Historias entrelazas. Sebastián Rivera Mir
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Gleb Wataghin nació en 1899 en Birsula (actualmente Podilsk, ubicado en la región de Odessa, hoy territorio de Ucrania), entonces parte del Imperio ruso (Silva, 1975; Bustamante y Passos, 1993). Su primera formación la cursó en Kiev, pero la Revolución rusa provocó que su familia huyera a Italia, donde se establecieron alrededor de 1919. Wataghin continuó sus estudios profesionales en la Universidad de Turín, ahí obtuvo el doctorado en física en 1922; después, entre 1922 y 1926, fue asistente en el Politécnico de Turín y, a partir de 1927, profesor asociado. Perteneció a una dinámica comunidad de físicos en Italia, entre quienes destacaban Enrico Fermi (recibió el premio Nobel en 1938, año en el que emigró a Estados Unidos) y Bruno Rossi (joven físico que destacó en el estudio de los rayos cósmicos y también emigró a Estados Unidos). El periodo de su formación y consolidación profesional fue notable en cuestión del intercambio intelectual en Europa, gracias a los múltiples congresos científicos, las conferencias Solvay o las estancias de investigación. Éstas lo llevaron al laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge, con Ernest Ruther-ford, y a Copenhagen, con Niels Bohr.
En este contexto, en 1934, Wataghin fue invitado a Brasil para dirigir el Departamento de Física de la naciente Universidade de São Paulo (usp). Al principio consideró que si aceptaba la oferta se aislaría de la comunidad de físicos italianos y, en general, de Europa (Silva, 1975). La invitación fue planteada por Teodoro Ramos, matemático brasileño encargado de visitar diferentes países para reclutar científicos e intelectuales europeos para liderar sus áreas de especialidad en la usp (Schwartzman, 1979). Al parecer, Ramos buscó en Italia opciones para cubrir los campos de física y matemáticas, en parte por una petición de la numerosa comunidad italiana en São Paulo que había hecho importantes donaciones para crear la usp. En principio, Ramos se interesó por Fermi, quien rechazó la oferta y sugirió a Wataghin. Aunque éste se resistió, Fermi lo convenció al hacerle notar que en Brasil tendría un futuro más prometedor que en Italia, donde el fascismo iba en ascenso. En una entrevista de la década del setenta, Wataghin afirmó: “O curso da minha vida foi fortemente influen-ciado, mais uma vez, por uma mudança de pais”, la primera de Rusia a Italia, la segunda de Italia a Brasil (Silva, 1975: 3). El periodo que aquí compete son los 15 años que permaneció en Brasil (1934 y 1949); no obstante, esta migración no implicó un rompimiento ni con la física en Europa ni con sus colegas físicos italianos, con quienes mantuvo comunicación, aun tras el exilio de muchos de ellos.
La trayectoria de movilidad de Guido Beck fue mucho más variada, en términos de las múltiples migraciones que se vio obligado a hacer. Nació en 1903 en Reichenberg (por entonces parte del Imperio austrohúngaro, hoy llamado Liberec en territorio de la República Checa), estudió en Suiza y obtuvo el doctorado en física teórica en la Universidad de Viena, en 1925. Se formó y consolidó su carrera científica en una época de grandes discusiones sobre los fundamentos de la física, conoció y trabajó con importantes físicos teóricos y estuvo en algunos de los grandes centros de investigación europeos, como Leipzig (asistente de Werner Heisenberg por cuatro años), Cambridge (estancia de algunos meses en el laboratorio Cavendish), Copenhague (estancia en el Instituto de Niels Bohr) y Praga (Pinto y Schwartzman, 1977; Videira, 2001). Su búsqueda de opciones para establecerse profesionalmente lo llevó por primera vez al continente americano en 1934, donde consiguió una beca de la Fundación Rockefeller para la Universidad de Kansas, en Estados Unidos.10 Aunque manifestó su deseo de extender su estancia en ese país no obtuvo más opciones de financiamiento. En 1935 aceptó una oferta en la Unión Soviética para ir a Odessa (de donde era originario Wataghin, a quien por cierto conoció en 1930 en un congreso organizado por Fermi, en Roma) (Pinto y Schwartzman, 1977: 26). Sin embargo, las tensiones en Europa y las dificultades a las que se enfrentaba por su origen judío, lo obligaron a buscar nuevas opciones. Volvió a Dinamarca, al Instituto de Niels Bohr, luego probó suerte en París y Lyon, pero debido a su origen austriaco y judío terminó en un campo de concentración en Francia (Pinto y Schwartzman, 1977: 34). Por esta razón intentó volver a Estados Unidos a través del Emergency Committee in Aid of Displaced German Scholars, de la Fundación Rockefeller, pero su solicitud fue desatendida una vez que se supo que estaba a salvo.11 A finales de 1941, aceptó una oferta de trabajo en Portugal, donde permaneció por año y medio. Ahí recibió la invitación para ir al Observatorio Astronómico de Córdoba (oac), en Argentina, que le hizo llegar Ramón Gaviola, quien se había formado en Alemania y, al igual que Beck, había tenido una beca del International Education Board de la Fundación Rockefeller, para realizar una estancia de investigación en Estados Unidos (Ortiz y Rubinstein, 2009).12
A partir de 1943 y hasta su muerte, en 1988, Beck permaneció en América del Sur, donde se desempeñó profesionalmente de manera alternada entre Argentina y Brasil (Videira, 2001). Beck fue un profesor que inspiraba a muchos de sus estudiantes, le preocupaba fortalecer la investigación en física en ambas naciones, pero tenía una idea muy clara: en América Latina sólo sería posible sumando fuerzas. Aunque Beck mantuvo contactos en los múltiples lugares por donde pasó, este capítulo se centra en su trayectoria a través de los mencionados países y por las conexiones que generó entre sus comunidades de físicos.
Guido Beck, Gleb Wataghin y Manuel Sandoval Vallarta son ejemplo de migraciones científicas, si bien en situaciones diferentes. Los tres pertenecieron a una generación de físicos que aprendió mucho de los intercambios académicos, una dinámica que acompañó la constitución de la nueva física, justo en la época de su formación profesional (Kragh, 1999). Sin embargo, las estrategias de intercambio académico que formularon fueron diversas, como se verá a continuación.
Articulación de conexiones y relaciones científicas
Esta sección pretende resaltar un aspecto de la trayectoria de los tres científicos en relación con los vínculos que lograron construir en los contextos por donde transitaron y en los que se establecieron por un tiempo, el cual fue significativo personal y profesionalmente. Este enfoque no supone que el actor transnacional sólo sea capaz de generar conexiones que se pueden calificar en sí mismas como transnacionales, evidentemente su ámbito de intervención puede abarcar diferentes escalas (local, nacional, regional, internacional o transnacional) (Dietze y Naumann, 2018). En este trabajo, se propone reconocer la trascendencia de este tipo de actores desde sus contribuciones al conocimiento, gracias a los vínculos que construyeron y que no se circunscriben de manera simple a una nación en particular, sino entre varios contextos nacionales. Esta aproximación resulta aún más pertinente si se toma en cuenta que en los tres casos existe un énfasis a sus contribuciones en el marco de historias de la ciencia nacional (Argentina, Brasil y México), lo cual significa una limitante para el estudio de procesos históricos que salen de esa escala de análisis.
Como se mencionó, Manuel Sandoval Vallarta construyó una carrera científica destacada en Estados Unidos, cuyos logros se proyectaron en México. Por ejemplo, se anunció la concesión de la beca de la Fundación Guggenheim (1927) en un periódico de circulación nacional en México, a la par que en los medios de comunicación internos del mit.13 Además, la Sociedad Científica “Antonio Alzate” (scaa) le envió una nota de felicitación en la que reconocía que los logros que acumulaba en Estados Unidos pertenecían también a “la Patria”.14 Años después, Sandoval Vallarta colaboró con la Fundación Guggenheim en la evaluación de solicitudes para su programa de becas dirigido a científicos, intelectuales y artistas latinoamericanos, en especial para realizar viajes de estudio en Estados Unidos. De hecho, los primeros físicos y matemáticos mexicanos becados por la Fundación Guggenheim eligieron al mit, quizá para seguir los pasos de Sandoval Vallarta.15 Incluso, éste fue intermediario para gestionar que un colega matemático del mit, Dirk Jan Struik, con quien colaboraba y tenía