Encuentro con las élites del Mediterráneo antiguo. Julián Gallego
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La Guerra Lelantina fue una larga disputa entre las vecinas ciudades eubeas de Eretria y Calcis por la llanura lelantina, situada entre ambas. Estrabón (10.1.12) relata que Eretria y Calcis estaban “fundamentalmente de acuerdo entre ellas” (πλέον ὡμολόγουν ἀλλήλαις) y que acordaron no usar armas de alcance en los combates. Aparecen referencias a la guerra en Eubea en la poesía de Hesíodo (Trabajos y días, 654-657), Arquíloco (fr. 3 West) y Teognis (891-894). Fuentes posteriores narran que alguna vez los Curetes lucharon reiteradamente por la llanura lelantina, y que se cortaban la parte delantera de la cabellera para evitar ser jalados de ella durante el combate (Estrabón 10.3.6; compárese con Plutarco, Teseo, 5). Otro episodio de la Guerra Lelantina sirvió de etiología para la aceptación de la pederastia por los calcídeos (Plutarco, Obras Morales, 760e-761b). Tucídides menciona a la antigua guerra entre Eretria y Calcis como el único caso previo a la Guerra del Peloponeso en el que el mundo griego se dividió en alianzas con uno u otro bando (Tucídides, 1.15.3; Brelich, 1961: 9-21).
El relato más conocido del enfrentamiento argivo-espartano por la Tireátide (una llanura fértil en la región costera montañosa de la Cinuria) es la descripción de Heródoto de la Batalla de los Campeones, en la que trescientos argivos y trescientos espartanos lucharon por ese territorio, hasta que solo dos argivos y un espartano quedaron con vida, y ambos bandos se dieron por victoriosos. Una gran batalla tuvo lugar a continuación, en la que los espartanos tomaron la Tireátide. Heródoto concluye el episodio informando que, después de la batalla, los argivos decidieron adoptar la costumbre de cortarse el cabello en señal de duelo por la pérdida de la Tireátide, mientras que los espartanos comenzaron a dejarse el cabello largo (Heródoto 1.82). Tucídides (5.41.1) describe a la Cinuria (termino que frecuentemente es usado de manera intercambiable con la Tireátide) como “un territorio fronterizo sobre el que [Esparta y Argos] han estado disputando desde siempre” (αἰεὶ πέρι διαφέρονται μεθορίας οὔσης) y menciona que en 421 a.C. los argivos propusieron a los espartanos un tratado de paz, cuya condición consistía en librar batallas por la Tireátide, en las que la persecución no estuviera permitida más allá de las fronteras de Argos y Esparta (Tucídides, 5.41.2). La disputa por la Tireátide está asociada con la figura de Apolo Pitio, adorado tanto por los argivos como por los espartanos (cf. Kowalzig, 2007: 132-157). La festividad espartana de las Gimnopedias conmemoraba la victoria espartana en la batalla por la Tireátide (Sosibio, ap. Ateneo, 15.678b; Brelich, 1961: 22-34).
Brelich (1961: 83-84) sostuvo que las hostilidades por la llanura lelantina y la Tireátide comenzaron como combates rituales que funcionaban como ritos de pasaje durante la Edad Oscura griega. Más tarde, los enfrentamientos rituales se transformaron en guerras reales, dejando solo un “aura” cultual-ritual. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿cuál es la naturaleza precisa de esa aura que permanece después de la cesación del ritual?; ¿cómo mutaron los rituales en guerras reales?
Además, los intentos de reconstruir los contornos históricos de estos conflictos en el período arcaico no han producido un cuadro coherente. Las fechas propuestas para la Guerra Lelantina abarcan más de dos siglos, y no existe un consenso sobre el alcance y el curso de las hostilidades3. El análisis de Jonathan Hall (2007: 8) concluye que es incierto “cuándo ocurrió –o, incluso, si ocurrió– la Guerra Lelantina” (cf. Bakhuizen, 1976: 36).
De manera similar, Thomas Kelly ha argumentado que la enemistad arcaica entre Esparta y Argos nunca existió. El único objeto de disputa entre Argos y Esparta atestiguado tanto en las fuentes clásicas como en las anteriores es el territorio de la Tireátide/Cinuria. Sin embargo, Kelly (1970: 980-981) ha señalado que un requisito previo para el interés estratégico de Esparta en ese territorio era el dominio espartano sobre Tegea, que controlaba el único acceso posible a la Cinuria. No está claro, por lo tanto, por qué Esparta habría estado dispuesta a luchar por esa llanura aislada, situada en un terreno extremadamente montañoso, antes de mediados del siglo VI, cuando estableció su hegemonía sobre Tegea. A partir de entonces, tenemos un registro claro de hostilidades entre Argos y Esparta.
Mitos y rituales bélicos entre ciudades vecinas
Entonces, ¿tuvieron lugar los enfrentamientos por la Tireátide y la llanura lelantina antes de mediados del siglo VI a.C.? Al mismo tiempo, tenemos la imagen de una Guerra Lelantina global, de alto perfil, transmitida por Tucídides (1.15.3), quien afirma que “en aquella guerra entre los calcídicos y eretrios, el resto de los griegos también se dividieron en alianzas con uno u otro bando” (ἐς τὸν πάλαι ποτὲ γενόμενον πόλεμον Χαλκιδέων καὶ Ἐρετριῶν καὶ τὸ ἄλλο Ἑλληνικὸν ἐς ξυμμαχίαν ἑκατέρων διέστη). En consecuencia, considero que si bien podemos dudar sobre si la guerra realmente tuvo lugar, es justo derivar de la referencia de Tucídides al “resto de los griegos” (τὸ ἄλλο Ἑλληνικὸν) que se creía que la Guerra Lelantina había involucrado a todo el mundo griego. En otras palabras, que era una tradición panhelénica. Y, si pensamos en la Guerra Lelantina como un mito panhelénico, las referencias a esa guerra en la poesía panhelénica de Hesíodo, Arquíloco y Teognis pueden ser tomadas como indicadores adicionales de la importancia política y cultural de esa guerra.
Sugiero que operar con el concepto de la Guerra Lelantina como mito nos permitirá avanzar en nuestra comprensión de la forma en que encajan las diversas informaciones que poseemos sobre el enfrentamiento entre Calcis y Eretria. Una vez que apreciamos que la idea de que hubo batallas antiguas para la llanura lelantina es un mito4, podemos enfrentar con mayor éxito su aparentemente inexistente contraparte histórica. Ahora, nuestro principal objetivo ya no es reconstruir las hostilidades históricas, sino rastrear una serie de adaptaciones y transformaciones del mito, incrustadas en sus contextos históricos.
Cuando intenté reconstruir los mitos relacionados con la lucha por la llanura lelantina, quedó claro que la referencia a los Curetes luchando reiteradamente por la llanura es parte de una estructura mítica más extensa. La versión local euboica de la genealogía de los Curetes los hacía hijos de la ninfa Calcis, y los retrataba (a ellos o a su madre) como los inventores de la armadura de bronce.
De manera que el mito contempla a los Curetes, primeros humanos en Eubea, cobrando vida, cubriéndose de bronce y luchando continuamente por la llanura lelantina. En mi reconstrucción, se trata de una lucha intestina, que tiene lugar entre los Curetes y resulta en la aniquilación de la antigua ciudad de Calcis-Eubea, a la que se imaginaba situada en la llanura lelantina (Bershadsky, 2013: 80-93; 2018a).
Esta estructura mítica parece complementar perfectamente la conjetura de Brelich acerca de la existencia de combates rituales sobre la llanura de llantina. Sin embargo, no sitúo esos combates en la Edad Oscura, sino a lo largo del período arcaico. En otras palabras, sugiero que existió una práctica de enfrentamientos rituales recurrentes por la llanura lelantina, que recreaba las devastadoras luchas de los Curetes (Bershadsky, 2013: 110-111; 2018a)5. Estos enfrentamientos eran normativamente no-letales y tenían lugar en condiciones de paz entre Eretria y Calcis. Funcionaban como ritos de pasaje a la adultez para los jóvenes eretrios y calcídicos que participaban en ellos, quienes adquirían para esas ocasiones un peinado “curético”, cortándose el cabello en la parte delantera de la cabeza. El carácter panhelénico de los enfrentamientos se reflejaba en la presencia de aliados de otras ciudades-estado que, como los participantes eretrios y calcídicos,