Arquitecturas que hablan. Alejandro Mendo Gutiérrez
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ALEJANDRO MENDO GUTIÉRREZ
Resumen: En la historia de la arquitectura regional, la ciudad de Guadalajara, México, conserva un importante conjunto de inmuebles civiles y religiosos representativos del siglo XVIII al XX, entre los que destacan —por su interés iconográfico— las obras modernas influenciadas por el nacionalismo arquitectónico mexicano y sus variadas corrientes eclécticas, propias de la primera mitad de la pasada centuria. En este trabajo se hace una descripción del contexto sociocultural local que favoreció la influencia del art déco en la edificación de tres viviendas populares y se analiza la ornamentación arquitectónica de sus portadas, cuya fachada tiene significantes iconográficos neoindigenistas que expresan los contenidos estéticos subyacentes a la imaginería popular del momento.
Palabras clave: historia de la arquitectura mexicana, arquitectura art déco, estética de la arquitectura popular, Guadalajara, México.
Abstract: In the history of regional architecture, the city of Guadalajara, Mexico, is home to an important collection of representative civil and religious buildings from the 18th to the 20th century. A distinctive iconography marks the modern creations influenced by mexican architectural nationalism and its varied, eclectic schools that proliferated in the first half of the last century. A limited number of modest constructions with expressive neo–indigenous façades have survived. This work offers a description of the local sociocultural context that fostered the influence of art déco in the construction of three houses, and analyzes the architectural decoration of their façades, which include neo–indigenous iconographic signifiers that convey the aesthetic content underlying the popular imaginary of the time.
Key words: history of mexican architecture; art déco architecture; aesthetics of popular architecture; Guadalajara, Mexico.
Ahora que el siglo XXI cierra su primera veintena, sigue creciendo el interés de restauradores, historiadores y arquitectos por las edificaciones con valor patrimonial poco conocidas, ya que todavía se acusan procesos de destrucción de inmuebles relevantes erigidos durante la pasada centuria, mismos que son vulnerables al quedar al margen de la limitada protección legal que debería ampararlos. Es el caso de naves industriales, edificios comerciales, oficinas gubernamentales, conjuntos habitacionales y residencias particulares que penosamente subsisten hoy como testimonio material de las corrientes estilísticas y de los referentes culturales de su momento histórico, pero que ahora caen sin gloria por la indiferencia social.
En este capítulo se ofrecen al lector algunos contenidos en materia de historia de la arquitectura moderna de Jalisco, para lo que se abordan en especial las pocas construcciones art déco con ornamentación de carácter neoindigenista que aún permanecen en Guadalajara.
El trabajo inicia contextualizando las circunstancias históricas en que ocurrieron los movimientos eclecticistas, románticos y nacionalistas propios de la arquitectura decimonónica tardía y de principios del siglo XX. Con el ánimo de rastrear elementos de la identidad cultural nacional, se hace un acercamiento iconográfico a las arquitecturas neoindigenistas registradas en la capital jalisciense y se incluyen imágenes que ilustran los elementos constructivos y decorativos de las mismas. Por último, el texto cierra con una llamada de atención sobre el poco interés público hacia este legado —el cual ha permitido la destrucción parcial y total de muchos de estos hitos—, y se enuncian ciertas ideas para reforzar las tareas de conservación de este patrimonio edificado de Jalisco.
Aunque internacionalmente se considera a México como un país de amplia diversidad cultural, poseedor de una riquísima herencia histórica y arraigadas expresiones artísticas, también es conocido que la nación sufre embates del comercialismo postmoderno que minan la sucesión integral de los bienes culturales a las próximas generaciones. Desde esta perspectiva, este breve trabajo pretende inspirar a profesionales y a ciudadanos para sumarlos a la apreciación y defensa del patrimonio histórico edificado tapatío.
EL NACIONALISMO ARQUITECTÓNICO MEXICANO Y EL NEOINDIGENISMO EN GUADALAJARA
En el devenir histórico internacional, la segunda mitad del siglo XIX atestiguó el surgimiento y expansión de diversas posturas conceptuales y corrientes intelectuales que alcanzarían a influir decisivamente en la producción cultural y en las manifestaciones estéticas de muchos países europeos y americanos. Entre las tendencias artísticas más extendidas de aquel entonces se cuentan los llamados movimientos eclécticos que en campos como la composición musical, la pintura, la escultura y la arquitectura produjeron notables referencias que hoy son hitos del patrimonio histórico de diversas naciones.
En el viejo continente se popularizaron estilos constructivos reminiscentes de edificaciones exóticas o pretéritas como reacción ante los asombrosos hallazgos materiales resultantes de las primeras excavaciones científicas que equipos de arqueólogos, historiadores y geógrafos realizaron en sitios legendarios como Troya, Pompeya, El Cairo o Teotihuacán.
La idealización de los órdenes arquitectónicos grecorromanos clásicos y el gusto público por los elementos decorativos egipcios, orientales y medievales darían lugar a fusiones extravagantes que generaron nuevos programas de edificación exultantes de las identidades folclóricas ancestrales (véase figura 2.1). Esta suerte de reivindicación historicista es el origen del llamado revival y sus variantes, y a la postre incitó la aparición de los nacionalismos estilísticos que se adoptaron por igual, tanto en la academia arquitectónica como en la obra vernácula finisecular.
En los países latinoamericanos, esta modernidad propició especialmente la emergencia de un movimiento cultural nacionalista de amplio espectro que impuso su propio sello en las artes del continente. Sin embargo, en el ámbito particular de la estética arquitectónica, su expresión se dividió básicamente en dos vertientes principales: una representativa del neocolonialismo criollo de raigambre española y otra más cercana al indigenismo étnico de corte prehispánico.
Para entender lo anterior, es necesario considerar que por siglos el papel colonizador de España y Portugal forjó entre las clases ilustradas de los territorios de ultramar un crisol de “la mejor historia de la arquitectura peninsular” (González Capitel, 1996, p.429) que terminaría produciendo notables obras de fuerte inspiración hispánica y arábigo–andaluz. En contraste, el advenimiento de reacciones vanguardistas contrarias al excesivo academicismo europeo que influenciaba la formación de arquitectos, pero sobre todo, que multiplicaba la edificación de obra pública bajo los cánones impuestos por las viejas metrópolis imperiales, marcó la pauta para el surgimiento del fenómeno neoindigenista en la arquitectura.
FIGURA 2.1 SINAGOGA DEL JUBILEO, PRAGA
Fotografía: Martin Vorel, 2015.
El eclecticismo neocolonial de variante hispanoamericana tuvo resonancia desde California, en los Estados Unidos, hasta las naciones sudamericanas, con mayor presencia criolla en sitios como Uruguay y Argentina. Ejemplos sobran: en Buenos Aires destaca el ahora Museo de Arte Español Enrique Larreta, obra del constructor suizo Christian Schindler, quien llevó a cabo la composición con fuerte acento morisco según recomendaciones del reconocido arquitecto académico argentino Martín Noel (Petrina, 2011, p.54). Por su parte, en el hemisferio norte sobresale el Hotel Majestic (véase figura 2.2), proyecto levantado en la Ciudad de México en 1925 por el arquitecto Rafael Goyeneche justo frente al Zócalo capitalino (Romero Moreno, 2005, p.22). Ambas obras tienen en común, con muchísimas otras más en Perú, Brasil, Chile o Colombia, su manifiesta exaltación de temas renacentistas españoles