias traes? le preguntó un religioso que pertenecía a la Iglesia ortodoxa. – ¡Ah!, dijo, oí que hablaban de ti, querían escogerte como obispo o archimandrita. – ¡Oh!, no es posible, exclamó el religioso, te burlas de mí, ¡cállate!” Pero unos días después, cuando volvió a ver a esta persona, le preguntó: “Cuéntame, ¿qué decían allí sobre mí?” ¿Veis?, el hombre está hecho así; quería parecer modesto, pero le gustaba, de todos modos, oír decir que se ocupaban de él en sitios importantes.
Si pudiésemos echar un vistazo en el interior de cada uno de nosotros, ¡qué cosas descubriríamos! Aunque por otro lado, no vale la pena ir a verlo, conocemos la naturaleza humana y sabemos de antemano lo que nos encontraríamos. Diréis: “¡Dios mío!, ¡Qué negativo es!” No, lo que quería decir es que descubriríamos cosas magníficas, divinas. No me dejáis terminar, y entonces, claro, me comprendéis mal. ¡Dejadme terminar al menos! ¿Veis? Son cosas buenas las que descubrimos en los hombres, siempre que atravesemos rápidamente ciertas regiones inferiores, espesas y tenebrosas, para subir mucho más arriba. Entonces, es verdad lo que os digo: estamos deslumbrados. Tomad cualquier hombre, incluso el más criminal: si os detenéis en lo que es ahora, es decir, en la superficie o en su subconsciente, seguro que descubriréis, cosas espantosas. Pero si vais más arriba, encontraréis otra naturaleza que quizá dormite, pero que está ahí, de todas formas, y que espera su hora. Si logramos despertarla y retardar un poco ciertas manifestaciones negativas, este hombre espantoso se convierte en algo extraordinario. Porque todo ser lleva en él las dos naturalezas.
Pero no penséis que quería hablaros de eso. Además, como de costumbre, no sé lo que os diré. En general, cuando vengo, sólo tengo que transmitiros buenos saludos y nada más; después pienso en escabullirme. Pero estando con vosotros, no es tan fácil escabullirse. Sí, he notado que cuando estoy con vosotros ya no puedo irme. Siento que todos pensáis: “¡Díganos algo!”… Pero sinceramente, hoy no sé qué deciros. Así que, vamos a separarnos y esperar la Navidad, a menos que prefiráis que sigamos…
Decidme sinceramente si estáis cansados, si tenéis sueño… Pero miro vuestras caras y no veo a nadie que esté cansado, ¡esto es magnífico! ¡Caras rebosantes de energía!… ¿No encontráis que es maravilloso hablar así para no decir nada?… Lo hago a menudo, ¿ verdad? Pero cuando se me hinchan las narices, como se dice, salen de mi boca palabras sensatas, sensatas para mí, desde luego,