Encuentro con las élites del Mediterráneo antiguo. Julián Gallego
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Encuentro con las élites del Mediterráneo antiguo - Julián Gallego страница 10
En primer lugar, la fecha de 546 a.C., comúnmente atribuida a la batalla porque en la narrativa de Heródoto está sincronizada con la derrota de Creso por los persas, no es confiable, ya que no existe una relación causal entre esta batalla y la derrota de Creso. Una vez que se prescinde de la precisión cronológica engañosa, el relato revela su naturaleza compuesta: la contraparte mítica es la de una batalla entre trescientos espartanos y trescientos argivos, que luchan hasta la muerte; el componente histórico es la batalla a gran escala narrada por Heródoto, que refleja la anexión espartana de la Tireátide, lo que aparentemente ocurrió a mediados del siglo VI6. Sostengo que previamente existieron enfrentamientos rituales recurrentes entre los espartanos y los argivos, que recreaban la letal Batalla de los Campeones (cf. Bershadsky, 2012; 2013: 185-202). La referencia de Heródoto a los peinados especiales, relacionados con la lucha por la Tireátide, es un eco de estos enfrentamientos rituales. Más importante aún, Tucídides proporciona testimonio de un intento de reestablecer las batallas regladas por la Tireátide en el marco de un tratado de paz entre Argos y Esparta en 421.
Participantes aristocráticos de los combates rituales
Es de gran importancia el hecho de que los participantes en los enfrentamientos rituales parecen ser de la aristocracia (cf. Howe, 2008: 81): pertenecen a la clase social de los caballeros (hippeîs). Los hippeîs eretrios y los hippobótai calcídicos son explícitamente señalados como participantes clave en la Guerra Lelantina. Sabemos por numerosos pasajes de Aristóteles que la Eretria arcaica era gobernada por los hippeîs (Aristóteles, Política, 1306a; [Aristóteles], Constitución de los atenienses, 15.2) y Calcis por los hippobótai (Heródoto, 5.77.2-3; Aristóteles, fr. 603 Rose, ap. Estrabón, 10.1.8), y que ambas clases superiores criadoras de caballos estaban en guerra entre sí (Aristóteles, Política, 1289b). Infiero que los enfrentamientos por la llanura lelantina funcionaron como ritos de pasaje a la adultez para los jóvenes hippeîs e hippobótai que participaban en ellos (Bershadsky, 2013: 137-139; 2018a).
La situación con Esparta y Argos es menos sencilla. Sin embargo, es probable que en las primeras etapas de las batallas rituales argivo-espartanas por la Tireátide los participantes también pertenecieran a la clase social de los caballeros. La clave está en la institución espartana de los hippeîs.
Las fuentes antiguas describen a los hippeîs espartanos como un cuerpo de trescientos hoplitas selectos. En el período clásico, los hippeîs luchaban cerca del rey y tenían la tarea de protegerlo. También servían como “fuerza de emergencia” en casos de peligro interno o externo (Figueira, 2006: 58-60; asimismo, Detienne, 1968: 135).
Eran escogidos, mediante una competencia, del cuerpo de los hebôntes (Jenofonte, República de los lacedemonios, 4.3-4; Figueira, 2006: 62-67), los espartiatas de entre veinte y treinta años de edad. Sin embargo, como sugiere Thomas Figueira (2006: 68), los hippeîs espartanos deben haber sido alguna vez jinetes aristocráticos. Figueira propone que, en el proceso de transformación igualadora de Esparta, se creó una versión más abierta de los aristocráticos “proto-hippeîs” hereditarios: el cuerpo selecto de hippeîs hoplíticos, elegido sobre la base de la excelencia militar.
El cuerpo de los hippeîs y el mito de la Batalla de los Campeones están vinculados por el número de los hippeîs, trescientos, y también por la ideología del cuerpo. Nicole Loraux (1995: 73, 280 n. 113, con referencias a Isócrates, Sobre la Paz) observa que el código de comportamiento de los hippeîs en el campo de batalla era más estricto que el de los hoplitas regulares, obligándolos, por ejemplo, a morir con un rey. Así, la ideología de la muerte bella, expresada en el mito de la Batalla de los Campeones7, era aplicable especialmente a ellos.
He presentado una versión completa del argumento en otra parte (Bershadsky, 2012: 70-72; 2013: 224-236); pero, en resumen, propongo el siguiente escenario: en una etapa anterior, los aristocráticos proto-hippeîs espartanos participaban en las recreaciones rituales de la Batalla de los Campeones con sus oponentes argivos. La designación espartana alternativa de los hippeîs como ko(û)roi, “jóvenes”8, probablemente se remonte a ese período, cuando las batallas rituales servían de iniciaciones en la edad adulta (el término kóroi trae a la memoria a los Curetes de Eubea en el mito de la Guerra Lelantina). Más tarde, cuando las reformas igualadoras ampliaron los derechos en Esparta, el sistema reorganizado se apropió del mito aristocrático de la lucha a muerte por la Tireátide como una encarnación de las virtudes espartanas. La lucha era conmemorada en el festival de las Gimnopedias, que dramatizaba la unificación de la sociedad espartana9. Al mismo tiempo, una nueva institución, el selecto cuerpo de los hippeîs, reclamó una conexión particularmente fuerte con el mito, en paralelo con sus precursores aristocráticos, los proto-hippeîs.
Sin embargo, los nuevos hippeîs no recrearon, meramente, el mito en una forma atenuada y no letal: más bien, el mito animó su conducta de batalla. Se esperaba que lucharan hasta el último hombre10.
La oscuridad del curso exacto de los cambios en la Esparta arcaica hace que la descripción precedente sea algo abstracta, pero la creación de los cuerpos de élite abiertos a todos los espartiatas sobre la base del mérito y portando el nombre aristocrático de los hippeîs debe haber sido un paso radical. Un análisis de la constitución mixta de Esparta, transmitida por Estobeo y atribuida por él a Arquitas, destaca a los hippagrétai (los que seleccionaban a los hippeîs) y a los kóroi (hippeîs) como los componentes democráticos de la constitución (Figueira, 2006: 66-67).
Situar la creación del cuerpo de los hippeîs en la línea de tiempo de la disputa argivo-espartana es una cuestión crucial que requiere más investigación. Conjeturo que la creación de ese cuerpo fue uno de los pasos en el proceso de transformación de las batallas rituales en hostilidades reales, que dio lugar a la anexión permanente de la Tireátide por Esparta a mediados del siglo VI.
Transformaciones de los mitos de antiguas enemistades
Las confrontaciones rituales por la llanura lelantina entre Calcis y Eretria debieron haberse detenido cuando Atenas tomó el control de la llanura en el año 506 a.C. (Herodoto, 5.77.2). Por consiguiente, a finales del siglo VI, las recreaciones aristocráticas de las batallas letales por el dominio de las fronteras pertenecían al pasado. Sin embargo, las historias de confrontación entre Eretria y Calcis, y entre Argos y Esparta, siguieron estando muy presentes. Estas se convirtieron en argumentos muy disputados entre las facciones democráticas y oligárquicas. A continuación, presento dos casos, el primero de Eretria y el segundo de Argos.
Heródoto narra que los eretrios y los atenienses enviaron ayuda militar a Mileto en 499 a.C, durante la revuelta jonia. El historiador señala que los eretrios no lo hicieron para complacer a los atenienses, sino para retribuir a los milesios por su anterior ayuda en la guerra contra Calcis, cuando los calcídeos fueron asistidos por los samios (Heródoto, 5.99). Al interpretar esta información, es crucial tomar en consideración que Eretria se convirtió en una democracia hacia finales del siglo VI a.C. (Knoepfler, 2010: 113-115; también, Walker, 2004: 236-269), y disfrutó de buenas relaciones con Atenas. Es sorprendente ver cómo se debilitan estas relaciones cercanas y encontrar, en cambio, al joven régimen democrático justificar sus acciones refiriéndose a enfrentamientos aristocráticos interrumpidos. Sugiero que Heródoto transmite aquí un caso antiguo de propaganda: el régimen democrático se apropia del pasado aristocrático para